Los Camisas Doradas solían circular volantes y manifiestos con la consigna: “Sangre Judía, Sangre Judía”, con la cual exigían el “derramamiento de sangre judía”.
Especial para Enlace Judío.- Tan sólo en el campo de Auschwitz-Birkenau, que podría considerarse el más grande campo de exterminio que se conozca, murieron 1.1 millones de personas, cifra que sumada a otros campos se calcula en 6 millones de judíos exterminados en tres años de locura, que en hebreo se conoce como Shoá –la catástrofe–. El Holocausto, como se le conoce también, es el genocidio contemporáneo más atroz y perverso que humilla y degrada a toda la especie humana. Éste se planeó el 20 de marzo de 1942 en una discreta villa del lago Wannsee, la cual se localiza en las afueras de la ciudad de Berlín, capital alemana.
Antes de Wannsee, ya había masacres de judíos
Reinhart Heydrich, Jefe de la Oficina Principal para la Seguridad del Reich (RSHA por sus siglas en alemán) convocó en esa fecha a “una reunión con comida” a unos 15 oficiales de alto rango del ejército nazi en esa apartada villa, precisamente para que la reunión fuera discreta. En declaración de uno de los asistentes, el cónclave “duró solo 90 minutos” y en él se acordó la “Solución Final al problema judío”.
Al salir los asistentes contaban con un documento de 15 páginas firmadas por Heydrich, para llevar a cabo el exterminio de aproximadamente 11 millones de hebreos que radicaban en toda Europa.
El “discurso de odio” de Adolfo Hitler y los nazis ya había provocado en diversas naciones del Este de Europa, como Bielorusia, un “pogromo” o destrucción de una comunidad, contra el pueblo judío. Incluso para cuando se aprobó la “Solución Final”, las Einsatzgruppen (Unidades Especiales de Exterminio) ya realizaban las masacres de judíos en la retaguardia del Ejército del Tercer Reich. Pero las acciones de simpatía por Hitler era más amplias.
“Juventudes Hitlerianas” y “Camisas Doradas ” en México
El discurso del Führer ya había contaminado también a algunas naciones de Latinoamérica, e incluso en ciertos países del continente Americano se intentó reproducir el exterminio de judíos.
En México desde mediados de 1936 comenzaron a publicarse en los principales periódicos de la capital, editoriales alabando a los nazis y atacando a “la plaga judía”. La cereza del pastel de esa campaña la encabezó la Revista “Timón” que dirigió el ex Secretario de Educación José Vasconcelos. El pasquín era financiado por Arthur Dietrich, Jefe de Prensa de la Embajada Alemana en México.
Dietrich también subvencionó organizaciones fascistas mexicanas como las “Juventudes Hitlerianas”. En un reporte que elaboró la Secretaría de Gobernación para el presidente Lázaro Cárdenas en mayo de 1940 titulado: “Nazis en México”, se describe la manera en que un grupo de choque organizado por Dietrich amenazó, golpeó y boicoteó a los alemanes que rechazaban a Adolfo Hitler.
Entre las organizaciones simpatizantes de los nazis destacó la de “Camisas Doradas”, emulo de las Camisas Pardas de Alemania, cuyo principal objetivo fue agredir a judíos y comunistas. Ésta fue fundada por el ex presidente Abelardo L. Rodríguez y estuvo encabezada por Nicolás Rodríguez, un ex “Dorado” de las tropas del General Francisco Villa.
Golpizas a judíos
Las Camisas Doradas reprodujeron las marchas, uniformes y el saludo nazi. En su cintura portaban un garrote con mango de cuero con el que golpeaban a sus víctimas. La doctora en historia por la UNAM y directora del Centro de Documentación e Investigación de la Comunidad Ashkenazi, Alicia Gojman de Backal, cuenta en su libro titulado: “Camisas, escudos y desfiles militares”, que los Camisas Doradas atacaron comercios de judíos en la capital de México, en su momento llamado Distrito Federal.
Los fascistas encabezados por Rodríguez también propinaron golpizas a destacados miembros de la comunidad israelí, los más destacados: Jacobo Glantz y al ex presidente de la Cámara de Israelita de Comercio.
Los Camisas Doradas solían circular volantes y manifiestos con la consigna: “Sangre Judía, Sangre Judía”, con la cual exigían el “derramamiento de sangre judía”.
Acusaban a los judíos de violar las leyes mexicanas y ser parte de una conspiración internacional contra México. La doctora Gojman cuenta que incluso su familia, que venía huyendo de Rusia, temía que esos grupos iniciaran un nuevo pogromo en México. Su familia ya había sufrido los exterminios que se registraron en Ucrania, donde debido a ello cavaron un sótano debajo de su casa para esconderse.
América Latina
En Panamá también se reprodujeron las acciones nazis contra el pueblo hebreo. Informes diplomáticos enviados durante la Segunda Guerra Mundial al Departamento de Estado, informaron que el presidente de Panamá, Arnulfo Arias Madrid, quien ostentó la presidencia de su país en tres periodos no consecutivos (1940-1941, 1949-1951 y octubre de 1968) edificó al menos un campo de concentración para aislar a los judíos refugiados en esa nación.
Arnulfo Arias estudió y se desempeñó como “Ministro Plenipotenciario” en Alemania, donde creció su admiración por los gobiernos fascistas. De los nazis nació su desprecio por los judíos. Cuando regresó a su país natal y ganó su primera presidencia, en 1940, cambió la constitución e incluyó las ideas de limpieza racial, calificando a la raza hebrea como indeseable.
Naciones como Argentina, Chile, Brasil o Bolivia también tuvieron simpatizantes nazis que reprodujeron el discurso de odio contra la comunidad judía. Hechos que hasta ahora han sido poco documentados. Registrarlos y difundirlos, sin duda es una tarea que colabora en la denuncia de sus perpetradores, y es una responsabilidad común frente a tantas víctimas.
El discurso de odio pone a las sociedades al borde de la barbarie
En la actualidad un “nuevo” discurso de odio recorre diversas regiones del mundo incluyendo a los Estados Unidos, con nuevos matices. Se trata de una intolerancia que crispa y ataca no solo a judíos sino a diversas comunidades como la musulmana, integrantes de la comunidad LGBTI, personas migrantes y refugiadas, de razas negras y latinas, entre otras. Un discurso de ira, odio y supremacía que crece, divide a las sociedades y pone a las sociedades al límite de la vorágine de una nueva barbarie, racial, política y social.
En palabras de la abogada y política francesa Simone Veil (1927-2017), superviviente de Auschwitz: “La Shoá fue única en la historia, pero el veneno del racismo, el antisemitismo, el rechazo del otro y el odio, han sido amenazas diarias siempre”.
Esa construcción verbal que genera violencia y crímenes de lesa humanidad como el Holocausto perpetrados por los nazis, no deben pasar al olvido.
Conmemorarlo es un antídoto que podría evitar que sea replicado y que permitiría construir un mundo basado en la igualdad que pueda integrar sociedades más libres y justas.
Desde el año 2005, la Asamblea General de Naciones Unidas designó el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
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