Enlace Judío – En un nuevo libro, Yoel Yaari, hijo de Bela Hazan Yaari, relata la historia no contada de su madre y otras mujeres, que realizaron las misiones más peligrosas de la resistencia judía contra los nazis, de acuerdo a The Media Line.
Eran jóvenes, inteligentes y, gracias a sus rasgos “arios”, pudieron entrar y salir sin ser vistas de los guetos y de las oficinas de la Gestapo.
Bela Hazan Yaari, Tema Sznajderman y Lonka Korzybrodska, miembros del movimiento juvenil sionista Hahalutz, pasaron de contrabando personas, documentos, armas y dinero entre los guetos de la Europa ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque estaban hambrientas, débiles y a veces eran torturadas, las tres jóvenes arriesgaron sus vidas en varias ocasiones para salvar a otros. Pero su historia, y la de cientos de otras mujeres que formaron parte de la resistencia judía durante el Holocausto, ha permanecido oculta durante mucho tiempo.
La historia comienza en 2017, cuando Yaari, profesor de enfermedades neurodegenerativas en la Universidad Hebrea de Jerusalén, visitó el Museo de Auschwitz-Birkenau en Polonia.
Durante su recorrido por el museo, se sorprendió al encontrar una foto de su madre en una exposición dedicada a los prisioneros polacos que habían muerto en el campo. Además, el nombre que aparecía debajo de su foto era erróneo.
“Tenía que resolver esto, averiguar cómo había sucedido, y entonces empecé a investigar”, comentó Yaari. “Descubrí cosas nuevas de mi madre y de todo lo que ocurrió a su alrededor”.
Foto de Bela Hazan en Auschwitz tomada el 14 de noviembre de 1942 (Crédito: Museo Conmemorativo de Auschwitz-Birkenau)
“Durante toda mi vida no me interesó mucho ese periodo. Desafortunadamente, mi madre no hablaba mucho y no le preguntábamos, como muchas personas de segunda generación que evitan las preguntas”.
Nacida en 1922 en Rozhyshche, Polonia (actualmente Ucrania), Bela Hazan huyó a Vilna, en Lituania, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Tras la invasión de la Alemania nazi en 1941 y el inicio de los asesinatos de la población judía de la ciudad, Hazan, quien tenía rasgos arios, adoptó una identidad polaca.
Durante el resto de la guerra y sus actividades en la resistencia, fue conocida como Bronislawa Limanowska. Sus amigas, Tema Sznajderman y Lonka Korzybrodska, también adoptaron nombres polacos, convirtiéndose en Wanda Majewska y Kristina Kosowska, respectivamente.
Junto con otros miembros destacados de la resistencia, las tres mujeres desempeñaron un papel fundamental como mensajeras al pasar de contrabando información crítica, armas y otros objetos entre las secciones del movimiento de resistencia judío en Vilna, Lida, Grodno y Bialystok.
Cuando se supo que los nazis masacraban a los judíos en el gueto de Vilna, también ayudaron a rescatar a cerca de 50 judíos.
“Estas tres mujeres organizaron una fuga del gueto de Vilna al gueto de Bialystok, junto con otras personas del movimiento”, señaló Yaari. “Mi madre se encargaba de llevar a los bebés de contrabando de Vilna a Bialystok”.
Para ocultar su identidad judía, Hazan, de 18 años, adquirió un crucifijo y un libro de oraciones cristiano y visitaba la iglesia con regularidad. Se le asignó la tarea de encontrar una casa segura en Grodno para los mensajeros que viajaban de Vilna a Varsovia.
“Los mensajeros, en su mayoría mujeres, viajaban y transmitían información, contrabandeaban personas, armas y documentos”, explicó Yaari.
Gracias a su dominio de varios idiomas, en 1941 Hazan empezó a trabajar como intérprete para la Gestapo en Grodno, un puesto muy peligroso que, sin embargo, le permitía robar papeles y documentos oficiales que luego transmitía a sus compañeros. La resistencia utilizaba este valioso material para crear documentos falsos, visas y tarjetas de identidad para sus miembros.
Uno de los miembros de la Gestapo donde trabajaba la joven la invitó a la fiesta de Navidad del cuartel general de la Gestapo. Tema Sznajderman y Lonka Korzybrodska la acompañaron.
Fue durante esa fiesta cuando la Gestapo tomó la foto de las tres mujeres, una fotografía icónica en blanco y negro que ahora se encuentra en el Museo del Holocausto Yad Vashem de Israel, en una sección dedicada a las mujeres mensajeras.
“De estas tres mujeres, solo mi madre sobrevivió; las otras dos perecieron durante el Holocausto”, indicó Yaari.
En junio de 1942, Hazan fue enviada a Varsovia para buscar a su amiga Lonka, que había desaparecido mientras realizaba una misión para la resistencia. Durante este viaje, también se le pidió contrabandear armas y transferir información. Sin embargo, en el paso fronterizo de Malkinia, camino a Varsovia, fue descubierta y detenida por la Gestapo, que sospechaba que era miembro de la resistencia polaca.
Hazan fue torturada, interrogada y enviada a una prisión cercana conocida como Pawiak, donde por fin encontró a su vieja amiga Lonka.
Las dos jóvenes no tardaron en ser enviadas a Auschwitz-Birkenau. La madre de Yaari, que tenía cierta experiencia en el ámbito médico, trabajó como enfermera en el hospital del campo de mujeres. Desde allí, contrabandeaba medicamentos para tratar a las reclusas judías.
“El hospital de Birkenau, al igual que el del campo principal de Auschwitz, era también el centro de los grupos de resistencia”, relató Yaari. “No quiero generalizar, pero mi madre dice que, en su barracón, las enfermeras polacas no atendían a las mujeres judías que estaban enfermas”.
Hazan y Kozybrodska enfermaron de tifus, una enfermedad muy común en el campo, y fueron hospitalizadas en la misma litera. Hazan se recuperó pero su amiga deterioró gradualmente y murió el 13 de abril de 1943.
“Lonka murió en los brazos de mi madre”, dijo Yaari. “Las últimas palabras que le dijo fueron ‘sobrevivirás y contarás nuestra historia'”.
Arriesgando su vida una vez más, Hazan se dirigió al médico jefe de las SS y le rogó llevar ella misma el cuerpo de su amiga a la morgue para que no fuera eliminado de la forma habitual. El médico accedió de mala gana y Hazan llevó el cadáver a la morgue en una camilla y esperó hasta quedarse sola.
“Mi madre no podía soportar que su mejor amiga muriera como gentil y no como judía”, dijo Yaari. “Se quedó con ella, sacó el icono de Jesús y dijo el Kadish para que pudiera morir como judía”.
En la primavera de 1945, Hazan y otras 1,000 mujeres fueron enviadas a Taucha, un campo de trabajos forzados para mujeres cerca de Leipzig, que formaba parte de Buchenwald. Cuando las fuerzas aliadas se acercaron, las SS evacuaron el campo y se llevaron a todas las presas en condiciones a la marcha de la muerte.
Hazan se quedó con el Dr. Alexander Herman, un médico judío de Praga, para atender a 140 enfermos.
Posteriormente, un escuadrón nazi se dirigió directamente a los reclusos restantes para asegurarse de que ninguno de ellos llegara vivo a las fuerzas aliadas.
Hazan, Herman y otros prisioneros lograron rescatar a los 140 enfermos y facilitaron su huida a un territorio cercano controlado por los estadounidenses.
Meses después de la liberación, Hazan escribió sobre sus experiencias y proporcionó uno de los primeros testimonios de la resistencia judía contra los nazis, pero no se publicó hasta décadas después, en 1991, en hebreo, en un libro titulado “Me llamaron Bronislawa”.
“Fue tan valiente; es increíble”, dijo Yaari. “Pero ella nunca habló de ello. Estas historias son desconocidas y, gente como mi madre, están saliendo a la luz solo ahora”.
Hazan murió en 2004 en Jerusalén, sin haber recibido un reconocimiento por su valentía. En 2019, se le concedió a título póstumo la Mención de Rescatadora Judía de B’nai B’rith International, que honra a los judíos que rescataron a otros judíos durante el Holocausto.
Muchas otras jóvenes también formaron parte de grupos de resistencia judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Dalia Ofer, profesora emérita de estudios sobre el Holocausto y Europa Oriental en la Universidad Hebrea de Jerusalén, es una de las principales especialistas en el tema de las mujeres en el Holocausto.
“Cuando se habla de mujeres jóvenes, muchas de ellas formaron parte de la resistencia. Empezaron como mensajeras para encontrar y transmitir información. No era fácil conseguir información sobre lo que ocurría de un gueto a otro. Estas mujeres jóvenes y algunas de ellas hermosas, podían salir del gueto más fácilmente, haciéndose pasar por polacas o ucranianas”, señaló.
Por su parte, Yaari espera que su libro se publique en diciembre de este año, a tiempo para el que habría sido el centenario de su madre. Inicialmente se publicará en hebreo, aunque planea traducirlo al inglés lo antes posible.
“El libro describe a mi madre y también a muchas otras mujeres. Hay muchas mujeres cuya función en el campos es absolutamente desconocida en la historiografía de Auschwitz. He leído casi 1,000 testimonios a lo largo de los años y he examinado diferentes historias para sacar a la luz una historia completamente desconocida”, concluyó.
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