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jueves 21 de noviembre de 2024
Aministía Internacional

Organizaciones de derechos humanos al servicio de la opresión y el terrorismo. Un día de luto para los derechos humanos

Enlace Judío – La organización de derechos humanos Amnistía Internacional, a través de su oficina en Reino Unido, publicó recientemente un informe sobre Israel que incluye información parcializada, ignora la realidad en el terreno, miente de forma descarada e incluso da total impunidad a organizaciones terroristas.

El informe de Amnistía Internacional es un ejemplo más de una triste tendencia en la cual organizaciones de derechos humanos se han convertido en herramientas para legitimar el terrorismo y atacar con mentiras a Israel, al tiempo que dañan de forma directa lo más fundamental que supuestamente deberían defender – los derechos humanos.

En primer lugar, el reporte en su titular considera a Israel un país con un sistema de apartheid. Esta afirmación es tan falsa como malintencionada.

¿Cómo pueden afirmar que hay un sistema de apartheid en un país donde las minorías están representadas en todas las entidades públicas y donde miembros de las comunidades minoritarias son ministros de gobierno, parlamentarios, jueces del Tribunal Supremo de Justicia, directores del sistema de salud nacional, importantes empresarios y científicos y hasta capitanes de la selección nacional de fútbol?

Alcanza con visitar, por ejemplo, un hospital en Israel para entender la profunda coexistencia que se vive en el país: doctores y enfermeros árabes y judíos trabajan juntos codo a codo para salvar la vida de los árabes y judíos que son tratados por igual en el hospital.

Si hubieran visto el acto de celebración del 73 aniversario de la independencia de Israel podían ver cómo dos enfermeros árabes que trabajan en hospitales israelíes fueron seleccionados entre las 12 personas de todo el país que fueron destacadas por su labor durante el último año.

El panorama político actual de Israel es también un excelente termómetro de esto y es, en realidad, una muestra más fidedigna de la realidad israelí que las más de 200 páginas publicadas por Amnistía Internacional: dos ministros del gabinete de gobierno son árabes (uno de ellos musulmán y el otro druso), más de una docena de parlamentarios son árabes, uno de los jueces del Tribunal Supremo de Justicia es árabe cristiano y el actual “zar” del coronavirus (quien lidera todo el manejo de la pandemia en el país) es también árabe de origen druso.

Los autores del informe podrían darse también una vuelta por un campus universitario israelí donde ciudadanos judíos y árabes forman parte tanto del alumnado como del equipo docente. Cerca de uno de cada cinco estudiantes universitarios en Israel es árabe, una cifra prácticamente idéntica a su proporción en la población. No es casualidad, por ejemplo, que el decano de estudios de pregrado de una de las instituciones académicas y científicas de más prestigio en Israel (el Technion – Instituto de Tecnología de Israel) es el árabe israelí Hossam Haick.

En Israel nos enorgullecemos de la enorme inclusión que se vive en nuestra sociedad. Si bien es cierto que, como en cualquier país del mundo, existen problemas de racismo y hay muchas cosas que mejorar, el Estado protege, promueve y defiende los derechos de todas las minorías.

Desde la misma declaración de independencia del Estado de Israel, el país extendió su mano para la paz y la buena vecindad y afirmó que “asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales de todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo”.

Israel es un Estado judío y democrático. Por un lado, es el hogar nacional del pueblo judío, pero de igual importancia – es un Estado democrático vibrante donde todos los grupos religiosos tienen sus derechos garantizados tanto para prácticas religiosas (protección de los lugares de culto y libertad religiosa) como en lo que respecta a los derechos individuales (votación en las elecciones, acceso a los servicios públicos, etc.)

Otro ejemplo de ello es la comunidad cristiana en Israel, en su mayoría (76.7%) de origen árabe. La comunidad cristiana en el país goza de plena libertad de culto y acceso a sus lugares sagrados. La población cristiana ha crecido más de un 500% desde el año 1950 y hoy cuenta con 182,000 miembros. Esto al tiempo que, en la mayoría de los países del Medio Oriente, región donde nació el cristianismo, los cristianos son muchas veces perseguidos y su número se reduce drásticamente.

Mientras que el reporte de Amnistía Internacional centra sus acusaciones en el único país verdaderamente democrático de Medio Oriente, da “pase libre” a todas las terribles violaciones de derechos humanos por parte de las diferentes entidades palestinas.

Un ejemplo muy concreto que muestra la parcialidad del reporte es la forma en la que relatan lo ocurrido en las protestas violentas en la frontera entre Gaza e Israel en 2018-2019. Amnistía Internacional adopta el nombre utilizado por el movimiento terrorista Hamás – “la Gran Marcha del Retorno” – e incluso se atreve a decir que se trataba de “manifestaciones generalmente pacíficas”.

Una vez más los “hechos” de Amnistía Internacional no pueden estar más lejos de la realidad.

Por lo general en las protestas pacíficas los manifestantes llevan pancartas y banderas, aquí los manifestantes llevaban cuchillos, bombas molotov, dispositivos incendiarios y armas de fuego. El propio líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, mostró el verdadero deseo de estos disturbios violentos llamando a los manifestantes a “derribar el muro y arrancarles el corazón (a los israelíes)”.

El mensaje fue bien captado por los violentos manifestantes que en más de una ocasión violentaron la valla de seguridad en la frontera entre Gaza e Israel y se filmaron gritando consignas que llamaban abiertamente al genocidio de los judíos y la desaparición del Estado de Israel, e incluso lanzaron cometas incendiarios “decorados” con esvásticas nazis.

Mientras que el informe de Amnistía legitima disturbios violentos con llamados claros a acabar con el Estado de Israel, no encuentra lugar para condenar el terrorismo.

Si buscamos la palabra “Hamás” en el documento de 211 páginas de Amnistía Internacional encontramos que es mencionado unas 25 veces. Pero ¿en cuántas se le llama organización terrorista? CERO. Esto a pesar de que el propio Reino Unido (donde está la oficina de Amnistía que suscribe el informe) considera a Hamás una organización terrorista, además de otras entidades como la Unión Europea, Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA), Canadá o Israel.

Entre las 25 menciones a Hamás, ¿en cuántas se condena el disparo de más de 20,000 misiles y cohetes contra civiles israelíes en los últimos 15 años? CERO.

Entre las 25 menciones a Hamás, ¿en cuántas se condena la opresión aplicada contra quienes intentan oponerse a su régimen en Gaza? CERO. Esto a pesar de que 130 personas han sido condenadas a muerte y al menos 25 han sido ejecutadas por Haás desde el año 2007, muchos por supuestos cargos de “espionaje para Israel”. Además, decenas han sido encarcelados por oponerse al régimen y organizar protestas en su contra o, incluso peor, por organizar eventos que promuevan la paz con Israel.

Entre las 25 menciones a Hamás, ¿en cuántas menciona su persecución contra las minorías en la Franja de Gaza? CERO. Sin embargo, por ejemplo, la población cristiana en Gaza ha prácticamente desaparecido desde que Hamás llegó al poder con su ideología islámica yihadista. Conocido es el caso de Rami Ayyad, el dueño de la que era la única librería cristiana en Gaza, que fue secuestrado, torturado y asesinado poco tiempo después de la toma del poder por parte de Hamás.

Entre las 25 menciones a Hamás, ¿en cuántas condena el hecho de que la organización terrorista afirme en su carta fundacional que quiere borrar a Israel del mapa y que sus líderes digan abiertamente cosas como: “compren cuchillos… y córtenles las cabezas a los judíos”? CERO.

El reporte de Amnistía Internacional tampoco encontró lugar en sus más de 200 páginas para condenar a la Autoridad Palestina por su incitación abierta a la violencia y el terrorismo.

Si uno leyera las 200 páginas del reporte no podría siquiera imaginar que la Autoridad Palestina recompensa con millones de dólares cada año a terroristas palestinos que asesinan civiles israelíes. La política oficial palestina es clara: mientras más sangre israelí inocente derramen, mayor es la recompensa.

Por ejemplo, la Autoridad Palestina ha pagado más de 100,000 dólares hasta la fecha a cada uno de los dos terroristas que asesinaron a la familia Fogel, una familia israelí, incluidos sus hijos de 11 años, 4 años y la bebé de solo 3 meses.

Esto es parte de un sistema constante de incitación a la violencia y glorificación del terrorismo. Escuelas, calles y plazas son nombradas en honor a terroristas palestinos que asesinaron israelíes mientras que en la televisión oficial palestina y en los libros escolares borran por completo la existencia de Israel y educan a la violencia yihadista.

Es especialmente lamentable que apenas días después de que el mundo se uniera en conmemoración de las víctimas del Holocausto durante el Día Internacional del Holocausto, una organización como Amnistía Internacional se dedique a difundir libelos contra el único Estado judío, dando luz verde a los ataques contra los judíos.

Es un día lamentable para todos cuando una organización internacional con la reputación que tenía Amnistía se presta a un esfuerzo vulgar de propaganda antiisraelí y adopta la narrativa de organizaciones terroristas que violan los derechos humanos que Amnistía debería defender.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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