Enlace Judío – El conflicto armado entre los grupos terroristas Hamás y la Yihad Islámica Palestina contra Israel durante 11 días de mayo pasado, en el cual los primeros lanzaron más de 4,300 misiles a pueblos y ciudades israelíes, derivó en una estrategia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) enfocada a destruir la mayor cantidad posible de infraestructura de Hamás en la Franja de Gaza, incluida la red de fábricas de cohetes y túneles subterráneos, un sistema de tránsito bajo la tierra al que las FDI se refieren como “el metro”.
Tras una creciente presión internacional y al considerar que los ataques de Israel a Hamás habían logrado gran parte de sus objetivos, el gabinete de seguridad de Israel aceptó el cese de hostilidades en la Franja de Gaza. En este contexto, el portavoz del brazo armado de Hamás, Hamas Abu Ubaida, declaró que “con la ayuda de Dios pudimos humillar al enemigo (Israel), su frágil entidad y salvaje ejército”.
Por su parte el presidente de EE. UU., Joe Biden entre otros jefes de Estado, respaldó el principio de “el derecho a defenderse de Israel y anunció el envío de ayuda humanitaria a Gaza”. Asimismo, aseguró que apoyaría a Israel en el refuerzo de su sistema de protección aérea Cúpula de Hierro, que frenó el 90% de los cohetes enviados por Hamás.
En este contexto, Hamás, en una actitud de índole propagandista, difundió entre los palestinos de la Franja de Gaza y de Cisjordania que en el enfrentamiento de mayo pasado con Israel salió victorioso, mensaje que ha alentado a que los palestinos incrementaran atentados contra Israel y a su vez una respuesta hostil de judíos nacionalistas religiosos extremistas contra palestinos, proclamando: “¡Muerte a los árabes!”.
En el ámbito de la relación entre religión y terrorismo su existencia se remonta a más de 2,000 años. Este fenómeno general violento de inspiración religiosa cobró fuerza en el último cuarto del siglo XX con un afán de destrucción indiscriminada, evolucionando hacia una actitud global, especialmente con la aparición de fenómenos como Al Qaeda y el Estado Islámico, los cuales tienen una base religiosa, la actuación violenta de estos grupos se enmarca en la interpretación que sus miembros hacen de una batalla final entre el bien y el mal, en un marco de destrucción de las actuales sociedades corruptas.
En este tipo de grupos es muy importante la figura del líder que ejerce de mediador entre la divinidad y los hombres. Sin embargo, cabe hacer notar respecto al terrorismo religioso judío es que en lo referente a la cronología de oleadas de terrorismo, este fenómeno no se ajustaría a dicho marco cronológico, constituyendo así una singularidad. Esto es debido a que el terrorismo religioso judío no nació a finales del siglo XX, sino que lo hizo a mediados de esa centuria. Por lo demás, nunca ha sido un fenómeno a escala global o internacional, ya que tanto sus actuaciones como sus objetivos han estado circunscritos a Israel.
Así, el terrorismo religioso judío reivindica mayoritariamente tanto el carácter sagrado de la tierra bíblica de Israel, Eretz-Yisrael, como principio de la “redención”, o “retorno” del pueblo judío a la tierra sagrada para la construcción del Tercer Templo. Es decir, este fenómeno engloba en sí mismo dos elementos fundamentales: un principio de territorialidad, el Gran Israel, emanado y definido en los textos religiosos, y un modelo de sociedad y de Estado teocrático fundamentado en la ley judía o Halajá. Ambos elementos, ultranacionalismo judío y ortodoxia religiosa, coincidirían con las propuestas políticas del mesianismo político o sionismo redencionista. Cabe mencionar que en algunos casos, los menos, como el del ultraortodoxo Yishai Schlissel, sería exclusivamente el componente religioso el que explicaría y “justificaría” su acción violenta.
Y es bajo esta premisa ideológica sobre la que este fenómeno ha perpetrado sus actos de terror contra la población árabe o contra la población judía. A su vez y desde la perspectiva histórica, los objetivos de este terrorismo aparecido en Israel desde su fundación en 1948 han perseguido un doble objetivo. Primero “evitar” lo que ellos han entendido como un proceso de secularización creciente de la sociedad israelí, consecuencia a su vez del modelo de Estado laico que preconizaba el sionismo clásico, que rechazaba la teocracia de la ley religiosa judía como modo de organización del país. El segundo objetivo ha sido el de boicotear e impedir cualquier iniciativa de paz con los palestinos o el resto de los países árabes, ya que al basarse estos acuerdos en la premisa de paz por territorios, aquellos dirigentes israelíes que asumirían ese principio “traicionarían” la concepción bíblica territorial del Gran Israel que ellos defienden.
Otra de las características que han definido a este fenómeno es que ninguno de los grupos que se englobarían dentro del terrorismo religioso judío nunca han contado con una estructura lo suficientemente asentada que les permitiera la pervivencia en el tiempo. Ciertamente, el fenómeno terrorista religioso judío ha adolecido de una falta casi total de los elementos básicos que han definido los modelos organizativos de otros terroristas clásicos, tales como estructuras claras de mando, jerarquía, mecanismo de actuación regulados y estrategia de cara a una actuación en el escenario público en la reivindicación de sus atentados. Esto, a su vez se explicaría por el propio proceso de gestación de estos grupos, cuyo origen y componentes han pertenecido principalmente a ámbitos de sociabilidad muy determinados, como son las colonias.
Además de las colonias han sido algunas Yeshivot (centros de enseñanza religiosa) de los cuales han salido algunos de los victimarios, en los que se puede establecer una cierta analogía con el fenómeno de los denominados “lobos solitarios”, individuos que no pertenecen a ningún grupo terrorista ni responden a ninguna jerarquía que les ordene cometer atentados, sino que es su propio fanatismo religioso adquirido en ámbitos muy determinados el que los empuja a ello.
En cuanto a los procesos de radicalización de victimarios, relacionados con el terrorismo religioso judío, estos, al día de hoy y a diferencia de los denominados lobos solitarios ligados al terrorismo yihadista, no están vinculados mayoritariamente a las redes sociales ya que en las comunidades judías ultraortodoxas el acceso a internet es limitado y sus contenidos están controlados en todo momento por los rabinos de dichas comunidades.
Las redes terroristas judías también comparten similitudes con otros grupos terroristas religiosos, como los yihadistas o fundamentalistas cristianos en EE. UU. Todas estas comunidades se adhieren a ideologías que combinan componentes religiosos, territoriales y nacionalistas. Además sus militantes perpetran los actos violentos como la única vía redentora para crear un nuevo orden. Estos grupos tienden a justificar el terror como un deber divino ordenado por una interpretación radical de las escrituras religiosas. Estos grupos que practican la violencia política, rechazan la reconciliación y tienden a reclutar miembros de redes familiares y de amistad que a menudo están integrados en instituciones religiosas y culturales.
Para finalizar, no se debe olvidar que el terrorismo religioso judío se da en un escenario político y social, como es el israelí, donde los movimientos de los colonos, tanto los representados en la Knéset como en el gobierno, han servido y sirven de gran armazón ideológico para estas actuaciones, aunque oficialmente no las compartan y solo las condenen cuando la víctima es un judío, como es el caso del asesinato de Yitzhak Rabin. También se desarrolla en aquellos ámbitos, donde el Estado tiene cada vez más dificultades para mantener los espacios de laicidad del mismo. Por lo tanto, se puede afirmar que, intelectualmente, las bases para la reaparición, desarrollo y perpetuación del terrorismo religioso judío en Israel tienen sólidas estructuras mientras persistan ciertos grupos como Gush Emunim o el Consejo Yesha en activo, o partidos políticos como Hatzionut Hadatit, incluso en el gobierno. Cada vez más existe conciencia en el gobierno de Israel que la lucha contra el terrorismo religioso judío es comparable al que se desarrolla contra el palestino.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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