Joseph Hodara/ Lise Meitner, la olvidada “madre de la bomba atómica”

Enlace Judío – Nadie cuestiona la importancia de Albert Einstein (1879-1955) en los adelantos de la física, de las matemáticas y de la astronomía que se verificaron en el siglo XX. 

Así, con justicia mereció en 1922 el Premio Nobel gracias a los empeños del alemán Max Planck, quien dio a conocer la amplia importancia de sus incursiones teóricas cuando no pocos se inclinaban a ignorarlas.

Sin embargo, uno y otro fueron en su momento indiferentes a los aportes de una mujer judía que en la década de los treinta enriqueció a la teoría de la relatividad de suerte que hoy —para no pocos— es considerada la madre de la bomba atómica. 

Aludo a Lise Meitner. Nació en Viena en 1878 cuando se empezaba a permitir y a tolerar los estudios universitarios a la mujer más allá del clima misógino que imperaba, a la sazón en los medios políticos e intelectuales. 

Sus padres procuraron encaminarla al estudio del idioma francés a fin de que contara con alguna profesión en su futuro. Sin embargo, ella prefirió incursionar en las matemáticas, incluyendo la física y química que entonces conocían decisivas revoluciones. 

Al paso de los años se distinguió como una de las pocas mujeres que obtuvo un doctorado en Austria en los inicios del siglo XX. Algunos físicos y matemáticos como Ludwig Boltzmann y Max Planck acertaron en aquel momento a reconocer sus méritos. 

En 1906 Lise resolvió radicar en Berlín con el propósito de trabajar al lado del químico Otto Hahn. 

En variados encuentros sociales y artísticos conoció a Albert Einstein, un genio obstinadamente interesado en las matemáticas y en el violín. 

Lise se abstuvo de solicitar la nacionalidad alemana. Decisión que jugó en su favor cuando Hitler asciende al poder en 1933 e impulsa el odioso hostigamiento contra los judíos alemanes. 

Sin embargo, en el correr de pocos años el ambiente en Berlín se le tornó difícil y deprimente. A pesar de que Lisa había adherido al credo protestante, su condición original de judía resultaba inadmisible para los nazis. 

En estas circunstancias y con la ayuda de Otto Hahn se fugó de Alemania para continuar en Suecia sus investigaciones del átomo al lado del celebrado Niels Bohr. 

Aquí amplió sus investigaciones sobre la física cuántica, un tema que entonces –siguiendo a Einstein– obsesionaba a figuras como Enrico Fermi en Italia, Joliot-Curie en Francia y a los judíos húngaros Leo Szilard y Edward Teller radicados en EE. UU. 

En 1939 Lisa dio un decisivo paso en el estudio de la fisión del átomo sin percibir sus aplicaciones prácticas y militares. Pero cuando la noticia sobre sus investigaciones llegó a la universidad de Princeton, Einstein entendió de inmediato la importancia y las aplicaciones de sus pesquisas.

Entonces Einstein resolvió apelar al presidente Roosevelt con el fin de lograr el apoyo necesario para adelantar las opciones militares abiertas por los hallazgos de Lise y de otros físicos y matemáticos. 

Cuando arrancó al fin el celebrado Proyecto Manhattan jefaturado por el judío norteamericano Robert Oppenheimer, Lise fue invitada a formar parte en esta importante iniciativa. Pero ella prefirió continuar en Suecia las investigaciones teóricas sobre la fisión del átomo.

Por su lado, Otto Hahn había avanzado fuera de Alemania en sus pesquisas con amplio conocimiento de los hallazgos de Lise. En 1944 se le otorgó el Premio Nobel, alta distinción que debió haber compartido con ella. 

No ocurrió pues Hahn se abstuvo de formular un reconocimiento explícito a las avanzadas investigaciones de Lise en torno a los secretos del átomo. 

Por añadidura, algunos jueces del Nobel apenas reconocían en aquel momento  la capacidad femenina para ahondar en estos temas.  

En el andar del tiempo esta injusta decisión fue en parte compensada por la concesión a Lise de la medalla Max Planck en 1949, además del premio Enrico Fermi en 1966, y la alta membresía en más de 12  academias de ciencias en el mundo. 

Cuando en los cincuenta Lise llegó a EE. UU., los periódicos le saludaron como “la madre de la bomba “, un título que rechazó con firmeza. 

Múltiples universidades le invitaron a disertar y junto con Eleanor Roosevelt tomó parte en emisiones radiales dirigidas a impulsar una recuperación humanista de la sociedad mundial después de la guerra.  

Falleció en Cambridge, Inglaterra, en 1968. Años después la Universidad Humboldt en Berlín levantó una estatua con su efigie al lado de la de Max Planck en reconocimiento a sus logros. 

Calles, avenidas y estampillas portan su nombre en Alemania y en Austria. Para Einstein fue su Marie Curie alemana. Y en Israel aún espera amplio y explícito reconocimiento.

 


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Joseph Hodara: Joseph Hodara es un académico miembro de la Facultad de Sociología y Antropología de la Universidad Bar Ilán de Israel.