Juntos venceremos
jueves 21 de noviembre de 2024
Fábrica de Ben & Jerry's en Israel

Irving Gatell/ La necedad de un boicot

Enlace Judío – La noticia ya se sabe: una compañía de helados decidió que no quería vender su producto en los “territorios palestinos ocupados”, porque “iba en contra de sus políticas y sus valores”. Y ahí vamos de nuevo a la discusión sobre la insensatez que es este tipo de bloqueos. Evidentemente, este tipo de ejecutivos que se creen muy conscientes y solidarios no tienen idea de lo que provocan.

Yo entiendo que la economía no es una disciplina sencilla y que hay recovecos teóricos, ideológicos o técnicos que no se comprenden tan fácilmente. Pero hay cosas que son del más elemental sentido común, y me sorprende la facilidad con la que la inopia posmoderna los pasa por alto y se enreda en acciones que, en realidad, vienen a ser contraproducentes.

Probablemente no haya un mejor ejemplo de este nivel de ignorancia, que todo el proyecto de boicotear a Israel.

En primer lugar, estamos hablando de racismo puro. Judeofobia en su máxima expresión. Ganas de fastidiar al judío solo porque es judío.

No me vengan con el cuento de la solidaridad con los palestinos, porque si se tratara de esto, toda esta gente buena y despierta (woke, en la jerga coloquial de moda) estaría comprometida con tumbar a los 2  regímenes que gobiernan tiránicamente a los palestinos: Hamás, un brutal grupo fundamentalista, criminal, terrorista e intolerante; y Fatah, un cúmulo de políticos corruptos que solo están interesados en mantener bien gordas sus cuentas bancarias.

O estarían protestando contra Bashar el Assad, el máximo asesino de palestinos en los últimos años.

Pero no, todo eso es demasiado para estas mentes débiles y posmodernas. La consigna —porque es eso: solo una consigna— es estar “en contra del imperio” o, mejor aún, “a favor de la resistencia”. No importa que al estar en contra del imperio destruyas las fuentes de empleo de los palestinos; o que al estar con la resistencia fortalezcas a tiranos bananeros que explotan y abusan de sus ciudadanos.

Pero eso es lo que pasa. Vamos con el caso concreto de los boicots. ¿Cuál es el objetivo? Evidentemente, dañar la economía israelí. Pero si el boicot es contra de las empresas que están en la zona de Cisjordania (Judea y Samaria), las afectaciones las van a tener sus empleados. ¿Y quiénes son sus empleados? Pues los palestinos.

O sea: este tipo de boicots, en el mejor de los casos —me refiero a que tuvieran éxito—, solo se traducirían en más palestinos sin trabajo. Lo más simple para estas empresas es moverse a Israel, contratar israelíes (o extranjeros) y volver a la normalidad.

No sé si alguna vez esta gente inteligentísima se haya puesto a pensar, pero lo que deberían estar exigiendo —si tanto les interesan los palestinos— es que Israel construya más fábricas en esas zonas. Que invierta dinero. Que active la economía.

Sería discutible, porque la economía de un país la debe activar su gobierno, no el gobierno del país vecino. Pero sería interesante, porque los resultados podrían ser positivos a largo plazo. Tan es así que no son pocas las veces que el gobierno israelí ha hablado de la posibilidad de participar en un amplio programa de reactivación de la economía palestina, siempre y cuando se firmen tratados de paz definitivos y se declare el fin del conflicto.

Pero repito: el nivel intelectual de los activistas anti-israelíes no es demasiado amplio, así que están concentrados en fastidiar a Israel —judeofobia pura—, antes que beneficiar a los palestinos.

Y por eso se involucran en algo tan tonto como estos boicots. Si la empresa sigue en pie con ese proyecto, lo único que va a pasar es que será la sociedad israelí la que los boicotee a ellos. Se ponen en un plan muy pretencioso diciendo “no vamos a vender helados en Cisjordania, sólo en Israel”, sin pensar en que la gente de Israel puede decir (bueno, ya lo está diciendo) “pues no te compramos helados y ya”.

Y perderán su presencia en un mercado. Presencia que, por supuesto, será inmediatamente ocupada por otra empresa, porque si hay mercado, siempre habrá quien lo atienda. Ninguna marca es indispensable.

Mientras tanto, la economía sólida que sigue adelante y tiene perspectivas de mejorar ampliamente es la israelí. La economía frágil que está colgando de alfileres y que necesita apoyos de verdad es la palestina.

¿Quieren hacer algo por los palestinos? Apoyen todo aquello que genera empleos, que reactiva la economía en los territorios palestinos.

Si dices que estás dispuesto a eso, siempre y cuando no sean proyectos israelíes, entonces solo tengo que decirte que eres un racista rudimentario y rupestre. O un ignorante descomunal. O ambas cosas, que suelen ir de la mano.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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