Joseph Hodara/ El kafkiano sendero de Franz Kafka

Enlace Judío México e Israel- La nutrida atención que Franz Kafka merece desde los años treinta del pasado siglo contradice la lógica kafkiana.

Conforme a ella Franz se pensó un ser dispensable y accidental en este mundo, pertinazmente abrumado por una contradictoria identidad: ¿alemán? ¿judío? ¿burócrata? ¿escritor? ¿impotente? ¿sensual? Interrogantes que, a su parecer, apenas suscitarían curiosidad. Más aún, no habría creído que su nombre equivaldrá en el habla común a absurdo o increíble. Se equivocó.

El Padre

Entre otros temas, sus desencuentros y tensiones relata puntualmente en la Carta que escribió a su padre en noviembre 1919 cuando frisaba los 37 años. Texto que, sin llegar al destinatario, desnudó las flaquezas de su humana condición.

En aquellas líneas refirió una no relación ostensiblemente conflictiva entre padre e hijo conforme a este último. Ambos estarían entrampados en un frío marco familiar ausente de algún nudo afectivo.

El formal destinatario de la Carta es su madre y la hermana Otlla, pero ambas se abstendrán- por temor y respeto- de entregarla al personaje que domina el hogar.

La cerrada incomunicación entre el padre y el hijo es un reiterado tema de los Diarios que Franz inició en 1911 cuando frisaba los 30 años.

En algunas de sus páginas (14.12.1911) anota: …” Mi padre me reprochó …que yo no me preocupara por la fábrica…Me quedé junto a la ventana y callé. “Y unos días más tarde apunta …” es desagradable oír a mi padre…reitera incesantes indirectas a los jóvenes de hoy … incluyendo a sus hijos… escucharlo es un tormento…”

Y agrega …” en hebreo me llamo Amschel como el abuelo paterno de mi madre “. Prefiere así este apellido en lugar de Kafka originado en su padre. Y le reclama una vez más …”sólo puedes tratar a un niño según hicieron contigo, con dureza, gritos y cólera.”

Recuerda: “Una noche no cesaba de lloriquear pidiendo agua…Me sacaste de la cama, me llevaste a la terraza y allí me dejaste solo en camisón con la puerta cerrada…Yo no era absolutamente nada para ti…” Un tema- la Nada – que Sartre retomará más tarde.

Las distancias se dilataron al paso del tiempo. Su padre apenas conocía los vericuetos de la gramática alemana y en sus momentos de ocio prefería el juego de naipes con su obediente y sumisa esposa.

Su hijo le reclama: …” bastaba llegar a casa y exponer alguna idea para recibir como respuesta un suspiro irónico, un golpear en la mesa con los dedos…seguidos de insultos, calumnias, humillaciones…Nadie ni nada te conmovían…No era posible defenderse de ti…”

Repetidas ofensas que casi fracturaron su vocación literaria. Así apuntó (17.10.1911): “… con tu repulsión atacaste mi actividad de escritor…recibías mis libros con la frase “déjalos en la mesilla de noche…” Y agrega: …” ¿podré soportarlo mucho tiempo? ¿Y tendré algún tiempo?”

Franz Kafka y el cuerpo

Estas sacudidas emocionales conocieron resultados tanto en la percepción de su propio cuerpo como en su obra literaria.

Kafka adoptó dietas estrictas que incluyeron la abstención de tabaco, té, café y alcohol, y se inclinaba a masticar veinte veces cualquier bocado siguiendo el consejo de un dietólogo (según carta a Felice del 11.7.1912).

La imaginada fragilidad de su cuerpo es una constante en las páginas de los Diarios. …” mi estado físico es un obstáculo capital para mi progreso. Con semejante cuerpo nada puedo hacer…” (21.11.1911).

Y después recuerda…”temía encontrarme con los espejos porque me mostraban una fealdad que a mi entender era inevitable…”
Actitudes que se reflejan en las ambivalencias de su apetito sexual. Escribe por ejemplo :…”el coito es un castigo por la felicidad de estar con otro…” (14.8.1912) Y amplía:…”me paseo adrede por las calles donde hay prostitutas. Pasar a su lado me excita…Sólo deseo a las gordas y viejas, de vestidos anticuados… Me volví dos veces para mirarla. Ella vio que la miraba, pero entonces me fui… en realidad me escapé.” (19.11.1913).

Las mujeres y Franz Kafka

Para K. el coito y su desenlace ( petite mort para algunos) eran una amenaza para su ego. Sólo al final de sus días, al intimar contactos con diferentes mujeres, se debilita. Sin embargo, no deja de quejarse:…” ¿qué has hecho con el don del sexo? Lo has desperdiciado… nada más…” (18.1.1922)

Imaginadas debilidades de su cuerpo le acompañaron en el curso de su vida.

Cubrieron un amplio abanico: …”tuve una tarde terrible… dolores de cabeza constantes que me obligan a apretar la mano contra ella… Y en el sofá siento dolores cardíacos…”(17.1.1915)

Afecciones psicosomáticas que le conducen a escribir…” soy incapaz de vivir con la gente, de hablar con ella. Inmersión total en mi mismo, sólo pienso en mí…No tengo nada que comunicar, nunca, a nadie…(27.4.1915).”

Y confiesa:..” todo lo que no sea literatura me aburre y me inspira odio… me perturba o me hace perder el tiempo…” (21.9.1913). ” Tengo un mundo prodigioso en mi cabeza. Pero, ¿cómo liberarlo y liberarme sin destrozarme? “ (5.6.1915)

La perspectiva de contraer matrimonio con Felice Bauer a quien conoció en casa de su amigo Max Brod le provoca inquietud. Le parece un vínculo capaz de inhibir su capacidad creativa.

Escribe sin embargo… “existen posibilidades de poder encarar el matrimonio…es una esperanza a la que me aferro justamente cuando ya estoy sobre el alféizar de la ventana…” (14.8.1913)

Y cuando invita a Felice a un fin de semana fija cuidadosamente la distancia. …”Primer día en Marienbad con F. Puertas contiguas, llave en ambos lados…” (3.7.1916).

Más tarde le recordará: ”En cierta ocasión me dijiste que querías estar a mi lado mientras yo escribía. Pero no sería capaz de escribir en tales condiciones…Escribir significa entregarse por completo…”

No debe sorprender que K. propone matrimonio a Felice para inmediatamente recular y preferir la soledad y el silencio.

Decepcionada, ella se decide por otro hombre, y al paso del tiempo acierta a abandonar Europa anticipando el peligro nazi.

Fallecerá en New York en 1960.

Trozos de una vida que son temas de múltiples biógrafos. Entre ellos R. Hayman, H. Brand, M. Robert, y M. Brod. Imposible olvidarla.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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Joseph Hodara: Joseph Hodara es un académico miembro de la Facultad de Sociología y Antropología de la Universidad Bar Ilán de Israel.