Benjamín Assa Z”L
Por su parte, Neshla se dedicaba a las tareas del hogar y a la crianza de sus hijos Abraham, Sarah, Benjamín, Yosef, Moshe y Esther.
El hijo de en medio, Benjamín era un niño muy inteligente; desde los 9 años de edad comenzó a dar clases a sus compañeros de escuela, y a pesar de no ser el primogénito siempre sentía un gran sentido de responsabilidad por sus hermanos y hermanas, tal vez fue eso lo que lo llevó a trabajar, pues Benjamín fue contratado en una sastrería y con esto, dio sus primeros pasos en el inmenso mundo laboral.
En 1948 sucedió algo que cambiaría la vida de toda la comunidad judía de Damasco: Un viernes por la noche, después de que se declarara la independencia del Estado de Israel, los judíos se reunieron en la sinagoga para los tradicionales rezos de shabat, cuando de pronto, terroristas sirios hicieron explotar unas granadas que terminaron con la vida de más de 70 personas.
El exilio
Aquel atentado le dejó claro a Benjamín que en Siria ya no había lugar para él, y con toda la nostalgia de dejar a sus padres atrás, emigró al estado de Israel.
Después de un difícil trayecto, finalmente llegó a la tierra prometida, pero sin familia y sin ninguna cálida bienvenida, así que Benjamin se enlistó en el ejército, pues en ese momento, 5 países árabes vecinos atacaban al recién creado estado judío. Benjamín tenía sólo 15 años de edad, pero sabía que quería una vida libre y plena, y para eso tenía que luchar.
Después de más de 10 meses Israel logró defenderse, y buscando un mejor futuro Benjamín decidió emigrar a Caracas, Venezuela. Pero esa, fue solo una pequeña etapa para llegar a su destino final: México, el país en el que Benjamín conocería a Rebeca, su esposa.
En todos estos años Benjamín no dejó de luchar, trabajaba todos los días sabiendo que tenía muchas metas por alcanzar.
Las paredes de aquél departamento en la Colonia Roma fueron testigos de ello, paredes que vieron a Rebeca y a Benjamín coser crinolinas para venderlas y ganarse el pan de cada día.
Años de esfuerzo dieron como resultado un gran crecimiento laboral. Para Benjamín cualquier trabajo era honorable, y a pesar de crecer laboralmente nunca perdió la humildad, trataba a todos con un gran respeto, y se convirtió en ejemplo de todos aquellos que lo conocieron. Pero para Benjamín su más grande tesoro era su familia, conformada por su esposa Rebeca y sus hijos Jenny, Isaac, Esther, Sofía y Lucy.
A pesar de la prosperidad la felicidad no era plena, pues cada noche y cada día, Benjamín extrañaba a sus padres que se quedaron en Siria, sin embargo, visitarlos era sumamente peligroso debido a la situación política de ese entonces. En 1974, y desafiando a las adversidades, Benjamín y Rebeca viajaron a Damasco, en donde se encontraron con sus padres y hermanos después de 26 años.
Es más importante tener una brújula que un reloj
Ese, fue el primero de muchos viajes, pues Benjamín y Rebeca se convirtieron en el vínculo que mantenía a las familias comunicadas entre Damasco y la Ciudad de México, hasta que de pronto, una embolia repentina terminó con la vida de Rebeca a la corta edad de 36 años.
El mundo de Benjamín parecía venirse abajo, pues quedó viudo con 5 hijos que iban desde los 2 hasta los 17 años.
El porvenir no sería fácil, pero un gran ser humano llegó a la vida de Benjamín para darle una nueva alegría por vivir, su nombre era Adela, y con ella, Benjamín agrandó la familia teniendo a Raquel, José y David.
La vida continuó con más trabajo y más viajes a Damasco, hasta que finalmente en 1979, Benjamín logró trasladar a sus padres a México y en 1993. Colaborando con autoridades de Nueva York, el resto de la Comunidad judía de Damasco fue trasladada fuera del país.
Benjamín continuó construyendo una vida, sin perder de vista que el verdadero tesoro siempre es la familia. Los fracasos los veía como la más grande fuente de aprendizaje.
Benjamín murió a sus 66 años de edad pero quien lo conoció nunca lo olvidó, pues Benjamín siempre llevó a cabo su filosofía de vida, en la que aseguraba que era más importante tener una brújula que un reloj”.
El legado de Benjamín
“Benjamín, gracias por tanto, a pesar de tu ausencia nos sigues enseñando, porque tu vida fue un legado de enseñanzas. Tuviste el valor de dejar un país que ya no era seguro para ti, tuviste el valor de tomar un barco y emigrar a otro continente, sin tener el idioma ni un sustento económico que te hiciera fuerte, tuviste el coraje para soñar y esforzarte cada día para hacer tus sueños realidad.
Y ese mismo valor lo tuvieron cientos de personas de tu generación, todos judíos, judíos que después de tener una vida en los países árabes dejaron de ser bienvenidos, personas que guardando todo un pasado en pequeñas maletas emprendieron un viaje para hacer América.
Personas que llegaron a este país a aportar con un trabajo noble que les permitiera sobrevivir, sin duda fue la generación de los que se atrevieron, los que, sin nada en los bolsillos, llegaron a México y fueron guerreros.
Benjamín, continuaremos tu legado, gracias por ser la semilla de una cosecha que hoy no deja de dar frutos, gracias por transmitir los más importantes valores humanos y ser un ejemplo de vida a lo largo de los años.
Gracias por ser amigo, compañero, esposo, padre, abuelo, gracias por ser un gran maestro, porque siempre tu prioridad fue la familia, gracias por ser para todos los que te conocieron un gran ejemplo de vida”.
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