León Opalín/ Crónicas Intrascendentes Parte 433: El Día de Muertos

Enlace Judío –Elsa Malvido quien fuera investigadora de Estudios Históricos del de INAH dijo que la idea de considerar que el Día de los Muertos nació en la época prehispánica es “un gran mito”, que existen varios factores que apoyan que esta celebración es un sincretismo europeo que una celebración prehispánica.

Pero con la decisión de la UNESCO de declarar el Día de los Muertos Patrimonio Intangible de la Humanidad, los medios de comunicación y la intención de los intelectuales de visibilizar y exaltar las entonces ignoradas tradiciones de los pueblos originarios fueron los que le dieron este sentido prehispánico a la celebración. De acuerdo con Malvido, la mayoría de los estudiantes en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) apoya incondicionalmente esta idea.

“Han intentado meter el 1 y 2 de noviembre dentro del calendario ritual mexica”. Sin embargo las fechas son de origen católico, como prueban los escritos de los costumbristas Altamirano y García Cubas. En el siglo XIX escribían: “Ese día ponían la mesa del comedor esperando que a las 12 de la noche, las almas de los muertos vinieran a comer”.

Esta costumbre romana y pagana llegó a México con los castellanos y en particular con los gallegos, pues muchas de las costumbres paganas las conservaron los católicos, como las piras funerarias que fueron tan destacadas, en la Nueva España. Por la noche los del pueblo bajo, que solo concurrían al paseo de la Plaza hasta las diez de la noche hora en que irremisiblemente se cerraban las casas de vecindad, ya en sus hogares encendían las velas en el altar de sus ofrendas, consistiendo en bizcochos, frutas, dulces, tamales y calabaza cocida; todo preparado con el expreso fin de que a la media noche tuvieran que cenar sus deudos difuntos.

Por otro lado el INAH sostiene que la celebración es de origen prehispánico, basado en el calendario azteca, ya que investigadores afirman que las fechas de Día de los Muertos coinciden con que, durante este periodo, se marcaba el ciclo anual del maíz, que es el cultivo predominante del México antiguo; Existe un calendario agrícola anual del maíz de origen prehispánico que se apareja con el calendario ritual católico; el maíz se cultiva en 2 temporadas del año, la época de secas y la época de lluvias, que son las únicas estaciones que existen en México, para el caso de los pueblos indígenas.

Y esto origina precisamente el calendario ritual: dos fiestas son importantes desde el periodo antiguo, uno es de las fiestas de la primavera que están relacionados con la actividad agraria, que con la conquista hispana dio origen a los carnavales. Y lógicamente los carnavales indígenas que están relacionados con los ritos de la fertilidad. Y otro es el culto a los muertos que siguen siendo hasta hoy, los eventos más importantes del país, más allá de las fiestas patronales que se equiparan a las fiestas cívicas de México. Aunque es clara la adoración por la muerte que se tenía en la época prehispánica, la celebración de los muertos como la conocemos actualmente poco tiene que ver con esas costumbres.

La primera celebración del Día de Muertos en la Ciudad de México fue el 1 de noviembre de 1821, cuando la gente después de visitar las iglesias, fue a la Catedral, frente al Zócalo, donde se desarrolló la Verbena de Todos los Santos. El ayuntamiento ofrecía al mejor postor cada mes de octubre la organización de esta verbena. El postor debía contratar espectáculos “decentes” y permitidos para toda la familia y ofrecerlos a precios accesibles.

El 1 y 2 de noviembre servían para recordar a los ancestros. Al parecer estas dos fechas se unieron en el siglo XVIII en México y se tornaron en una celebración de dos días enteros y continuó transformado en una fiesta popular de la Ciudad de México durante el mes de noviembre, conociéndose como el “Paseo de la Verbena de Todos los Santos” o el Paseo de los Muertos.

La celebración del Día de Muertos en México se convirtió en el sincretismo de lo europeo con las tradiciones mexicanas. La muerte para México se celebra con flores, papel picado, mole, tortillas, pulque y calaveritas de azúcar.

En las primeras crónicas que escribí, creo que hace como 10 años, describí que con mi primera esposa, Zijrona Livraja, (que su memoria sea una bendición) participamos en la celebración de los muertos en la Isla de Janitzio (Pátzcuaro) en la que la gente con velas sobre las tumbas honró a sus muertos; igualmente fuimos a la Celebración del Día de los Muertos en San Andrés Mixquic (Lugar de los Mezquites) en donde cada año, durante las festividades del Día de Muertos concurren miles de visitantes nacionales y extranjeros.

El primer momento de la evangelización de Mixquic estuvo a cargo de frailes franciscanos, quienes sobre las ruinas del antiguo teocalli, iniciaron la construcción del templo dedicado a San Andrés Apóstol y su convento. Posteriormente, en 1537 la obra fue continuada por frailes agustinos, empero, a principios del siglo XVII se derrumba quedando en pie únicamente la Torre Campanario y la portería del convento. En 1620 se reinició la construcción concluyéndola después de 1810.

En Mixquic, los eventos relacionados con el Día de los Muertos comprenden exhibiciones de danza y teatro, conciertos al aire libre y en el interior del Templo de San Andrés Apóstol. También se realiza un juego de pelota prehispánico y una gran vendimia popular en las calles del pueblo. En las casas de los habitantes y en los edificios públicos se montan ofrendas dedicadas a la memoria de los difuntos que están compuestas de diversas frutas, alimentos, papel picado, cempasúchil y otras flores, pan de muertos, claveras de azúcar, velas y otros elementos que son tradicionales de estas devociones. En Mixquic y en varios pueblos de Milpa Alta se confeccionan los tapetes de aserrín. 

También recuerdo que de niño en el pueblo de mi nana Delfina asistía a las tumbas de su familia en el Día de Muertos, que se adornaban y celebraban con comida y pulque a sus difuntos todos al compás de una banda de músicos del pueblo.

Antes de la pandemia solíamos asistir mi esposa y yo a la ofrenda que se elabora en la Iglesia del Carmen en San Ángel. Considero que es la mejor de todas las que he visitado. También visitábamos la de la Casa del Risco, próxima a la del Carmen. Solíamos visitar algunas ofrendas en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

En este contexto, mi esposa, apasionada del arte religioso, cada año elabora una ofrenda en la casa para recordar y honrar a sus familiares y a los míos, aunque son judíos. Es una acción muy emotiva y se lo agradezco.

México es un país de tradiciones muy bellas. Destacan las calaveras de José Guadalupe Posadas (1852-1913) que consolidó la fiesta del Día de Muertos con interpretaciones diferentes de los mexicanos por medio de calaveras. A través de estas retrataba el México de su época y sus interpretaciones eran siempre eran de humor negro. Entre revolucionarios, borrachos, políticos, damas elegantes, obreros, militares, entre otros. Lo hacía con cierto ingenio para reproducir críticas a el México del presidente Porfirio Díaz. Posadas decía: “La Muerte es democrática, ya que a fin de cuentas güera, morena, rica o pobre, toda la gente acabaría siendo calavera”.  

Posadas es considerado el precursor del movimiento nacionalista de artes plásticas, fue el creador de la famosa Calavera Garbancera (después nombrada como La Catrina). Esta calavera apareció en un periódico que se titulaba: “Remate de calaveras alegres y sandungueras”, con el subtítulo: “Las que hoy son empolvadas garbanceras pararán en simples calaveras”. 

La Calavera Garbancera representaba a las mujeres indígenas que querían verse glamorosas (como sus patronas españolas), y a las que se les conocía como garbanceras. Durante mucho tiempo se les denominó como Calavera Garbancera, hasta que Diego Rivera, en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” representó a esta calavera como uno de los personajes principales. En el mural se puede ver que la calavera toma la mano a José Guadalupe Posadas. Diego Rivera lo retrato de frente y de cuerpo completo, y a partir de aquí se le conoce como La Catrina.

José Guadalupe Posadas, nacido en Aguascalientes, no alcanzó a ver la Calavera Garbancera impresa, ya que se publicó en noviembre de 1913 y Posada murió el 20 de enero de este mismo año. El artista plástico murió muy pobre en la Ciudad de México, fue enterrado en el Panteón de Dolores en una fosa común y sus restos nunca fueron reclamados.

En el presente en México se elaboran unas calaveras impresionantes en calidad y tamaño, e incluso se realiza un vistoso desfile de las mismas en la Ciudad de México y en otras ciudades de la República. Sin embargo, pienso que estos desfiles están muy mercantilizados, y de alguna manera, representan un substituto de la celebración del Halloween, que no tiene nada que ver con la tradición del Día de Muertos.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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León Opalin Chmielniska: De nacionalidad mexicana, estudió Economía en el ITAM, logrando además una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalem y diplomados en el Instituto Español de Turismo así como en el Británico. También ha realizado estudios sobre comercio internacional en Holanda. Pertenece y es reconocido por varios institutos y universidades importantes de México y el extranjero y su incursión en las letras inició en temas económicos y finanzas en el periódico Financiero y la revista ANIERM. Por muchos años ha sido colaborador de "Foro" y asesor de varias compañías. Sobre las materias que domina, sigue dando conferencias en planteles y universidades.