Enlace Judío México e Israel – EL CONTEXTO DEL SACRIFICIO DE ISAAC
Una de las razones principales por las cuales escuchamos el Shofar en Rosh haShaná es para recordar el sacrificio de Isaac, esto es, la última de las “10 pruebas” a las cuales fue sometido nuestro patriarca Abraham.
Sin duda, este simulacro de sacrificio, despierta muchos interrogantes, que pienso que para ser evacuados debemos ver a las 10 pruebas de Abraham como un todo. Porque si analizamos aisladamente el sacrificio de Isaac, estaremos perdiendo el contexto que le da significado a este evento.
Confieso que nunca antes pensé en esto, y que ahora que se me ocurrió me sorprendo de que no se me haya ocurrido antes… Tampoco recuerdo haber leído respecto a como se relacionan las 10 pruebas entre sí y de qué manera llevan progresivamente al sacrificio de Isaac.
¿QUÉ SON LOS NISIYONOT?
Comencemos entonces por el principio. Los Sabios indican en Pirqué Abot que nuestro patriarca Abraham tuvo que pasar por 10 nisiyonot. Se suele traducir nisaiyón como «prueba», examen o test para determinar si el individuo examinado aprueba o no aprueba ese examen.
Maimónides, sin embargo, cuestiona esta definición y la rechaza. En primer lugar porque el Creador es omnisciente, y no necesita poner a prueba a sus fieles para saber cómo van a responder.
En su libro Moré Nebujim, la Guía de los perplejos (3:24), Maimónides explica que un nisaiyón es una prueba en el sentido que aquel que la pasa exitosamente, aprende una lección de vida que no sabía anteriormente, y que en el caso de nuestros patriarcas, lega para la posteridad.
El nisaiyón educa y hace crecer al que la vive. Y sin duda los 10 nisiyonot de Abraham, las “diez pruebas” que superó, forjaron su fe y la fe del pueblo judío.
Voy a comenzar a describir estas experiencias, una por una, con la intención de demostrar que hay una progresión en el proceso de aprendizaje de Abraham, que va desde la primera hasta la última prueba: el sacrificio de Isaac. Y de esta manera comprenderemos en mayor profundidad qué debemos pensar y sentir cuando escuchamos el Shofar en Rosh HaShaná.
IDENTIFICAR A DIOS
De acuerdo a nuestros Sabios Abraham comenzó a rechazar la idea de la idolatría desde una temprana edad. Quizás porque su padre se ocupaba de fabricar ídolos y lucraba con la inocencia de la gente, fue más fácil para Abraham comprender el aparato de manipulación detrás del paganismo y cómo la idolatría servía a los intereses de los poderosos, a los estafadores y a los charlatanes.
Una vez que pudo desprogramarse del pensamiento pagano, Abraham llegó a la conclusión de que existe un único Dios, inteligente e invisible que es el creador de los cielos y la tierra. La primera prueba comienza cuando Abraham tiene 75 años y Dios se revela a él a través de “Su Voz”.
La Voz Divina no llega desde el interior de uno mismo. Es imposible confundirla con un pensamiento, un sueño o una alucinación. Es una Voz (quizás telepática) que en hebreo llamamos “profecía” y que se reveló a nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob y luego a Moshé y a nuestros profetas.
El primer desafío de Abraham fue identificar esa Voz como la palabra de Dios. Esto no es fácil. Especialmente cuando la Voz Divina nos está dando una orden que espera que obedezcamos.
PEQUEÑOS GRANDES SACRIFICIOS
El Creador le ordena “abandonar la tierra de Jarán” –donde Abraham tenía a su familia y vivía en prosperidad — y emigrar hacia el sur a Cannán. Abraham obedeció esta orden porque la identificó como una orden Divina. Y estuvo dispuesto a sacrificar su buen pasar en Jarán, desarraigarse de su familia y comenzar una nueva vida en una tierra donde no conoce a nadie y nadie lo conoce a él.
Este sacrificio puede parecer mínimo comparado con el sacrificio de Isaac, pero recordemos que es la iniciación de Abraham, y que el desafío mayor es reconocer que la Voz que escuchó no es una ilusión.
Abraham obedece, deja todo atrás y se encamina hacia donde la Voz se lo indica. Seguramente con miedos, pero sin cuestionamientos. Abraham pasa la primera prueba: reconoce y obedece la palabra Divina.
¿QUÉ APRENDEMOS DE ABRAHAM?
Antes de pasar a la próxima prueba, me quedo pensando en que nosotros enfrentamos nuestras propias pequeñas pruebas a diario. Un judío observante tiene que estar dispuesto a hacer permanentes sacrificios para observar la Torá: levantarnos más temprano para rezar, tener más limitaciones en lo que comemos, dejar de trabajar en Shabbat, etc.
Y aunque todos estos desafíos son mucho menores que los que vivió Abraham, dependen del mismo principio: los hacemos porque tal como aprendimos de nuestro padre Abraham, estos mandamientos son Divinos.
El principio de todos los principios en el judaísmo es que la Torá es la Voz y la Palabra que Dios reveló a nuestros padres en Sinai. Tal como Abraham, también nosotros debemos obedecer la Torá, aun cuando esto implique ciertos sacrificios.
Junto con la orden, Dios también le hace una promesa a Abraham: le asegura que en Canaan se convertirá en una gran nación, que Dios lo bendecirá –con prosperidad–y que lo protegerá de sus enemigos.
¿Pero qué ocurre cuando uno se encuentra con dificultades y las bendiciones de prosperidad que el Creador asegura a los que siguen Sus mandamientos no llega?
Esa será la segunda «prueba» por la que tendrá que pasar Abraham.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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