Enlace Judío México e Israel- La historia detrás de estas dos ciudades se resume a la comunidad judía. Una comunidad lastimada, marginada y al final, castigada por un suceso que marcó un antes y un después en la humanidad: el Holocausto. Esta es la historia de la familia Beraha, relatada por Amelie Esquenazi*, en el evento “ORT Day”.
Antes de la II Guerra Mundial, la incomprensión y la necesidad se sumaban en un terreno oscuro, en el cual era difícil vivir de manera aceptable. El temor de no tener certeza de que algo peor podría pasar al salir. Una constante era la incertidumbre, el disfraz de tranquilidad ante la situación tan complicada.
Antes de la guerra, la comunidad judía vivía de manera tranquila en la antigua Yugoslavia. Una vida normal que no pensaba en la diferenciación de las razas ni de las creencias. El abuelo de Amelie, Elie Beraha, herido de guerra, manejaba negocios familiares de manera correcta y tenía una buena estabilidad en el lado económico.
Desafortunadamente, los tiempos se complicaron, y la necesidad lo hizo emigrar en 1927 a México, dejando atrás todo lo logrado y así llegando a la ciudad de Puebla. Dejando la vida europea, la familia Beraha trabajó a tope para alcanzar la Ciudad de México.
Entre tanto, en Yugoslavia, los parientes que Elie dejó atrás, necesitaban salir del país. La naciente crisis y claro, el peligro del nazismo latente obligaba a buscar acomodo en otro país. Los intentos del abuelo de Amelie fueron en vano y las complicaciones para comunicarse eran cada vez más frecuentes.
En 1941, la Alemania Nazi invadió Yugoslavia, trayendo consecuencias terribles para todos los judíos. Saqueando sus casas, despojándolos de sus propiedades y negando a los niños el derecho de estudiar, sin motivo real alguno. La situación empeoró y los campos de concentración fueron una triste realidad.
La familia Beraha fue exterminada. Un buen día, sin mayor aviso, toda una familia fue despojada de su existencia y, ante la crueldad del suceso, dejaron este plano existencial. Sí, una familia completa.
Gracias a la información del Yad Vashem, se pudo conocer el paradero lamentable de la familia. Las imágenes terribles de cuerpos abandonados en los trenes y el sentimiento al pensar en los actos tan deplorables de los que fue víctima la familia, y en especial los niños.
El testimonio de Amelie, desgarrador y real, cierra con esta reflexión: “Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada” Edmund Burke.
*Amelie Esquenazi es Network Coordinator for Latin America de la ORT. Trabajó durante más de 40 años en el campo de la educación.
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