Enlace Judío México e Israel– Los israelíes Etgar Keret y Shira Geffen, además de tener gran popularidad en otros rubros, se están ganando un lugar prominente en la literatura para niños.
Desde este enfoque fueron invitados -junto con otros israelíes – a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2021, que como cada año desde hace ya un buen tiempo se convierte en la fiesta literaria más grande del momento.
Esta pareja de todavía jóvenes autores no pudo estar presente físicamente, pero mediante la tecnología de hoy, con su presencia virtual, pudieron compartir su visión sobre el tema de “Escribir para Niños”, con mayúsculas, porque si algo queda claro luego de sus planteamientos es que en realidad los niños son pequeños adultos.
En este diálogo virtual sobre la literatura para niños, moderado por Pepe Gordon, la pareja Keret-Jeffen expone –en inglés- su proceso creativo, sus preocupaciones, sus logros y su manera de interactuar con ese público tan especial que es el de la niñez de todo el mundo, en medio de remembranzas tristes sobre la guerra y el Holocausto.
La pareja Keret-Jeffen
“Durante la guerra de Vietnam- cita Keret– los estadounidenses hacían un grafiti: ‘Nací, pero nunca me preguntaron’. De hecho nadie te preguntó si querías nacer. Así que en cierta forma te lanzan hacia ese enorme agujero que es la vida. Y todavía no te acostumbras a la luz que te ciega, estás desorientado en un lugar donde las emociones son apabullantes”.
Pepe Gordon inicia con la presentación de la pareja de escritores. “Cada uno de ustedes tiene una carrera artística bastante interesante. Shira Geffen es actriz, bailarina, escritora, directora de cine y autora de libros infantiles. Recibió el primer premio de teatro infantil en el Festival de Haifa en 1998. Etgar Keret vive en una especie de universo paralelo, es conocido por sus cuentos y novelas gráficas y por escribir guiones para televisión.”
Esta pareja de escritores judíos tiene libros traducidos al español. Uno de ellos es Buenas noches, monstruo, y La hoja dorada. De Etgar también dos libros, Romper el cerdito, y Papá escapó del circo.
Pepe Gordon: ¿Cómo comenzó la magia que crean cada uno y juntos? ¿Cómo fue que se fijaron en los niños y cómo trabajan juntos?.
Para mí, -inicia Keret- escribir para niños y escribir para adultos no implica una diferencia fundamental. “Considero que un diálogo con una persona inteligente es el mismo, aunque la persona sea muy bajita y tenga sólo cinco años de edad. Por eso para mí, escribir para niños y escribir para adultos no es tan diferente.”
Shira señala que ella, por su parte, escribe acerca de sí misma. “Escribir para niños es una especie de puente hacia mí misma, ya que no tengo recuerdos de mí cuando era niña. Es una época lejana y amorfa, y cuando escribo, regreso a la niña que llevo dentro… Así que para mí es esto lo que me llamó a escribir para niños”.
En su proceso creativo, Etgar apunta que trabajar con Shira le permite lograr cosas que jamás tendría oportunidad de lograr él solo. “Porque cada uno de nosotros aporta a los cuentos en los que colaboramos un punto de vista diferente. “Cuando colaboramos –continua- siento y esto sucede en nuestra vida juntos, siento que juntos podemos hacer cosas que nos sería imposible hacer por separado”.
A su vez, Shira ahonda: “Lo que hizo que nuestra colaboración fuera fructífera, es que él como hombre, es muy bueno para la narración; es muy directo y quiere saber paso a paso lo que sucedió. Mientras que yo soy un tanto pueril y me voy hacia los lados. Quiero saber qué es lo que sucede cerca de mí; quiero recolectar cosas innecesarias pero especiales. No obstante, la combinación de los dos resulta adecuada, permite que hagamos cosas integrales.
Y continúa Shira: “Escribir para niños es algo que yo no escogí…fue algo que me resultó muy natural. Cuando escribo para ellos, no es que me imagine a un niño y que escriba para él o para un público, sino que escribo acerca de mí”.
“ A veces me siento como una metáfora en mucho de lo que hago por mi cuenta. Etgar me ayuda porque me da una especie de empujón, porque si no, me puedo quedar atorada”.
Keret resume su sentir y el resultado de su colaboración: “Me parece que nuestra creación se enriquece. Creo que Shira tiene la sensibilidad de una poetisa. Está presente en el momento, describe sus sentimientos y siente curiosidad por las cosas.
Y yo, en cambio, a lo largo de la historia me voy preguntando cómo llegué aquí y cómo puedo escapar de aquí. Es decir, siempre estoy en transición, por lo que me resulta muy útil que Shira me ayude a sentir el momento, no solo la tarea o la acción.
“Y para Shira, -prosigue Keret- pienso que es bueno que, gracias a mí, llega a alguna parte, en lugar de perderse para siempre en sus experiencias”.
Pepe Gordon: Ustedes van más allá de los dulces estereotipos de lo que es un niño, ¿Cómo exploran ustedes la niñez sin prejuicios? ¿Existe algún tipo de resistencia paterna en sus libros?
-Keret: yo puedo decir que en mí, tiene que ver mucho con mis padres, que fueron sobrevivientes del Holocausto. Además, mi mamá quedó huérfana a una edad muy temprana y no supo lo que era ser criado por sus padres. Cuando se comunicaba conmigo o con mis hermanos, lo hacía como si fuéramos adultos.
Al mismo tiempo por haber pasado y sobrevivido el Holocausto, ella era en cierta medida como una niña. Así que la forma de comunicación con un adulto o con un niño siempre era combinada, puesto que ella se dirigía a nosotros con el mismo respeto y responsabilidad con la que se dirigía a los adultos, pero al mismo tiempo ella era muy infantil. Y creo que mi libro Papá escapó del circo, versa un poco sobre ese tema, la idea de que en nuestra relación con nuestros padres ellos no necesariamente se ponen en ese papel, todavía llevan a un niño dentro, y en ocasiones ese niño predomina.
“Y cuando somos niños, no siempre nos ponemos en el papel de niños porque nos damos cuenta de que nuestros papás u otras personas nos necesitan y tenemos que actuar como adultos. Me parece que esta mescolanza está presente también cuando escribo libros para los adultos”.
“Creo -prosigue Keret- que el libro Romper el cerdito está basado en una historia que escribí para el público adulto. Sin embargo, la diferencia entre adultos y niños está revuelta en mi mente.
“Algo muy común en mi si libros para niños, incluye el libro Cachorro peludo de niño/gato, que también salió en México; tiene mucho que ver con la explicación de la relación entre padres e hijos, tanto en el aspecto de lo maravillosa que puede ser, pero también lo peligrosa”.
En caso de Shira, “yo solo escribo libros para niños, pero las películas que he hecho han sido para adultos, por ejemplo, Jellyfish, que codirigí, y Selfmade… Creo que en mi caso escribir es una forma de procesar cosas que me han sucedido…y cada pieza cuenta algo. Voy como retrasada con mi vida porque entiendo lo que sucedió una vez que lo escribo. A través de mis libros comprendo mi niñez. Gracias a mi película más reciente, Selfmade, comprendí mi maternidad. Bueno, más que entenderla, la investigué. Para mí es una herramienta que me permite comprenderme. Espero que les sea posible entender lo que digo.”
Etgar complementa lo dicho por su pareja. “Yo me siento casi igual que Shira, porque me parece que hay algo en el punto de vista de los niños, pues crecer consiste básicamente en recibir el adoctrinamiento de la sociedad, que nos dice lo que debemos y no debemos hacer… Los niños conservan ese punto de vista.
“Podríamos decir –continua Keret- que, si la vida es ir conduciendo un carro, cuando eres niño vas fuera del coche. Todavía no te metes al coche y por ello puedes ver los rasguños en las puertas, la popó de una paloma en el techo, puedes darte cuenta de todo eso. En el momento en que te metes al coche, ya no podrás apreciarlas.
Esto les da a los niños la capacidad de criticar las cosas desde la pureza, de una manera que no es antagónica, básicamente porque tiene una perspectiva nueva, y propones opciones diferentes a las de tus padres.
“La palabra –apunta Keret- que más me choca del idioma inglés, es looser (perdedor). Los estadounidenses suelen decir que alguien es un perdedor. En el momento que decimos que alguien es un perdedor, significa que la vida es como una competencia deportiva, que hay quien se desempeña mejor en una justa y hay quien le va mejor en otra”.
Pepe Gordon: ¿Cómo perciben ustedes la vulnerabilidad de los niños y sus posibilidades?
-Etgar Keret: Creo que al crecer tenemos la tendencia a idealizar la niñez, a decir que los niños son muy afortunados!…pero lo primero que mi hijo me enseñó al ir a la escuela, creo que fue en primer grado que me dijo: “Papá, esto se parece mucho a una cárcel”… Claro, porque había muros, un guardia en la entrada, personas diciendo a los niños a dónde tenían que ir en un tono muy autoritario, y cosas así…
“Una de las ideas que yo recuerdo de cuando era niño, era que yo no controlaba mi destino, era que a mí alrededor había varios tipos de personas que en ocasiones no querían escuchar lo que yo decía…y realmente no me tomaban en cuenta. Es por esto que yo creo que los niños están en una posición muy compleja.
“Cuando pienso en mi niñez –prosigue Etgar- mis momentos felices y mis momentos tristes tenían una especie de totalidad. Cuando tenía un helado y se me caía al suelo, era como si se destruyera la tierra… Si la maestra del kinder me decía que yo era bueno, me hacía más feliz que si yo hubiera ganado el premio Nobel”.
Pepe Gordon: ¿Qué es lo que más les gusta de la mirada crítica de los niños?
Gordon resalta el punto nodal: “Esto significa también que los niños tienen ojos críticos que debemos tomar en cuenta. Bashevis Singer dijo que escribir para los niños pone a prueba las habilidades de los escritores. Porque cuando leen un libro o ven una obra aburrida, bostezan sin pudor, ni miedo a la autoridad…”
“Me encanta, porque ellos nunca mienten.” dice Shira “Cuando presenté la obra que mencionaste en el festival de Haifa, me acuerdo de que después de la presentación, una madre se me acercó con su hijo y le dijo: -Dile, dile… Fue realmente irritante, pero al fin el niño dijo que la obra no le había gustado….”
“Al final me hizo sentir bien que el niño no hubiera mentido por presión de la madre y me dijera la verdad…que haya dicho lo que pensaba. En mi espectáculo he visto niños que se quedan dormidos, a veces pasa, pero pienso que el espectáculo es relajante y por eso se duermen… y pienso que les ayuda a un sueño agradable y que sueñan con mi espectáculo… Así que me gusta esa actitud tan directa de los niños, creo que es uno de los motivos por los que permanezco en esto…”
Etgar resalta: una de las cosas que me gusta de escribir para los niños es que es una experiencia tan integral e incontenible que cuando les gusta lo que hiciste, es portentosa. Un niño puede leer un libro infantil cien veces.
“Cuando escribo un libro para niños siempre me acuerdo de mi experiencia de niño. Nunca tuve un libro para niños…pero de haberlo tenido hubiera observado con detenimiento todos los dibujos, leído cada uno de los detalles, hubiera formado parte de mi vida, lo hubiera estudiado como los judíos ortodoxos estudian la Biblia.
“Recuerdo –continúa Keret- que en mi infancia conocí la xenofobia y el racismo a través de Huckleberry Finn; el pendiente budista a través de Winnie the Pooh y la lógica matemática a través de Alicia en el país de las maravillas….Todas esas experiencias maravillosas con una sensación de totalidad, lo que Colón sintió cuando descubrió América.
“Y como le pasó a Shira, cuando viene un niño y me dice que no le gustó el libro, que es aburrido, lo acepto son problemas porque a mí no me gustan todos los libros y prefiero que me digan la verdad.
También sucede –precisa el escritor- que me gustan mucho otros o como nuestro libro más reciente Esperando a Nissim y pueden recitarlo de principio a fin. Y nos embarga un sentimiento equivalente al abrazo más cálido que un artista pueda recibir”.
“Cuando escribes literatura infantil, básicamente te imaginas como un niño tratando de trepar por la empinada ladera rocosa de la vida… Y a veces alcanzas un libro y te aferras a él, porque te ayuda a no caer, a dar un paso más….”
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