Enlace Judío – Cada semana, la periodista Shir Reuven de Haaretz entrevista a pasajeros en el Aeropuerto Ben-Gurión que llegan y salen de Israel.
En esta ocasión, un estudiante estadounidense en Israel descubre las maravillas de las células madre y dos israelíes exploran sus raíces ucranianas.
Jordan McCarthy, de 23 años vive en Haifa y vuela a Roma.
Hola Jordan, ¿qué tal tus vacaciones en Israel?
La verdad es que vivo en Israel; me mudé aquí hace 10 meses desde Boston. Soy estudiante de maestría en la facultad de biología del Technion, en el laboratorio del Dr. Yaron Fuchs. Es un excelente laboratorio, y los estudios son mucho más accesibles que en Estados Unidos, así que esa es otra razón por la que estoy aquí.
¿Vuelas a Boston para visitar a tu familia?
No, me voy a Europa. Empezaré en Roma, luego visitaré la ciudad natal de la familia de mi madre en Sicilia. Después iré a Suiza a ver a unos amigos, luego a Portugal, Francia, Berlín, y después volveré a mis estudios en Haifa.
¿Por qué tu familia dejó Sicilia?
Creo que eran muy pobres y había mejores oportunidades en Estados Unidos. Es curioso que me mudara de Estados Unidos para tener mejores oportunidades aquí. Es un mundo cambiante.
¿Cómo fue el cambio?
Me encanta Haifa. Es una ciudad mixta, tiene de todo. Puedo viajar media hora a Aco, ir a Tel Aviv y sentir que estoy de vacaciones. En Estados Unidos, no hay manera de hacer eso: viajar un poco y sentir que estás en un lugar completamente diferente. Además, Haifa es una ciudad fácil de conocer, algo que tampoco es habitual en Estados Unidos. Me siento realmente parte del lugar.
¿Qué estudias?
Investigo sobre las células madre. Las células madre son el futuro; pueden convertirse en todo tipo de células del cuerpo. En particular, investigo las células madre durante el embarazo. Descubrimos que las mujeres que sufren un infarto cuando están embarazadas tienen una pequeña ventaja en la recuperación, y quisimos entender por qué. Resulta que cuando una mujer embarazada sufre una lesión, el embrión envía células madre a la parte lesionada de su cuerpo, lo que acelera la recuperación. Esto se descubrió porque una mujer suele tener dos cromosomas X [sexo femenino], pero si está embarazada de un varón, se encontrará un cromosoma X y otro Y [sexo masculino] en la zona lesionada. Es maravilloso, estoy asombrado de que lo hayamos descubierto. No sabemos cómo se desplazan a la parte lesionada, ni qué las lleva allí, pero sabemos que están ahí.
Es increíble ¿el embrión realmente mantiene a su madre viva?
Sí. Así que la pregunta es si se trata de altruismo, o si los embriones son egoístas y quieren asegurar su propia supervivencia salvaguardando a la madre que los lleva.
¿Qué piensas tú?
Creo que son egoístas. Ese es mi proyecto aquí, y el Technion me está dando una excelente oportunidad para estudiarlo en un excelente laboratorio. No somos el primer grupo que lo estudia, pero estamos entrando en la investigación de las células madre muy pronto, y parece ser muy significativo y fascinante.
¿Cuál es el futuro? ¿Dónde acabarán las células madre?
En nuestro cuerpo. Totalmente. También veo cómo utilizaremos las células madre que ya están dentro de nosotros. Una de las concepciones erróneas sobre las células madre es que solo existen en el embrión, pero cada uno de nosotros tiene miles de millones de ellas ahora mismo. Están en la piel, en el hígado, en el cerebro. La investigación está muy avanzada y sigue avanzando todo el tiempo. La cuestión es la regulación. Necesitamos una regulación a nivel gubernamental para poder implantar células madre en las personas. Es un proceso lento. Una terapia centrada en las células madre podría llegar solo 25 años después del avance científico inicial; podría basarse en una tecnología descubierta décadas antes.
Como alguien que está estrechamente relacionado con el tema, ¿qué opinas del escepticismo sobre las vacunas contra COVID-19?
Lo veo en Facebook todos los días. La gente tiene dudas por el poco tiempo que tomó en desarrollar la vacuna. Yo mismo puedo decir que, en general, se requiere más tiempo, pero la tecnología que hay detrás es muy segura. Es difícil describirla en un lenguaje simple; siempre pienso en cómo se lo explicaría a mi abuela. Le dije a toda la familia que se vacunara, y todos lo hicieron.
Esther Gonopolsky, de 24 años, y Sonia Ishenko, de 37 años, residentes de Jerusalén y Petah Tikva, respectivamente; llegan de Boryspil, Ucrania.
Sonia comenta que son hermanas, con 13 años de diferencia.
¿Qué hicieron en Ucrania?
Sonia: Estuvimos en Kropyvnytskyi, la ciudad donde nací, solo que entonces se llamaba Kirovohrad. Llegué a Israel cuando tenía 8 años, y Eti nació aquí.
¿Cómo fue el viaje?
Esther: Caluroso.
Sonia: Y no hay aire acondicionado, ni siquiera en el tren.
Esther: Pero fue muy interesante. Obviamente no sentí la misma nostalgia que Sonia, porque nunca estuve en esos lugares, pero fue una experiencia hermosa. Había oído muchas historias, así que al menos pude sentirlo un poco.
Sonia: También visitamos todos los lugares sagrados. Fuimos a la sinagoga que mi padre fundó, obtuvo un permiso para utilizar un edificio como sinagoga. Antes era una biblioteca. Estuvimos en el cementerio.
Esther: Buscamos entre la maleza para ver quién está enterrado dónde.
¿Las lápidas tienen inscripciones en hebreo?
Sonia: No, tal vez hay una o dos lápidas en hebreo. Son personas que fueron enterradas en los años 60, 70 y 80, que hicieron todo lo posible para no ser considerados judíos, aunque estén enterrados en la sección judía. Así que ahí están Feldman, Miklin y Barbinsky, pero los nombres están escritos en ruso. Eran soviéticos, aunque eran judíos.
¿A qué te refieres?
Sonia: Mi bisabuela, de la que recibí el nombre, siempre tenía una olla separada para la leche. Ella no recordaba por qué, solo recordaba que no se come conejo y que hay una olla separada para la leche. Hasta ahí llegaba su judaísmo. Pero lloró cuando murió Stalin. Cuando llegamos a Israel, mi abuelo Ilya escuchó el idioma y de repente recordó una bendición que había aprendido en el heder antes de la Segunda Guerra Mundial: “shehakol nihia b’dvaro” [una bendición para ciertos alimentos]. Además, era un soldado soviético, alguien que formaba parte del sistema.
Imagino que también tienes un vínculo con el judaísmo.
Sonia: Simplemente me gustan las faldas. No me definiría como religiosa; somos más tradicionales. Ya no observo el Shabat, pero hacemos Kabalat Shabat [ceremonia para dar la bienvenida al sábado]. Llegamos a Israel por motivos sionistas. Mi padre tenía claro que ahora seríamos religiosos, porque así es como se comportan los judíos. Fuimos a escuelas religiosas, y él llevaba una kipá hasta que descubrió la cábala [mística judía].
¿Descubrió la cábala?
Sonia: Mi padre buscaba el sentido de la vida. La religión no le daba suficientes respuestas, así que encontró la primera edición rusa del libro del rabino [Michael] Laitman, que difundió la sabiduría de la cábala; era su misión. Papá leyó el libro y llamó a Bnei Baruch [asociación de cábala fundada por Laitman] para preguntar si había más libros… Al final nos trasladamos de Tzfat al centro del país, para estar más cerca del centro de cábala de Bnei Baruch. Eso fue en 1997, cuando Esther nació.
Lo conozco un poco. Hay grandes reuniones allí, te levantas en medio de la noche para estudiar cábala, das un diezmo.
Sonia: Un diezmo es solo una recomendación. Bnei Baruch tiene un sitio web desde 1995. En cuanto a levantarse a media noche… algunos se levantan, otros no. Es un momento libre de todo tipo de pensamientos ajenos. Los cabalistas siempre estudiaban por la mañana, antes del amanecer.
Debes haber escuchado que algunas personas dicen que Bnei Baruch es una secta.
Sonia: Hablo por mí, como alguien que creció y eligió esta forma de vida. No es lo único que hago. Tengo una familia, un negocio y me desarrollo en otras áreas. Decir que es una secta es como decir que gente que vive en el corazón de Tel Aviv y tiene una especie de punto de vista hedonista, pertenece a una secta hedonista. No, es una persona que eligió vivir así. Sobre todo porque la comunidad cabalista nunca cerró las puertas a las personas que querían irse. Si una persona decide que no es para ella, ¿por qué perder el tiempo?
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