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viernes 15 de noviembre de 2024
El rey judío debe guardar un perfil bajo. Esto es completamente opuesto a lo que tenían imponer su superioridad sobre los súbditos para ganarse su respeto

Rabino Yosef Bitton/ Shofetim: La diferencia entre el rey de Israel y los otros reyes

Enlace Judío México e Israel – Uno de los primeros temas que aborda esta Perasha es el del «rey» de Israel. A diferencia de todas las demás monarquías del mundo, para el pueblo judío el rey no era la figura central. Tener un rey humano parece como un mal necesario, como si la Torá (Debarim 17:14 ) solo «accede» a que el pueblo tenga un rey, no lo «prescribe».

Y así lo vemos también en el libro de Shemuel, capítulo 8. Cuando Dios le dice a Samuel que el pueblo pide un rey porque «me han rechazado a Mí»

El rey judío debe guardar un perfil bajo. Esto es completamente opuesto a lo que tenían imponer su superioridad sobre los súbditos para ganarse su respeto. Los reyes gentiles se consideraban a sí mismos –y se comportaban– como «dioses».

Egipto tenía muchos dioses, pero por encima de todos ellos estaba el Faraón. Como dice Yejezquel (29:3) del monarca egipcio: «El Gran Cocodrilo [así se llamaba a sí mismo el faraón], que dice: mío es el rio Nilo [también una divinidad suprema en Egipto] y yo me creé a mi mismo«. Algo parecido pasaba con los reyes y emperadores romanos, como Calígula, que se refería a sí mismo como un dios.

En la edad media los reyes no eran muy diferente. Quizás no se presentaban como dioses, pero se consideraban «portavoces» de sus dioses. Lo cual dotaba a sus decisiones, por más inmorales y arbitrarias que estas fueses, de infalibilidad y de un carácter «divino» (como sucede hasta hoy el día con el Papa).

El rey no obedecía ni daba cuentas a nadie. Era una obligación «divina» obedecer al rey. Obedeciendo al rey se obedecía dios. Y de esta manera se produjeron innumerables abusos y ultrajes, en nombre de los dioses.

La Tora es única y en este aspecto absolutamente «revolucionaria».

Nuestra Perashá describe 3 características del rey de Israel:

  1. El rey de Israel tiene limitaciones. No puede acumular tesoros, así no podría justificar cobrar excesivos impuestos al pueblo. El rey judío tampoco podía tener demasiados caballos, así no se hacía de un ejército más poderoso de lo necesario. Y no podía tener demasiadas esposas en su harén, lo que en ese entonces implicaba, entre otras cosas, un límite en las alianzas que podía establecer con pueblos gentiles vecinos (Debarim, 17:16-17).
  2. El rey de Israel también debía ser un talmid jajam, es decir, un estudioso de la Torá. Tenía que escribir un Sefer Torá, el libro de Debarim, (17:18) y llevarlo con él adonde sea que fuera, para nunca olvidarse que él, el rey debía ser fiel a la ley Divina. El rey de Israel debía estudiar la Torá «todos los días de su vida» (17:19) para aprender todo lo que HaShem espera de él y de cada uno de sus súbditos. Su estudio no era para presumir de sabiduría ante nobles o plebeyos, sino para mejorar su proceder y refinar su carácter, como veremos a continuación.
  3. Quizás lo más característico del rey judío era que –en completa oposición a la actitud de los reyes gentiles y hasta de algunos presidentes contemporáneos- es que debía comportarse con humildad.

Así dice la Torá explícitamente Debarim 17:20: [El rey tendrá que leer la Torá…] para que su corazón no se enaltezca por sobre sus hermanos y no se aparte de Sus mandamientos a la derecha o a la izquierda…». Que note el lector la suprema lección de humildad: La Torá no dice que no se enaltezca por sobre «sus súbditos» sino sobre «sus hermanos».

En el pueblo judío la relación rey súbditos no era vertical: era horizontal. NO se establece como «rey / súbditos», sino como «hermano mayor / hermanos».

Mientras que en los demás pueblos el rey era la excepción en cuanto a obedecer la ley, en el sentido que no estaba sujeto a la misma y la podía cambiar a voluntad por su condición de portavoz de los dioses, el rey de Israel debía ser el ejemplo, el primero en someterse a la ley.

En el pueblo judío el rey no es «la figura central» porque la ley no depende de su autoridad. Y por eso la Torá no menciona ninguna obligación de obedecer al rey humano: los reyes y los súbditos del pueblo judío están obligados a obedecer una misma ley: La Torá.

La siguiente oración resume todo lo que se puede decir sobre la diferencia entre lo que era el rey en el pueblo de Israel y lo que eran los reyes en otras naciones y culturas.

MIENTRAS QUE EN LOS DEMÁS PUEBLOS EL REY ES DIOS, EN EL PUEBLO DE ISRAEL DIOS ES EL REY


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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