Enlace Judío México e Israel / Aranza Gleason – Uno de los temas centrales del periodo de fiestas judías en el que nos encontramos es el del Juicio de Dios (Din) y la teshuvá (enmienda). Se nos dice que empieza en Rosh Hashaná y termina al concluir Sucot. De esta manera, cada festividad nos enseña formas distintas de acercarnos a Dios a través del conocimiento individual de la persona y sus emociones. Ya sea a través del miedo o la alegría, las tres festividades tienen una forma única de invitarnos a pensar en quiénes somos, lo que queremos para nuestro futuro y las distintas caras de Dios que podemos ver en ese encuentro.
¿Qué es la teshuvá?
La teshuvá generalmente se traduce como “arrepentimiento” sin embargo, la palabra en hebreo se refiere a un concepto mucho más amplio que su traducción, pues el arrepentimiento es tan sólo uno de los elementos que conforman el proceso de teshuvá; no es su totalidad. “Teshuva” quiere decir “regreso” se refiere al proceso en que una persona descubre una característica mala en ella, un hábito malo, una actitud negativa o se arrepiente de acción cometida y decide cambiar “regresa” a buen camino, a ser quien realmente debe ser. Parte de la idea de que no importa cuánto nos hayamos perdido, cuánto hayamos abandonado nuestro lado positivo siempre podemos regresar a él, siempre podemos cambiar para ser mejores.
El concepto va incluso más lejos, porque el que cambia es también un hombre nuevo, tiene un entendimiento mayor que el que nunca necesito regresar. Aprende de sus errores y los convierte en sus virtudes. Aunque usualmente asociamos el proceso de teshuvá con emociones intensas como el miedo y el dolor uno también llega a la teshuvá desde la alegría y el placer de cambiar. Por eso, Rosh Hashaná, Kipur y Sucot son festividades que si bien tienen un elemento de juicio, de respeto, de miedo en su esencia son celebraciones y están rodeadas de festejo y alegría. Cada una de ellas nos muestra una cara distinta de la teshuvá, lo hacen hablándonos de cómo relacionarnos con Dios en ese día.
Rosh Hashaná, encontrar nuestro lugar en el mundo
Yom Kipur, el día de la reparación
Yom Kipur se festeja diez días después de Rosh Hashaná en ese período de tiempo tratamos de reparar todos los errores que tuvimos en el año, hacemos las paces y pedimos perdón a quienes hayamos ofendido. Funciona así porque es el día en que Dios perdona nuestras faltas. Es decir, las cosas que intentamos y no pudimos solucionar por nosotros mismos, se nos ayuda a corregirlas; y se nos perdonan las faltas que hicimos abiertamente contra Él, o incluso aquellas que desconocemos e hicimos por descuido. Es un proceso de purificación y limpieza espiritual que llevamos a cabo a través del ayuno, los rezos y el vidui (un momento que ocurre en privado, a través del cual verbalizamos nuestras faltas; las reconocemos frente a Dios). De cierta forma Kipur es el climax de la teshuvá, es el día en que más nos concentramos en pedir perdón y cambiar. Sin embargo, también podemos ver como el proceso que inicia en Rosh Hashaná se continua en Yom Kipur: en Rosh Hashaná reconocemos la injerencia de Dios en el mundo, vemos el lugar al cual queremos dirigirnos, mientras que en la preparación para Kipur empezamos a dirigirnos hacia allá; corregimos nuestras equivocaciones para tener un comienzo sin pesos ni fatalismos.
Sucot, aceptar el mundo como nos es dado
Generalmente no suele asociarse a la festividad con la teshuvá, sin embargo es parte del ciclo de festividades que conforman ese ciclo y se nos menciona que Dios juzga hasta que la semana de Sucot ha terminado, por lo cual, Sucot también se presenta como una oportunidad para hacer teshuvá. Sin embargo, la teshuvá que hacemos en Sucot es distinta a la de Rosh Hashaná y Kipur, Sucot se trata de aceptar el mundo que nos rodea tal cual es, se trata de agradecer el mundo que nos rodea y amarlo. La teshuvá bajo está cara significa aceptar nuestra realidad tal y como se nos presenta, ser felices en ella y la mejor persona que podamos ser.
Rosh Hashaná nos ayuda a ver el lugar al que queremos dirigirnos, Kipur a caminar hacia allá y Sucot a aceptar el lugar donde estamos.
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