Menor crecimiento de la economía mundial en 2022
El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo sus pronósticos de crecimiento para 2022, ya que esta institución considera que la economía mundial entre 2022 en una posición más débil que lo que anticipaba, lo que sumado a la expectativa de una duración más prolongada de los problemas en cadenas productivas de suministro, elevada inflación, y el retiro más temprano de los estímulos monetarios deterioró las perspectivas de avance para 2022.
La nueva estimación de crecimiento global para este año es de 4.4%, 0.5 puntos porcentuales menor que en octubre de 2021, principalmente por la revisión a la baja al crecimiento de EUA a 4% desde 5.2% y la de China que pasó de 5.6% a 4.8%. Para 2023 se estima una expansión más moderada del PIB global, con un crecimiento de 3.8%.
Para México el FMI pronostica un crecimiento de 5.3% en 2021 (-0.9 puntos porcentuales respecto a octubre), 2.8% para este año (-1.2 puntos porcentuales respecto al previo), y de 2.7% para 2023 (2.2% anterior).
El FMI señala que los riesgos para el crecimiento mundial están sesgados a la baja destacando los relacionados con la pandemia, disrupción en cadenas de producción, posible volatilidad en los mercados financieros y tensiones geopolíticas.
Conmemoración Internacional del Holocausto
Cada año el 27 de enero la UNESCO rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto y ratifica su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos. Justamente el 27 de enero se conmemora la liberación en 1945 por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto (Shoá en hebreo), seis millones de judíos, entre ellos un millón y medio de niños.
El Holocausto no solo afectó profundamente a los países donde se cometieron los brutales crímenes nazis, sino que repercutió en muchos otros lugares del mundo. En la medida que desaparecían los sobrevivientes, la memoria del Holocausto se desvanece y, por otra parte, avanza significativamente y cada vez más violento el antisemitismo en el mundo; asimismo, aumentan los negacionistas del Holocausto. Los judíos del mundo y de Israel estamos determinados a mantener viva la memoria del Holocausto, “porque si la sociedad no aprende del pasado, está destinada a repetirlo”.
En este contexto, Juan Ignacio Zavala en su columna de El Financiero del 28 de enero pasado menciona que recordar el exterminio de seres humanos a manos de otros es de vital importancia para no olvidar que el odio anida entre nosotros como habitantes de la tierra.
La conmemoración de 77 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, ubicado en Polonia, significa para el mundo una especie de catarsis “de ese lugar de infamia humana que marcó un episodio fundamental en la historia del siglo XX”.
Zavala señala que Auschwitz es el horror, es el espejo en el que vemos los niveles de crueldad y ruindad a los que somos capaces de llegar los seres humanos. Recordarlo es también evitar el olvido y la normalización de lo que sucedió cuando un grupo decidió exterminar a otro ante la indiferencia, el pasmo y la impotencia de otros. Recordarlo es saber que anida en todas partes, siempre escondido ese afán de aplastar y dominar. Por eso hoy que las redes sociales todo lo banalizan, hay que evitar el término “nazi” para cualquier cosa y como adjetivo general, pues solamente sirve para banalizar el asesinato de millones de personas.
Mi numerosa familia que residía en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial quedó prácticamente exterminada: del lado materno nadie sobrevivió. Del lado paterno pudieron salir de Polonia antes de la guerra mi abuela, un hermano de mi padre, en aquél entonces un niño, (David) que se fueron a vivir a Estados Unidos. Mi padre (Neftali) y mi madre (Cipa-Rajzla) salieron al principio de los treintas del siglo pasado, primero mi padre y un año más tarde mi madre; llegaron a México, el país que abrió las puertas a miles de judíos salvándolos del Holocausto. Yo nací en octubre de 1940, viví la angustia de mis padres que al principio no perdieron la esperanza de saber de sus familias. También experimente el impacto de los relatos de otros sobrevivientes que llegaron a esta tierra y la convirtieron en su patria.
En este ámbito, no puedo entender cómo sucedieron dos casos de antisemitismo flagrantes en los medios de México, que causaron indignación no solo en la comunidad judía sino fuera de ella, incluyendo a instituciones oficiales. Jóvenes maestras separadamente hicieron chistes antisemitas crueles. Afortunadamente en México existen leyes que penalizan actos que fomentan el odio, sin embargo, la comunidad judía de México y sus instituciones tienen que estar alerta de estas manifestaciones que, en un momento dado, pueden cobrar vuelo.
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