Enlace Judío México e Israel- La primera vez que la Torá se refiere a vestimentas, utilizando la palabra Kutonet, es en el contexto de la creación.
Luego de probar el fruto prohibido, Adán y Eva, los primeros humanos, experimentan un “reset” de su mente. Hasta ese momento, su neshamá (ruaj memalelá, o inteligencia verbal) dota al hombre con la capacidad de pensar con palabras.
RABINO YOSEF BITTON
Breve historia de la moralidad
Lo cual le concede al hombre de libertad de elección: mientras que los animales “perciben” imágenes (u olores o sonidos) y reaccionan con instinto, el ser humano procesa con palabras —piensa— lo que ve u oye, puede calcular, anticipar obedecer o rebelarse.
Al rebelarse contra la orden Divina el hombre, parafraseando a Maimónides, activa su “imaginación” y la incorpora a su pensamiento. Las consecuencias pueden ser potencialmente desastrosas: la superioridad humana ya no solo sirve para servir a Dios, como naturalmente sucedía.
Ahora el ser humano concibe que puede usar sus capacidades para su beneficio personal. Su poder puede ser utilizado no solo para ayudar o hacer el bien—como hace el Creador— sino también para someter, sacar ventaja del otro. La sexualidad, más allá de su propósito explícito “1. Unir íntimamente a marido y mujer , 2. procrear”, puede ser también canalizada hacia el abuso, la infidelidad, la violación, etc.
Al cubrir su desnudez, y diferenciarse de los animales, el hombre recuerda que debe emplear sus poderes para el objetivo que fueron concebidos por el Creador.
Yosef y el peso de la representación
La segunda vez que aparece el kutonet en la Torá, es cuando Jacob le regala a su hijo una túnica especial. Una ropa de colores que es un uniforme. Y representa a autoridad que le concede su padre para supervisar las tareas de sus hermanos e informarle sobre su conducta.
Como ya sabemos, las consecuencias de esta decisión de Jacob, y de la sencillez que Yosef no ejerció, fueron cruciales en nuestra historia.
Y se podría afirmar que fue este uniforme de colores, este kutonet, el que nos condujo a Egipto y luego nos llevó a la esclavitud.
En nuestra Parashá, Tetzavé, el kutonet aparece por tercera y última vez en la Torá, cuando se describe el uniforme del Cohen Gadol. Las vestimentas del Cohén más que un ropaje para cubrir la desnudez, son un uniforme que manifiesta un cargo representativo, y como tal lleva el peso de la responsabilidad de la representación.
La doble representación
Por un lado, el Cohén representaba el ideal de un judío: la consagración de una vida cerca de (“sirviendo a…”) el Creador. Por el otro lado, el Cohén Gadol también representaba al pueblo judío ante Dios. Y esto se manifestaba en las doce piedras que llevaba en su pectoral con los nombres de las 12 tribus de Israel. Los Cohanim tenían en claro que su cargo implicaba una mayor responsabilidad.
Y la conciencia de que, aun involuntariamente, uno puede dejarse llevar por el honor de su uniforme y sentirlo como si fuera un honor a su propia persona, y no a su cargo. Las consecuencias pueden ser desastrosas. El uniforme de un policía, por ejemplo, debe inspirar honestidad, honradez y servicio. Si un policía usara su uniforme para beneficios personales, o abuso de poder, estaría mal-representando, deshonrando, a su uniforme, a su cargo y por extensión a todo el Departamento de Policía.
¿Kipá o gorra?
Recuerdo que la primera vez que entendí los beneficios y riesgos del uniforme fue cuando, de adolescente, le pregunté a uno de mis maestros si era mejor que yo llevara una gorra o un kipá en la calle (en esos años tenía que hacer largos viajes en colectivo y en tren).
Mi maestro respondió: “Todo depende de cómo te vayas a portar…”. La kipá es un catalizador, porque a diferencia de una gorra genérica, la kipá , me identifica sin dudas como judío. Si actúo bien, probablemente esté cumpliendo con la enorme Mitzvá de Kiddush HaShem , “santificar el Nombre de Dios”. Esto es: “sumar puntos” a la reputación de la Torá y Su Autor.
Por el otro lado, si me comporto mal, si ante gentiles me dejo llevar por mi imaginación más que por mi razón. O si mal-represento la Torá ante judíos menos observantes que yo, estaría violando el más grave de todos los pecados de la Torá: Jilul HaShem, “afectar negativamente, disminuir la reputación del Creador”.
Mi maestro completó su respuesta con la siguiente reflexión: “Nunca olvides que para usar la kipá , ¡primero tienes que tener cabeza!”
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