Enlace Judío México e Israel- .¿ Por qué sabemos tan poco y tan mal de sexo?
Y Adán Conoció a Eva, su mujer…
Libro del Génesis, Capitulo 4, Versículo I
Prácticamente al inicio de la Biblia encontramos ya la primera mención acerca de sexo. “Conoció” significa que Adán tuvo sexo con Eva y que ella concibió a su primer hijo, Caín. La palabra clave es conoció. El sexo requiere de conocimiento.
Y aún antes, en el capítulo II leemos: ” … dejará el varón a su padre y a su madre y serán una sola carne” y Dios dio el mandamiento fundamental: “Creced y multiplicaos”.
Es sorprendente que una actividad que es la generadora de vida y un mandamiento divino como el sexo, para la que todos los seres vivos nacen preparados y equipados y que es tan natural como comer o dormir, a lo largo de la historia de la humanidad se haya convertido en una fuente de interpretaciones equivocadas, culpa, vergüenza y complejos y que se hable de esta en voz baja como si fuera algo sucio, reprochable y pecaminoso.
Además, Dios y la naturaleza nos premiaron con el placer del sexo a cambio de cumplir con la preservación de la especie y, milenios después, cuando el hombre ha alcanzado la luna y se prepara para llegar a otros planetas, paradójicamente, desconoce casi todo acerca de una sexualidad sana.
La moral y a las buenas costumbres
Mostrar los labios, con los que realizamos la función biológica de comer es algo normal y aceptado en todas las culturas y sociedades (casi) mientras que mostrar el pene o la vagina es algo escandaloso, que amerita sanciones, sociales, religiosas y hasta legales, ya que es una falta a la moral y a las buenas costumbres.
Una manera de referirse a las zonas genitales es como “partes pudendas”. Incluso, el nervio sensorial y motor que transporta las señales desde y hacia los genitales, zona anal y la uretra, en medicina es llamado nervio pudendo. Según el diccionario, el significado de pudendo es algo que produce vergüenza.
La contradicción que existe entre la tremenda importancia para la vida que tiene el sexo y los significados de que es algo vergonzoso, sucio, malo, de lo que no se debe hablar, o si se hace, en voz muy baja, es la causa de confusión y malas interpretaciones que provocan sentimientos de culpa, baja de autoestima, traumas y complejos, embarazos no deseados, transmisión de enfermedades, violencia de género y abusos de toda clase.
La educación sexual no es decir gracias al terminar
Afortunadamente, algunas sociedades han avanzado en la manera de tratar este tema, con educación sexual en las escuelas y campañas para la población en general, pero todavía falta mucho para que la vida sexual sea vista tan normal como, por ejemplo, la vida deportiva o la vida laboral.
La manera más común de adquirir conocimientos sexuales, principalmente para los hombres jóvenes es a través de pláticas con hombres mayores, en películas y mediante el consumo de pornografía. Estos canales son los más inadecuados.
La pornografía tiene el inconveniente de que muestra relaciones sexuales irreales. Los actores y las actrices generalmente cuentan con equipos corporales que la mayoría no tenemos, como penes gigantes y pechos descomunales. Además, gozan de una resistencia impresionante y en todo momento están listos para entrar en acción de inmediato. Las mujeres siempre están lubricadas, los hombres nunca tienen problemas de erección y todos son incansables. Además, siempre llegan al orgasmo, en medio de gritos, convulsiones y contorsiones.
Cuando una persona normal se compara con esos actores, es comprensible que se sienta inadecuado, mal equipado por la naturaleza y carente de la histamina necesaria para ser una máquina sexual. Lo que no se toma en cuenta es que todo lo que se ve es una actuación. Aunque los actores realmente cuentan con miembros fuera de lo normal, no representan a la generalidad de la población. Son excepciones y por eso fueron contratados, pero todo lo demás obedece a un guión. Como espectadores, no tomamos en cuenta que entre escena y escena hay cortes en los que descansan, que lo que vemos como espontáneo es ensayado y actuado, que los gritos y jadeos son fingidos y que, en pocas palabras, no tiene casi nada que ver con lo que es una relación normal y placentera entre dos personas.
Sin embargo, el porno tiene un lado positivo. Aunque lo que muestra dista mucho de ser real, para algunas personas es excitante y sirve como parte del foreplay, del juego previo para muchas parejas, además de estimular la imaginación y a su vez, la variedad en los encuentros sexuales.
Hablar del placer
Otra de las fallas en la educación sexual, en general, es que se enfoca en la prevención de embarazos no deseados y la prevención de las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual). Estos dos aspectos son de la mayor importancia ya que están relacionados con la salud y la supervivencia de los individuos, pero si hasta ahí llega la educación, se queda corta.
La educación sexual completa debe considerar hablar del placer, del mutuo consentimiento, de las partes del cuerpo involucradas y de cómo funcionan para hacernos sentir bien. El resultado debe ser el que la conversación acerca de temas sexuales se dé libremente y sin censura.
Actualmente, cualquier niño recibe información con contenido sexual que hace apenas 50 años era considerado solo para adultos. En las calles proliferan los anuncios espectaculares con modelos semidesnudas anunciando ropa íntima o toallas femeninas, en revistas y televisión aparecen galanes y mujeres súper sexys anunciando coches, viajes, ropa y casi cualquier mercancía. El sexo vende casi todo porque es uno de los instintos primitivos básicos. Tratar de prohibirlo, ocultarlo o inhibirlo es como tratar de mantener un globo inflado debajo del agua; siempre va a tender a salir de la superficie y mientras más se sumerja, más probable será que se reviente.
¿A qué edad debe comenzar la educación sexual?
Prácticamente desde el nacimiento. Lo más recomendable es empezar por evitar la mala educación sexual, aquella que considera todo lo relacionado con el sexo como algo sucio o vergonzoso. Para esto, los padres deben tener una percepción sana de la sexualidad.
Uno de los ingredientes principales para una vida sexual sana es la comunicación. ¿Por qué sentimos que no podemos hablar de sexo tan abiertamente como lo hacemos de muchos otros temas y aspectos de nuestras vidas?
Qué tan malo sería decir: “Qué ricos estuvieron mi jugo y pan dulce y mi orgasmo de la mañana”, o algo como: “Hoy se me antoja que me rasques la espalda y que lo hagamos yo arriba de ti”
Debemos tener presente que cada uno de nosotros somos responsables de nuestro placer, no del que nos dé nuestra pareja. Se trata de que estemos conscientes de lo que necesitamos y de lo que nos gusta sentir.
Está comprobado que mientras una mujer se concentre más en su propio placer durante el acto sexual, ella y su pareja quedarán más satisfechos. Esto es porque los hombres, generalmente alcanzan el orgasmo con más facilidad y más rápidamente mientras que entre las mujeres solo el 20% como máximo lo alcanzan solo con la penetración y necesitan estimulación en el clítoris. Esto no significa que ninguno de los dos esté defectuoso o sea inadecuado. Simplemente, por la forma de ambos cuerpos, durante la penetración el pene no alcanza a acariciar el clítoris. El problema estriba en que a la mayoría de las mujeres les da pena acariciarse en ese momento o pedirle a su pareja que lo haga, por no querer hacerlo sentir mal o por el “qué va a pensar de mi” y, en consecuencia, tienen relaciones sexuales casi siempre parcialmente satisfactorias o de plano frustrantes.
El sexo oral más suave es el platicadito
Cuando digamos “voy a ser el abogado de mi propio placer”, seremos capaces de comprender lo profunda que puede llegar a ser nuestra satisfacción sexual y que tan sana puede ser nuestra relación.
Pero aún hay más, mucho más. Podemos ver al sexo como un muy amplio menú, en el que hay muchos platillos diferentes, no solo el que consiste en “el pene entra en la vagina y uno de los dos, o a veces los dos, tienen un orgasmo”. Debemos expandir nuestro horizonte sexual.
El sexo incluye todo tipo de actividades, desde el coito mismo hasta el acariciarse mutuamente, ya sea manual u oralmente. Así como frente al menú de un buen restaurante, en el menú del sexo podemos escoger diferentes cosas, dependiendo de nuestro estado de ánimo. No es obligatorio que siempre se incluyan la penetración ni el clímax. A veces, los juegos previos pueden ser el platillo principal y dejarnos muy satisfechos.
En los próximos números aprenderemos a conocer el equipo con el que contamos, cómo funciona y qué podemos hacer con él.
Por ahora, comencemos con el tipo de sexo oral más suave, el platicadito. Empecemos a comunicarle a nuestra pareja nuestros deseos, nuestras sensaciones, nuestras dudas y nuestras fantasías, hablando con confianza y escuchando sin juzgar. Todos pasamos por lo mismo.
A gozar se ha dicho
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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