León Opalín/ Los beduinos de Israel

Enlace Judío – Los beduinos han vivido principalmente en el desierto del Néguev de Israel durante generaciones, que se sitúa al sur del país y tiene una superficie de 13,000 kilómetros cuadrados en forma de triángulo invertido cuyo vértice meridional está situado en la ciudad de Eilat sobre el mar Rojo.

Al oeste limita con la península de Sinaí (Egipto) y al este con la zona meridional de Jordania, sirviendo de frontera con el wadi Araba. La principal ciudad del desierto es Be’er Sheba, situada al borde meridional del mismo. El Néguev es un lugar inhóspito con altas temperaturas.

Aproximadamente el 60% de los 290,000 beduinos de Israel viven en pueblos o ciudades reconocidas oficialmente. Sin embargo, un número significativo de beduinos se han negado abandonar sus hogares, que son zonas no reconocidas por las autoridades y por tanto carecen de agua, luz y otros servicios y viven en la pobreza.

Los beduinos son comunidades tradicionales y son difícil de convencer que se vacunen para prevenir el COVID-19. Se estima que solo una quinta parte del total se han aplicado la vacuna. Temen que con la misma se alteren sus genes y se vuelvan estériles o que se les introduzca un microchip que permita a los servicios de seguridad de Israel rastrear sus movimientos.

En el presente los núcleos beduinos se encuentran en 11 aldeas, 7 ciudades programadas por el Estado y 35 poblados “ilegales”. Es de destacar que del total de la población beduina más de la mitad son menores de 18 años.

En 1948 cuando se declaró la independencia de Israel, residían alrededor de 77,000 beduinos en el mismo. Durante la Guerra de Liberación una parte significativa de los beduinos al igual que otros sectores de la población palestina,  huyó o fue expulsada principalmente rumbo a la Franja de Gaza y al norte de la península del Sinaí. Al finalizar la contienda, Israel accedió a recibir de regreso a una parte de las familias que abandonaron el país. Las autoridades resolvieron erradicar a los beduinos de sus localidades y agruparlos en zonas de residencia demarcadas.

En 1965, tierras pobladas por beduinos fueron declaradas territorio militar o reserva natural, agravando la carencia habitacional. El incremento demográfico beduino, notoriamente mayor al promedio israelí, agravó con el transcurso de los años la búsqueda de vivienda. Esta urgencia se complicó por factores propios de la cultura beduina patriarcal, arraigada a tradiciones agrarias, opuestas al modo urbano de modernización que priva en los planes estatales israelíes.

Últimamente se han suscitado actos de violencia, algunos de corte criminal y otros de terror nacionalista promovidos por ciudadanos beduinos de la ciudad de Be’er Sheba y otras localidades, que han atraído el foco periodístico israelí provocando un incremento de la estigmatización colonialista del conjunto del colectivo beduino; tribus nómadas que ocupan tierras y no respetan el orden ni a las autoridades. Afirman que tienen derecho a ocupar las tierras ya que son donde vivían sus antepasados mucho antes de 1948 cuando se fundó el Estado de Israel.   

Cabe mencionar que al comienzo de junio pasado, el jefe de filas del partido islamita Ra’am, Mansour Abbas, gran defensor de la causa beduina, desbloqueó las negociaciones para la formación de un gobierno en Israel, poniendo fin a dos años de crisis política. A cambio de su respaldo, la coalición prometió ayudar a los beduinos.

El acuerdo de coalición prevé 9,000 millones de dólares para luchar contra las desigualdades en la comunidad árabe, el congelamiento de la destrucción de casas ilegales en pueblos beduinos. Sin embargo, los líderes beduinos no son optimistas, consideran que aunque el gobierno quiera poner el tema de los beduinos sobre la mesa en el parlamento israelí, “la mayoría de los diputados están contra los árabes y… la voz de los diputados árabes es muy débil, no pueden hacer que se cumplan nuestras demandas”.

La moneda está en el aire, es posible que el gobierno de Benett sí apoye a los beduinos, es un tema fundamental de justicia.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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León Opalin Chmielniska: De nacionalidad mexicana, estudió Economía en el ITAM, logrando además una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalem y diplomados en el Instituto Español de Turismo así como en el Británico. También ha realizado estudios sobre comercio internacional en Holanda. Pertenece y es reconocido por varios institutos y universidades importantes de México y el extranjero y su incursión en las letras inició en temas económicos y finanzas en el periódico Financiero y la revista ANIERM. Por muchos años ha sido colaborador de "Foro" y asesor de varias compañías. Sobre las materias que domina, sigue dando conferencias en planteles y universidades.