Enlace Judío México e Israel – En Janucá se lee la parashá de Miketz donde se nos cuenta la historia de Yosef, su estadía en Egipto y los sueños del faraón. Rab Berel Wein nos habla de esta parashá a continuación.
Los sueños del faraón y Yosef
Rab Berel Wein – El Talmud nos enseña que el significado de los sueños depende del intérprete y de la interpretación del sueño. Yosef había dicho al mayordomo y al panadero de la corte del Faraón que “la interpretación de los sueños depende de Dios”. Sin embargo, siguió adelante e interpretó esos dos sueños con precisión y presciencia.
Al parecer, lo que quería decir con “depende de Dios” era que el que interpreta los sueños tiene que poseer una especie de intuición sagrada, un sentido interno de la persona cuyo sueño está interpretando para poder interpretar el sueño. Esta voz interior es un don de Dios.
Esto es cierto en cuestiones médicas, donde algunos médicos son maestros del diagnóstico y su voz interior les lleva a la conclusión correcta sobre la naturaleza de la enfermedad de una persona. También es cierto para los psicólogos y terapeutas de salud mental. Una voz interior debe guiarles sobre cómo ayudar a la persona con problemas que tienen delante.
Incluso es cierto para los grandes decisores de la halajá, que muchas veces llegan a su decisión después de una rigurosa erudición, pero también con una intuición infalible sobre cuál es la solución correcta para el asunto que se les presenta. Yosef tiene esta intuición en su interior y por eso confía en que su interpretación de los sueños del Faraón será precisa y correcta.
Es esta aparente confianza en sí mismo y la certeza de su espíritu lo que impresiona al Faraón y, por tanto, es el catalizador del meteórico ascenso de Yosef al poder en Egipto. El Faraón lo reconoce al afirmar que Yosef posee el espíritu de Dios en su interior. Sin ese espíritu, el Faraón es consciente de que sus sueños nunca serán interpretados de forma adecuada.
Leemos en los Salmos que cuando el Señor devuelva la cautividad de Tzión “seremos como soñadores”. El sueño requerirá una interpretación y esa interpretación sólo puede venir de los propios retornados a Tzión. Y para que ese sueño sea interpretado correctamente, el espíritu de santidad y propósito divino debe residir dentro de los intérpretes – en este caso los propios soñadores.
Dios proporciona el sueño, pero la interpretación depende de nosotros y de nuestra capacidad para descifrar los deseos de Dios. Todo sueño -incluso el sueño de Tzión restaurada y reconstruida- está sujeto a diversas interpretaciones. Nosotros, que vivimos en el Israel actual, sabemos muy bien que no sólo hay interpretaciones diversas, sino incluso contradictorias, de lo que significa realmente el sueño de Tzión y Jerusalén.
Se necesita el espíritu santo para dar sentido al sueño y poner en práctica su promesa. El Señor nos presenta oportunidades. Lo que hagamos con esas oportunidades es la medida definitiva de nuestra interpretación del sueño. Yosef no sólo interpreta el sueño del Faraón, sino que establece un curso de acción para hacer realidad su promesa y su oportunidad. La sana intuición nacida de la experiencia y la tradición judías puede ayudarnos a llegar a la realización correcta y más significativa de nuestro viejo sueño de Tzión y Jerusalén, paz y santidad.
Fuente: torah.org
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