Raquel Castro/ Las maravillas de la música judeo-árabe

Hasta las primeras décadas del siglo XX, en países árabes, judíos, musulmanes y cristianos compartían en buena medida gustos musicales

Enlace Judío México e Israel – Todo comenzó con unos discos LP recién donados al CDIJUM. Al acercarme a verlos, me sorprendió que varios de ellos estaban rotulados en árabe. Nombres que nunca había escuchado se sucedieron en cascada: Wadih El Safi, Samira Tewfik, Farid al-Atrash, Abdel Halim Hafez, Oum Kalthoum… Muchos de los discos habían sido hechos en Egipto, pero había algunos que procedían de Francia.

Tomé nota de los que pude y, llegando a mi computadora, me puse a buscar información al respecto. Me sorprendió mucho la diversidad que encontré: un cantante era cristiano libanés, mientras que otro era musulmán egipcio y un tercero era judío argelino.

Poco a poco fui entendiendo lo que para mí era un rompecabezas pero que, seguramente, había sido obvio para los dueños originales de los discos que habían llegado al CDIJUM: hasta las primeras décadas del siglo XX, en los países árabes, judíos, musulmanes y cristianos compartían en buena medida los gustos musicales y el aprecio por determinados compositores e intérpretes, sin hacer distinciones acerca de sus orígenes o su fe.

Esto es importante al estudiar la historia del pueblo judío porque, a menudo, el peso del conflicto árabe – israelí nos hace olvidar que, hasta la primera mitad del siglo XX, hubo una nutrida población judía en Argelia, Egipto, Irak, Líbano, Libia, Marruecos, Siria, Túnez y Yemen.

Bien pensado, lo que nos debería parecer extraño no es que haya discos de música árabe en el acervo del CDIJUM, sino que, en general, nos haya llegado tan poca información de estos artistas, que en sus regiones de origen fueron tan influyentes … y que tuvieron vidas realmente apasionantes.

Por ejemplo, Oum Khaltoum (su nombre también escrito Umm Kulthum), cuyo verdadero nombre era Fatima Ibrahim as-Sayed El-Beltagi. Nacida en 1904, en Egipto, fue cantante, actriz y compositora, y estuvo en activo desde la década de 1920 hasta los años 70.

Considerada una de las cantantes más populares del mundo árabe, vendió más de 80 millones de discos! Era tan importante en su país, que el gobierno le dio el título honorífico Kawkab al-Sharq (Estrella del Oriente) y aún Por supuesto que también hay músicos ahora hay quienes se refieren a ella como “La voz de Egipto” o “La cuarta pirámide de Egipto”.

Por cierto, ella empezó su carrera siendo niña, disfrazada de muchacho, para que no se criticara a su padre, un imán(1), por permitirle a una hija pisar los escenarios. Murió en 1975, en El Cairo. Su funeral se convirtió en un suceso nacional, con alrededor de cuatro millones de egipcios alineados en las calles para despedirla mientras pasaba el cortejo fúnebre.

Otro caso interesante es el de Farid al-Atrash, compositor sirio egipcio que también destacó como cantante, intérprete de oud y actor.

Protagonista en 31 películas y considerado “el rey del oud”, no era musulmán ni judío: pertenecía a una familia noble drusa. Su vida personal fue muy intensa (adicción al juego, amores turbulentos, incluyendo a Nariman, la esposa del rey egipcio Faruk I, depuesto en 1952).

En todos sus conciertos acostumbraba cantar un mawal: una improvisación lenta de unas pocas líneas poéticas, que él hacía durar hasta quince minutos. A la fecha, cuando en Egipto se habla de música y alguien menciona el nombre “Farid”, los demás saben que se refieren a él, incluso sin que tengan que añadirse sus apellidos, así de popular sigue siendo, pese a su muerte en 1974, en Beirut, Líbano.

Por supuesto que también hay músicos judíos en esta lista. Empezaré con el pianista y compositor Maurice El Mediouni, nacido en Argelia en 1928, y famoso por interpretar melodías árabes, andaluzas, sefardíes y música popular argelina, conocida como raï. Tras la independencia de Argelia se mudó a París, Francia, donde trabajó como sastre y, ocasionalmente, acompañando al piano a cantantes judíos.

Más adelante retomó su carrera musical, a la que se dedica sobre todo en Francia e Israel, con antiguos compañeros de su tiempo en Argelia y con nuevos socios, como los Klezmatics.

Ahora, un ejemplo familiar: los Mourad.

La historia comienza con Ibrahim Zaki Mordechai (1880-1946), quien nació en Alejandría, Egipto, y fue un reconocido jazán, músico y compositor. En su juventud, se casó con una joven judía nacida en Polonia, Gamilah Salmon. Con ella procreó al menos dos hijos: Leila (o Layla), llamada originalmente Lillian (1918-1995) y Mounir, originalmente Maurice (1922-1981).

Ambos hermanos siguieron los pasos de su padre: Leila comenzó estudiando música con su padre y luego con otro músico judío egipcio, Dawood Hosni, quien escribió la primera opereta en árabe. Activa en los escenarios desde los 9 años de edad, muy pronto destacó como cantante y actriz, y fue considerada una de las estrellas más importantes del mundo árabe, tanto así que en 1953 se le escogió como la artista oficial de la revolución egipcia.

Por su parte, su hermano Maurice fue también cantante y actor, en buena medida introductor del jazz a Egipto, y además es considerado pionero de la música para espectáculos de “danza árabe” de la época moderna. Cuando los ataques a los judíos en Egipto se recrudecieron, la familia se convirtió al Islam y quizá fue entonces que cambiaron su apellido de Mordechai a Mourad.

Para terminar, les comparto a mi nuevo favorito: Lili Boniche (1922-2008). Su nombre verdadero era Elie Boniche, y nació en el seno de una familia sefardí de Argelia. Aprendió a tocar sin ayuda el oud de su padre a los siete años de edad, y a los diez se fue de casa para ser entrenado musicalmente en ese instrumento. A los 15 hizo su debut en la radio argelina y, en su juventud, hizo carrera en Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, como cantante de repertorio.

Lo realmente interesante es que incorporó a la música franco-árabe elementos nuevos, como el tango, el pasodoble y el mambo. Él llamó a su estilo “francarbe” También incluyó en su repertorio muchas canciones populares cubanas, pero con la letra traducida al árabe.

Boniche se retiró en los años 50, pero relanzó su carrera en 1990, con la ayuda de la guitarra eléctrica y nuevos arreglos, “para salvar del olvido el encanto y la elegancia de la música de una era pasada”. (Con información de la disquera Oriente Musik.)

Fuente: Vitral CDIJUM, Julio 2021.


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