Enlace Judío México e Israel / Rab Berel Wein – Una de las cuestiones más desconcertantes que se plantean en la lectura de la Torá de esta semana es por qué Jacobo envía agentes y mensajeros a Esaú para informar a su hermano de su regreso a la tierra de Israel. El rey Salomón, en los Proverbios, aconseja dejar dormir a los perros, por así decirlo. Así pues, ¿por qué iba a ponerse Jacobo en una situación de peligro y dificultad anticipada cuando podría haberse evitado?
Hay muchas ideas y comentarios que se han expresado a lo largo de los años sobre este problema. Me tomaré la libertad de añadir mis ideas para explicar posiblemente este dilema. Todos somos conscientes de que en el fondo de cada uno de nosotros existe un impulso psicológico para intentar corregir lo que podemos considerar un error de juicio o de comportamiento del pasado. De hecho, todo el concepto judío de arrepentimiento se basa en ello y puede ser movilizado para fines buenos y positivos. Dicho impulso suele sublimarse cuando los acontecimientos actuales inciden constantemente en nuestras vidas.
Estamos tan ocupados ganándonos la vida, criando una familia, ejerciendo una profesión o negocio, estudiando o enseñando, que tenemos poco tiempo para pensar y recordar todas nuestros errores del pasado. De hecho, nos involucramos tanto en nuestras vidas, que casi olvidamos nuestro comportamiento pasado y nuestros patrones de vida menos nobles. Sin embargo, como sucede a menudo, el pasado nos corroe, y finalmente no nos da descanso hasta que intentemos corregir de alguna manera, lo que consideramos fue incorrecto o incluso vergonzoso.
Jacobo es consciente de que obtuvo tanto la primogenitura como las bendiciones de su hermano por medios dudosos. Este asunto se ha discutido durante milenios, y hemos aludido a las muchas ideas, interpretaciones, comentarios y explicaciones sobre el comportamiento de Jacobo. Sin embargo, la cuestión sigue básicamente sin resolverse, pues los versículos de la Torá siguen siendo explícitos, inmutables y eternos. Es, perfectamente comprensible que nuestro patriarca Jacobo de alguna manera intentará compensar a su hermano por los tiempos pasados en los que Esaú, equivocadamente o con razón, se sintió aprovechado y privado de lo que realmente era suyo.
Teniendo en cuenta esto, es perfectamente comprensible que Jacobo se comporte de la manera en que lo hizo y obsequie a Esaú regalos tan suntuosos. Tal vez sea su intento de arreglar las cosas y calmar la amargura del pasado. No se trata tanto de apaciguar a Esaú como de que Jacobo se refresque y esté más en paz consigo mismo respecto a su eterna misión de construir el pueblo judío, una misión que requiere que posea la primogenitura y las bendiciones de su padre Isaac.
Sólo las personas que están en paz consigo mismas pueden ser realmente constructivas y positivas en la vida, para ellas y para los demás. Es esta comprensión la que impulsa a Jacobo a buscar a su hermano antes de establecerse en la tierra de Israel y comenzar a cumplir la misión y las bendiciones que le fueron otorgadas con toda justicia.
Fuente: torah.org
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