Yossi Khebzou/ Sobre el acoso en comunidades jaredíes

Enlace Judío – Chaim Walder es uno de los escritores para niños más prominentes en las comunidades ultraortodoxas de Israel. Sus libros revolucionaron la literatura jaredí al promover que los niños hablaran más de sus problemas y emociones. Su éxito es tan generalizado que Yeladim Mesaprim Al Atzmam (traducido como Los niños hablan sobre sí mismos) es uno de los cinco libros más vendidos en la historia de Israel.

Por ello, ultraortodoxos a lo largo y ancho de Israel despertaron anonadados ante un reporte de Haaretz que documentaba a varias mujeres acusando a Walder de acoso sexual. Desde entonces, se ha abierto la caja de pandora sobre el acoso en comunidades jaredíes, rompiendo un tabú que se ha extendido por décadas.

“En la última semana sucedieron dos cosas muy importantes: una es el entendimiento de que ha habido un gran desastre, la otra es darse cuenta de que algo ha cambiado y que se ha roto la barrera del silencio”, le comentó una fuente ultraortodoxa a Aaron Rabinowitz, periodista de Haaretz.

Si bien el caso de Walder fue la gota que derramó el vaso, la develación del acoso en las comunidades ortodoxas ha sido un proceso que ha progresado en la última década. Según el Instituto Israelí de la Democracia, las denuncias de acoso sexual en ciudades jaredíes ha incrementado sustancialmente en la última década. Para ilustrar cuán dramático fue el aumento, basta con ver las el número de casos a través del tiempo: En el 2000, hubo 0.15 denuncias por cada 1,000 niños, en el 2010, subió a 1.15 por cada 1,000 niños y en el 2019 la cifra se reportó como 3.7 por cada 1,000 niños.

Es crucial remarcar que Ariel Filkenstein, quien condujo el estudio, aclaró que no es necesariamente mayor el número de casos de acoso sexual en Israel que al de cualquier otro grupo en la sociedad. Sin embargo, es una comunidad cerrada y el incremento en denuncias muestra una mayor confianza en el sistema.

Una de las organizaciones que más ha ayudado en el proceso de denuncia y acompañamiento a las víctimas es Min Hamenitzar (traducido como “Desde las profundidades”), misma que provee apoyo y acompañamiento legal a las víctimas ultraortodoxas. Min Hamenitzar fue creada por la abogada Rivkah Schwartz en 2013, quien creció en una comunidad jaredí y creció cerca de personas que habían sufrido acoso en su adolescencia.

Lo que destaca a Min Hamenitzar es que su proceso de ayuda se centra en las víctimas en vez de en el agresor. Explica Schwartz que “Min Hameitzar es una organización que trata de víctimas, no de criminales. Ese es el lema. El objetivo es ayudar a las víctimas como tal, y no necesariamente perseguir a los infractores. Quiero hacer lo que sea benéfico para la víctima. Si es necesario presentar una queja legal formal, lo haremos. Si no, no lo haremos. Si lo que necesitan es ayuda para enviar una solicitud al Instituto Nacional de Seguros para determinar el nivel de su discapacidad, eso es lo que sucederá”.

Schwartz considera importante que existan organizaciones e interrogadores específicos de acoso sexual para cada comunidad. Según ella, el hecho de que las víctimas se puedan comunicar con un interlocutor que tenga el mismo origen, hable su idioma y sea versado en su cultura compartida es fundamental. Argumenta que “los investigadores ultraortodoxos comprenden los matices y el lenguaje cultural jaredí. El interrogador jaredí puede hacer preguntas que solo los jaredíes entenderían. Por ejemplo, un sospechoso dijo que no hizo nada malo, que el niño solo se sentó en su regazo durante una lección religiosa. La mujer policía jaredí  le preguntó cómo pudo haber tocado al niño y no lavarse las manos después, antes de volver a los asuntos sagrados. Esa es una pregunta que a un interrogador secular nunca se le ocurriría hacer. En ese momento, el sospechoso se metió en problemas y el caso dio un giro importante”.

Aunque organizaciones como Min Hameitzar no son suficientes por sí mismas para acabar con el acoso sexual en comunidades ultraortodoxas, es de suma importancia prestarles atención y reconocer su trabajo. Erradicar problemas sistémicos como el acoso cuesta mucho trabajo, pero el hecho de que haya gente visibilizando y trabajando para poder ayudar a las víctimas es esperanzador. Además, las tendencias de denuncia en la última década muestran un progreso profundamente necesario para combatir el problema. La lucha contra el acoso es crucial para el bienestar de cualquier comunidad.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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