Enlace Judío- “Nosotros, que queremos unirnos a los ciudadanos del Estado de Israel, sin sacrificar nuestra identidad nacional, con respeto a los símbolos del estado y sus leyes, abrazamos a Mansour Abbas y esperamos que influya en los tres miembros de su movimiento Raam quien deberán marchar con él en el nuevo camino. Respecto a que Israel es un estado judío-democrático, es una declaración constitutiva y significativa que inspira esperanza para aquellos en el sector árabe que quieren integrarse en el país y conectarse con él, y que de hecho tendrían éxito”.
Es esta parte de una carta más extensa surgida de un sector de los árabes- israelíes. La carta es uno de los pocos apoyos explícitos que recibió el diputado Mansour Abbas, reconociendo sin vueltas que Israel tiene derecho a ser un estado judío y los árabes- israelíes así aceptarlo.
Por supuesto, estaban las voces habituales que se quebraban al unísono contra el fragmento de esperanza expresado por Abbas. Sus gritos y rabia eran más fuertes que cualquier otra tormenta política. Los gritos de rabia impía son los que expresan oposición a los acuerdos de paz, los acuerdos de Abraham, los que exigen que que una vida de guerra sea el destino común de Israel.
La importante declaración de Mansour Abbas hace recordar a 1980…
…cuando el liderazgo árabe en Israel era sobrio y realista; un liderazgo que reconocía a Israel como un estado judío-democrático. Este liderazgo surgió del poder, la comprensión, el reconocimiento de la realidad y el respeto por el estado y sus símbolos.
Abbas parece caminar con confianza y orgullo por el camino que ha cuidado con sabiduría y valentía el líder Sif a-Din al-Zuabi, primer diputado árabe- israelí que lo antecediera en la década del 80. Un camino de visión sobria, de acogida, que siembra la vida por respeto, y no un camino de los tormentos de la muerte interminable que otros árabes han pavimentado y por el que los amigos de Mansour caminan en sobriedad.
Como hoy, los líderes profesionales de la provocación como Mahmud Abbas, presidente vitalicio de la Autoridad Nacional Palestina; el Hamas, Irán, la Yihad Islámica y la israelí Lista Árabe Democrática, pendencieros , llamaron a los líderes árabes en Israel “traidores”, “colaboradores”, “antipatriotas”. Fueron arrojados al lodo y acusados de estar alienados de la nación árabe, y si podían, incluso procesarían a los líderes valientes y respetables por traición.
Los opositores en serie, los que se opusieron entonces y continúan oponiéndose incluso hoy, son el escollo, la principal barrera a la posibilidad de la integración del público árabe en el Estado de Israel como iguales.
No se distraigan ni miren para otro lado.
*Natalio Steiner es director de Comunidades Plus.
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