Enlace Judío México e Israel – Simjat Torá se llama de esa forma gracias a la tradición de celebrar la Torá en el segundo día de Sheminí Atzeret. Suelen organizarse bailes donde cada integrante de la comunidad baila alrededor de la Bimá (mesa donde se lee la Torá) mientras se cargan los rollos de Torá y se pasan de mano a mano. Es una tradición que data de la Edad Media y que se volvió popular entre diversas comunidades con el tiempo. Aunque, nunca fue aceptada sin cierta pugna entre los rabinos, pues la idea de bailar con un sefer Torá siempre presentó problemas con respecto al honor que se le debe dar a un objeto de dicha magnitud y los peligros que por accidente uno de los asistentes ropa una halajá o desacralice de alguna forma el rollo; incluso hoy hay comunidades que no realizan los bailes de Simjat Torá. Aún así es una costumbre que se volvió sumamente popular y casi todas las congregaciones se practica dentro de la sinagoga en la noche y la mañana del segundo de día de Sheminí Atzeret tras la recitación de la Amidá.
La practica ha evolucionando con el tiempo. En sus inicios no se bailaba con los rollos de Torá sólo se cantaba y se rodeaba la Bimá, más adelante se empezaron a colocar los rollos en el centro y después se empezó a bailar con ellos. Es una práctica en la cual la presencia masculina ha sido predominante, pues surgió entre grupos de estudiosos, que inicialmente eran conformados sólo por hombres y se hacía para festejar un año de estudio. Fue hasta mucho después que la practica se extendió hasta los espacios compartidos por hombres y mujeres como las congregaciones y los rezos. Por lo mismo la respuesta de las mujeres a la práctica ha sido variada a lo largo de los años.
En congregaciones conservadoras y reformistas donde no se marca una diferencia de género en la participación religiosa y no se limita tanto el contacto entre hombres y mujeres los bailes suelen ser mixtos como ocurre con los rezos. Sin embargo, en congregaciones ortodoxas donde se respetan ciertas exigencias halajicas como la separación de hombres y mujeres durante los rezos, la prohibición de bailar o cantar en frente de hombres, las mujeres han tenido una respuesta distinta frente a los bailes de Simjat Torá y han encontrado formas diversas de incluirse en la celebración. Para algunas bailar en Simjat Torá es sumamente importante, mientras que otras mujeres activamente se abstienen de actividades así porque buscan involucrarse de una forma conceptual y emocional separado de lo físico. Las dos visiones tienen sus propias razones, funcionamientos y problemas.
¿Por qué algunas mujeres se abstienen de bailar con la Torá?
La primera vez que celebré Simjat Torá en mi vida tuve un conflicto muy grande de emociones. Por un lado estaba muy feliz de participar en la festividad y vivir la alegría del día, por el otro veía a los hombres bailar con el rollo de Torá y sentía envidia. Se me hizo raro percibir que era la única que tenía ese sentimiento, ninguna de las mujeres que me rodeaban realmente tenían conflicto con abstenerse de participar en la festividad. Cuando pregunté por qué, me dieron respuestas muy interesantes.
Una de ellas particularmente habló de cómo el ver los bailes y concentrarse en compartir la alegría del otro sin expresarla abiertamente con un acto físico la había ayudado a crecer espiritualmente. Le ayudaba a conectarse con áreas de su espiritualidad que de otra forma se verían ofuscadas por lo físico, áreas que además ella asociaba con partes de su feminidad; la forma en que lo expresaba me hizo pensar en una manera de meditación, y debo admitirlo me encantó la idea.
Los siguientes años intenté hacer lo que esta mujer me había platicado y las cosas que iba sintiendo con cada Simjat Torá eran mucho más bellas e intensas de lo que yo había probado antes. El poder sentir la alegría interna de la Torá sin un sólo movimiento físico y a través de la observación hacía que me llenará de alegría. Además aprendí a notar que había muchas mujeres que no sólo se incluían en los bailes a través de la observación, sino que participaban activamente dando dulces a los niños y siendo parte de la organización, para ellas, ver la alegría del baile era el resultado de su trabajo y les traía mayor felicidad que incluso participar en él.
Otra cosa que antes se escapaba de mi vista es que muchas de las mujeres de ese templo asistían a ver los bailes porque en ellos participaban sus esposos, sus hijos; darles a ellos el honor de cargar la Torá y participar de su alegría desde la observación es similar a darles el honor del kidush. La casa judía es una unidad, cuando una mujer prende velas de Shabat en su casa lo hace también por su esposo y sus hijos y ambos comparten la alegría y el mérito de la acción; lo mismo sucede cuando el esposo hace kidush en la cena de Shabat. Marido y mujer se dan esos espacios y honores mutuos porque el cederlos los une más como pareja, les recuerda que son una unidad espiritual, que están construyendo una casa juntos y comparten el mismo camino. Para muchas mujeres el abstenerse de participar en los bailes activamente es una forma de disfrutar y honrar esa sintonía que tienen con sus esposos.
Mujeres que bailan con la Torá
Aunque esa ha sido la forma personal que encontré de relacionarme con los bailes de Simjat Torá, la que a lo largo del tiempo ha traído mayor riqueza a mí vida y que he visto a otras mujeres practicar, es importante remarcar que no refleja la realidad de muchísimas mujeres. Para varias la frustración inicial que sentí ese día se repite año con año al sentirse aisladas de un evento espiritual en el cual les gustaría ser incluidas y participar. Para muchas, Simjat Torá en vez de convertirse en una tradición que les trae mayor alegría y crecimiento a sus vidas se convierte en un día que las aísla, las decepciona y hace que lentamente se alejen del judaísmo. Por eso mismo en Estados Unidos e Israel entre algunos grupos y congregaciones ortodoxas se volvió popular organizar bailes entre mujeres donde también se hacen las hacafot (los circuitos de Simjat Torá) y se baila con los rollos. Tener esa cercanía con el rollo de Torá al menos una vez al año, y poder festejar libremente con bailes la alegría de tenerla se vuelve un símbolo en la vida de quien lo carga. Además le da mucha independencia a la mujer que lo hace y le de la posibilidad de tener un camino espiritual propio. Por eso fue una forma de abrir caminos nuevos de encuentro en la ortodoxia.
Aún así la práctica abrió una discusión halajica entre quienes la aprueban y quienes la rechazan. Dos son los puntos principales de conflicto: 1) la costumbre de no tocar un sefer Torá en días de Nidá y 2) la prohibición de iniciar una costumbre o celebración nueva en un lugar donde ya hay otra establecida. Ambos argumentos halajicos pueden ser rebatidos bajo las obligaciones también halajicas que tiene uno tanto de incrementar alegría en ese día, como de ayudar a su prójimo a acercarse a la Torá (lo que se conoce como kiruv).
Algunas congregaciones han evitado la discusión halajica y preferido organizar bailes y cantos entre mujeres sin los rollos de Torá, de esa forma se aumenta la alegría y se invita a participar de forma activa. Cualquiera de las tres formas que las mujeres de cada congregación decidan usar para festejar la celebración me parece válida, bella, y uno respuesta concisa frente a la práctica judía. Las tradiciones con las cuales decidimos vestirnos nos acompañan a lo largo de la vida. Cargar la Torá, cantar entre mujeres o participar desde la observación a través de una mejitzá, las tres son formas en que varias mujeres han decidido participar de las celebraciones en este día.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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