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jueves 21 de noviembre de 2024

Reunimos partes de cuerpos después de un desastre para darles digna sepultura: Yossi Landau, líder del equipo de ZAKA en Miami

Enlace Judío México e Israel – Yossi Landau, líder del equipo de ZAKA en Miami, realiza un trabajo que pocos querrían hacer y ni siquiera cobra por ello. En entrevista, nos cuenta sobre su experiencia en Surfside, una entre tantas escenas de desastre que ha visto en las últimas tres décadas.

Yossi Landau conduce su vehículo de vuelta a casa. Acaba de aterrizar en Tel-Aviv, después de trabajar por ocho días entre los escombros del condominio colapsado en Surfside, Florida, donde 92 personas murieron.

Landau pertenece a ZAKA, una organización altruista israelí que recorre el mundo realizando un trabajo cuya naturaleza no se puede disfrazar con eufemismos: sus voluntarios reúnen partes humanas, las identifican y las entregan a las familias de los muertos para que sean enterrados conforme al rito judío, que exige la integridad de los restos.

ZAKA se fundó hace 31 años, tras un atentado terrorista con bomba en un autobús rumbo a Jerusalén, con un saldo de 16 personas asesinadas. “No se sabía en Israel cómo manejar” los cuerpos según las leyes religiosas, nos cuenta en entrevista.

“Yo me uní a ZAKA desde el principio, hace 31 años, y hemos estado en muchos lugares: en México, en Haití, en Filipinas, en Turquía; hemos estado por todo el mundo, en todo tipo de tragedias: bombas, avionazos. En África hubo un avión que se estrelló contra un edificio, con cinco israelíes, y estuvimos ahí. Llegamos después para encontrar las partes… Nuestro trabajo es salvar vidas y respetar los restos. Sabemos que detrás de cada tragedia hay familias.”

Porque, claro, en la búsqueda la prioridad son las personas vivas. Pero, a diferencia de los rescatistas convencionales, Landau y los otros 1800 voluntarios de ZAKA están entrenados para recolectar partes humanas, restos de cadáveres.

“En ZAKA trabajan varios equipos: Búsqueda, Buzos, Unidad Canina… Hay también unidades entrenadas por el Ejército (también por el de Estados Unidos): cuando hay terremotos y se caen edificios, o cuando se lanzan misiles contra edificios y hay gente atrapada, se necesita una unidad especial para eso. Yo soy parte de una de esas unidades especiales.”

Algo nunca antes visto

“La forma en que se cayó el edificio es algo que nunca habíamos visto”, dice Landau sobre el derrumbe de Surfside. Quizá por eso, desde el principio hubo muy escasas esperanzas de encontrar vida entre los escombros.

“En Haití encontramos cuerpos después de 27 días. Había cámaras de aire donde podrían haber sobrevivido. Pero aquí era muy difícil. No había cámaras de aire y además había incendios todo el tiempo.”

Se ha dicho que el colapso de Florida asemeja a una torre de hot cakes. Sin espacio entre un piso y el otro, la probabilidad de encontrar sobrevivientes es casi nula, y los cuerpos hallados se encuentran en condiciones terribles.

“Las familias venían cada día. Hablábamos con ellas y nos rogaban, cuando ya sabían que no había esperanzas de salvar a sus familiares, a su padre o a su madre, que al menos los ayudáramos a enterrarlos de la forma correcta, de la forma sagrada.”

Pero, a diferencia de lo que la organización hace en otros países, en otras zonas de desastre, “en Miami no tratamos con cuerpos. Fueron los locales, Homicidios y el equipo forense, quienes trataron con los cuerpos. Nosotros solo observamos, estuvimos ahí ayudándoles. Dado que algunos de los cuerpos solo podían ser identificados por el ADN, ellos hicieron todo, ellos notificaron a las familias.”

Según Landau, los israelíes sabían desde el principio que entre los escombros había 92 víctimas, pese a que las autoridades estadounidenses hablaban de más de 100. Entre ellas, había varios judíos, pero el equipo de ZAKA presta sus servicios sin distinciones.

No solo vinimos por la gente judía sino por todos. No importa sin son hispanos, negros o lo que sea. Los respetamos y hacemos lo mismo que hacemos para los judíos.”

La ética de ZAKA es tan radical que, incluso cuando un terrorista suicida se hace explotar, los voluntarios se dan a la tarea de reunir las partes de su cuerpo como lo hacen con las de sus víctimas. Son como los médicos, dice Landau.

Siempre listos para hacer lo que nadie quiere

“Básicamente, nuestros voluntarios están listos para lo que sea, cuando sea: 24 horas al día, siete días a la semana”, dice Landau, en cuyo rostro puede advertirse el cansancio, la tristeza y el orgullo de hacer eso que nadie querría hacer. Un trabajo sagrado en un mundo profano.

“Lidiamos con muchas cosas. La principal es llegar a casa y no poder hablar de ello. No poder contarle a tus hijos, a tu esposa”, dice y cuenta una historia:

“Hace algún tiempo, un fotógrafo me tomó algunas fotos en Jerusalén, en una escalera, rescatando de un árbol algunas partes de cuerpos tras un bombardeo suicida. Y me quiso hacer un favor y envió las fotos a mi casa. Yo no estaba ahí y mis hijos abrieron el sobre y las vieron, y cuando llegué a casa no me querían hablar.”

Landau tuvo que explicarles a sus hijos la naturaleza de su trabajo. “Eran niños pequeños. Ahora que son grandes, entienden. Ahora hacen lo mismo que yo.” Antes, hace años, Landau tuvo que trabajar con víctimas de la edad de sus hijos. “Llegas a casa y ves que tus hijos estén bien…”, dice conmovido.

“Sí, es un trabajo duro y hay mucha gente que no puede hacerlo. Pero tiene que haber algunas personas locas para hacerlo. Y nosotros somos esas personas locas.”

Las consecuencias físicas y emocionales de su trabajo (un trabajo no remunerado) pueden ser devastadoras. La autoayuda y la consultoría psicológica son parte del apoyo que reciben para lidiar con ellas. Sin embargo, “al final del día, sabes que hiciste algunas cosas buenas, ayudaste a una familia, ayudaste a alguien. Eso ya te da un apoyo.”

Una sonrisa aparece en su rostro cuando dice que ahora, tras ocho días de intenso y doloroso trabajo, irá a casa con su esposa e hijos, a descansar un poco. Será en una pausa apenas, pues el trabajo de los miembros de ZAKA es, también, sentarse a esperar que el teléfono suene, cargado de malas noticias.

“Esperamos que no se repita pero sabemos que tenemos que estar listos y tener un equipo preparado en todo momento para tomar un avión con una hora de aviso, hacia cualquier parte del mundo.”

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

 

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