“Cada semana una lengua se extingue y con ella una cultura”: Profesor Aharon Geva Kleinberger, catedrático de la Universidad de Haifa y único miembro judío de la Academia de la Lengua Árabe en Israel.
Enlace Judío México e Israel – Las lenguas son el testimonio de las culturas, de cómo pensamos y de cómo percibimos el universo. En Israel, un hombre ha dedicado su vida a estudiar las lenguas y dialectos antiguos y modernos de la región con el afán de preservar su valor cultural e histórico. Se llama Aharon Geva-Kleinberger. Conversamos con él, en exclusiva.
Hoy en día existen unas seis mil lenguas en el mundo, pero cada semana una de ellas se extingue. “Eso significa que, en un año, más de 50 lenguas desaparecen como si nunca hubieran existido en el mundo”, lamenta el profesor Aharon Geva-Kleinberger, en entrevista exclusiva para Enlace Judío.
“Y no solo es la lengua, es la muerte de una cultura, la muerte del conocimiento para toda la humanidad”, agrega el especialista en lenguas del Medio Oriente que, además del hebreo y el árabe, domina el arameo, el acadio y varios idiomas occidentales, como el alemán, el francés y el inglés.
Durante muchos años, el doctor Geva-Kleinberger se ha dedicado a documentar esas lenguas y dialectos amenazados por la globalización, por la migración de sus hablantes hacia tierras “cosmopolitas” o por la apatía de las nuevas generaciones, más propensas a la asimilación que a la preservación de las identidades culturales.
Las tribus de Brasil, ejemplifica nuestro entrevistado, “no solo hablan una lengua sino que conocen los secretos de las plantas que usan como medicina. Cada lengua tiene sus propios secretos.”
La civilización judía no está exenta del fenómeno. Geva-Kleinberger habla, por ejemplo, de los judíos de Siria. “Ellos vivieron en Siria por más de tres mil años. Tenían una muy larga tradición en árabe. Y cuando dejaron Siria no solo dejaron la lengua, dejaron también la cultura.”
Esto, dice el erudito, “es triste porque ellos incluso acostumbraban rezar en árabe, y tenían libros de oraciones en árabe, y usaban proverbios en árabe. Y también es triste porque es un fenómeno mundial.”
Se pierde un idioma, la humanidad pierde una cultura
Los proverbios y refranes, que reflejan la sabiduría popular heredada oralmente por los descendientes de quienes fincaron una civilización o una cultura, están amenazados. “Los niños ya no usan los proverbios locales. Los padres los conocen. Los abuelos solían usarlo mucho, pero los hijos no se saben ni 10% de ellos.”
“Es una verdadera lástima”, dice el profesor Geva-Kleinberger. “Hay muchas cosas que lamentablemente estamos olvidando y eso va en contra del futuro de la humanidad”, asegura.
Los niños en general, y los judíos en particular, ya no usan proverbios. Y sin embargo, nuestro entrevistado, a pesar de ser judío ashkenazí, cuenta con un buen caudal:
“Judlak Shamie, Nam Nome Haniye”, dicen los hombres de Damasco. El proverbio se traduce así: “Si te casas con una mujer de Damasco, dormirás muy bien”. Eso mismo dicen los hombres de Alepo, reemplazando a Shamie por Halabiye, mujer de Alepo.
Lo pronuncia riendo un Geva-Kleinberger que atesora como nadie ese tipo de expresiones culturales que ha ido coleccionando a su paso por todo el Medio Oriente. Luego arroja otro proverbio:
“Is’al an al Jar abl el Daru an el Rafik kabl el Tarik” (“Pregunta acerca del vecino antes de comprar una casa, y acerca del guía antes de salir de viaje”).
Nombres de cabras
En la época de las Matriarcas del judaísmo, la sociedad hebrea se caracterizó como una sociedad nómada que se ocupaba del pastoreo. Por ello, no nos extraña que un estudio etimológico de los nombres de Raquel, Leah y Rebecca nos remitan, en sus significados, al mundo de la cría de cabras, ovejas y vacas como:
Rachel, etimológicamente, significa una oveja vieja.
Leah significa grasa de algunas razas de ovejas o vacas salvajes (también basado en otras lenguas semíticas).
Ana significa una cabra misericordiosa que se compadece de los cabritos de las cabras que no tienen madre y las amamanta.
Rebekah (Rivka) significa etimológicamente un becerro engordado.
Esto indica que una etimología científica real debe basarse en un amplio vocabulario comparativo semítico del hebreo antiguo y otras lenguas semíticas.
El inicio de una pasión
La historia de cómo Geva Kleinberger descubrió su pasión por las lenguas es reveladora, pues trasluce cierto talento innato, combinado con las oportunidades que la vida fue poniendo frente a quien hasta hace poco fue el jefe del Departamento de Lengua árabe de la Universidad de Haifa, donde aún es profesor.
“Mi hermana estudiaba en la universidad la lengua acadia, que es una lengua muy antigua, y le dejaron una tarea. Yo solo tenía nueve años de edad y ella no sabía cómo traducir un texto en acadio. ‘Veamos qué podemos hacer’, le dije, y esto fue lo que pasó: Traté de leer el texto y entendí lo que estaba escrito ahí. Ella obtuvo una calificación muy alta en la universidad y yo entendí que amaba las lenguas.”
A los 12 años de edad, Geva-Kleinberger ya hablaba árabe también. “Yo llevaba árabe en la escuela pero no tenía nada más que aprender porque ya hablaba mejor que cualquier maestro”, afirma. Después aprendió a hablar francés e inglés y, más tarde, alemán.
“Decidí hacer mi doctorado en Alemania. Ahí estudié esas otras lenguas, o sea, las lenguas de Oriente Medio, lenguas modernas y también antiguas, y escribí mi tesis doctoral en alemán. Yo no sabía nada de alemán antes de eso. Lo aprendí solo para eso. Al principio pensé que el ídish era un dialecto del alemán pero no es así. Está muy lejos de serlo. No puedes escribir una disertación en alemán si solo hablas ídish porque está muy lejos. Entonces tuve que aprender (el alemán). Cuando tienes que escribir algo en otro idioma tienes que aprenderlo muy profundamente.”
Así que el estudioso tuvo que aprender al mismo tiempo las lenguas antiguas sobre las que pretendía escribir y el idioma en que pensaba hacerlo. Lo que descubrió en el proceso es fascinante:
“Sorprendentemente, hay muchas lenguas como el arameo que nosotros pensamos que están extintas. Totalmente muertas. (El arameo) es la lengua del Talmud, de la Gemará. Pero puedes encontrar a cientos de miles de personas en Europa, hoy en día, cuya lengua materna es el arameo.”
Se trata de gente cuyos orígenes se encuentran en el norte de Siria, en el sur de Turquía, en el norte de Irak y en el occidente de Irán. “Ellos, la mayoría cristianos, solían hablar arameo hace 20 o 30 años, y luego emigraron a Europa y hoy puedes encontrar en Holanda o en Alemania, incluso en Suecia, transmisiones de televisión en arameo, que es un idioma vivo.”
Sin embargo, se trata de lenguas amenazadas que enfrentan un futuro incierto, “porque la nueva generación, los niños en Europa… cuando la gente deja el lugar donde nació, gradualmente dejan de hablar su lengua. Los niños no quieren hablarla con sus padres. Es muy triste porque esas lenguas estuvieron vivas por muchos cientos de años, y ahora estamos siendo testigos de cómo mueren en este mismo instante.”
La riqueza cultural de las lenguas
La visión del catedrático suele resultar contraintuitiva para sus propios estudiantes. En un mundo globalizado, donde el inglés sirve para transmitir las ideas de la ciencia y otros aspectos culturales de lo que entendemos como “progreso”, no parece haber mucho espacio para las lenguas antiguas.
“Yo siempre le pregunto a mis estudiantes quién tiene un lenguaje más rico, si un granjero o una persona que va a la universidad. Ellos normalmente dicen que los intelectuales tienen un muy amplio léxico, un muy amplio vocabulario”, narra Geva-Kleinberger.
“Pero no es así, porque los granjeros conocen el nombre de cada tipo de animal, para cada periodo de la vida de los animales, de las frutas, para cuándo cultivar frutas y vegetales… Entonces, ellos saben mucho más y saben otras cosas que nosotros desconocemos, por ejemplo, cómo predecir el clima.”
Entre el conocimiento popular traslúcido en los proverbios se encuentran las claves para predecir el tiempo, “pero solo los granjeros los conocen. Entonces, es muy triste que hoy veamos la muerte de esas lenguas, la muerte de los dialectos, la muerte de las culturas.
No queremos ir al extranjero para ver el mismo modelo. Si vas a un lugar muy interesante en el mundo, quieres ver otra cultura, no quieres ver la misma ropa en el mismo centro comercial, quieres ver algo más y también quieres escuchar otra lengua porque la lengua es cultura.”
Ídish y el ladino
Sobre el futuro de dos lenguas judías, el ídish y el ladino, Geva-Kleinberger tiene dos diagnósticos opuestos. Piensa que el primero no va a desaparecer pronto. “Hay muchos judíos ortodoxos, especialmente en Israel y en Estados Unidos, que todavía hablan esa lengua y la preservan. Y también en México. Ellos la preservan. El ladino es otro caso. El ladino está en peligro. Se va a extinguir en pocos años.”
El experto recuerda que hay una extensa literatura en ladino. “Podemos aprender ladino pero no es la lengua viva porque no encontraremos personas que todavía lo usen, o generaciones jóvenes que todavía lo usen.”
Para determinar qué tan viva está una lengua, explica el experto, hay que considerar aspectos como si los padres le cuentan a sus hijos historias en esa lengua antes de dormir o si los niños usan esa lengua en la escuela. “Hay muchas lenguas también en el Medio Oriente que estaban vivas hace 30 años y que lo estuvieron por miles de años en partes de Yemen o la Península Arábiga, en Omán o Arabia Saudita (…)” y que han adoptado la lengua del Corán, el árabe.
Dialectos judíos
También entre los judíos existen diversos dialectos, o formas particulares de hablar una misma lengua en una región geográfica determinada. “Es como el muy conocido caso de los judíos de Bagdad. Ellos tenían su propio dialecto. No era como el dialecto de los musulmanes, no era el dialecto del árabe de las culturas de Bagdad. Era un dialecto todavía más antiguo. Lo hablaban incluso antes de que llegaran los musulmanes a Bagdad.”
En otros lugares como Líbano, “los judíos solían hablar los mismos dialectos que el resto de la población; en Siria, los dialectos (hablados por los judíos) eran muy cercanos al de la población no judía. Sin embargo, tenían sus propios proverbios en hebreo y algunas palabras en hebreo. Tenían sus propias festividades y usaban un vocabulario especial para ellas. Y hay algunas palabras que eran bastante exclusivas de los judíos, y que la población general no usaba.”
Alepo y Damasco
Los judíos de Alepo y Damasco hablan distintos dialectos, pese a ser de un mismo país, Siria. “Algunos de los judíos que llegaron a Alepo vinieron tras la expulsión de España de 1492. Son de origen sefardí. Otros vinieron de Grecia o Bulgaria e incluso hay algunos ashkenazi. Hoy en día puedes encontrar a Alepo y a Damasco en el mismo país, Siria, pero en el pasado se trataba de una región”, no de un país. En cada ciudad se fueron gestando y evolucionando distintos dialectos.
Hace un par de años, Aharon Geva-Kleinberger y Peter Behnstedt escribieron un Atlas de los dialectos árabes en la región de Galilea, en el norte de Israel. “En esta región puedes encontrar cientos de dialectos, porque en el pasado no había caminos pavimentados.” Incluso pequeñas separaciones geográficas incidían en la evolución de las lenguas hacia dialectos muy locales, lo que representa una gran riqueza lingüística y cultural.
“Es muy curioso porque si vas a dos aldeas vecinas en Galilea y le preguntas a la población mayor cómo explicar, de forma antropológica, las diferencias entre una y otra, ellos te responden: ‘solíamos beber el agua de nuestros pozos, y ellos solían beber el agua de sus pozos, que era más salada. Y debido al agua salada de ese pueblo, su dialecto es más rudo y su comportamiento es más rudo’.”
Si quiere ser parte del Medio Oriente, Israel también tiene que hablar muy bien el árabe
Pero Geva-Kleinberger no visitó solo dos aldeas sino todas y cada una de las poblaciones de la región. El trabajo de documentar y crear mapas lingüísticos de la región es arduo y debe hacerse rápidamente, pues “si no lo haces en 10 años, las poblaciones cambian, las lenguas cambian” y las culturas se pierden. “Si no documentas las cosas, desaparecen.”
Aharon Geva-Kleinberger, quien por seis años transmitió desde la radio de Israel en árabe, con público de todo el Medio Oriente, tiene claro la importancia de esta lengua para los israelíes. Probablemente, más que el resto de sus conciudadanos.
“La población árabe de Israel, la mayoría, conoce muy bien el hebreo. Pero la población judía de Israel no conoce muy bien el árabe. Simplemente hablan un poco aquí y allá, pero no dominan el idioma. Israel se encuentra en el Medio Oriente. Israel tiene que entender que si quiere ser parte del Medio Oriente, también tiene que hablar muy bien el árabe porque si ellos, si los judíos en Israel no hablan muy bien el árabe, no entenderán muy bien a sus vecinos y los vecinos no intentarán acercarse a ellos.”
Esta visión se extiende a lo político fácilmente. Para este apasionado de las lenguas, el liderazgo israelí podría progresar en sus relaciones con las naciones árabes si dominara su lengua.
“Eso es lo que pasó recientemente con Marruecos. Los judíos de Marruecos tienen un muy buen dominio de los dialectos locales de Marruecos y esto les ayuda a tener buenas relaciones con el gobierno y con el pueblo de Marruecos. Entonces, la lengua no es solo la lengua, como te dijeron antes, la lengua es cultura.”
Aharon Geva-Kleinberger se encuentra en México para recoger los testimonios de judíos mexicanos de países árabes, mediante entrevistas en árabe que salvarán, antes de su extinción, sus historias, sus recuerdos, sus plegarias y sus tradiciones. Geva Kleinberger afirma que en su árabe original, se puede encontrar un legado que no se encuentra en español, como rezos en árabe, melodías, nombres de comidas, proverbios, nombres de festividades y nombres de costumbres, entre otros.
“Hay que salvar el legado en árabe de los judíos ahora, antes de que sea demasiado tarde” dijo, “y que el mundo crea que esta riqueza nunca existió bajo el cielo”.
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