Enlace Judío – El gobierno de Israel aprobó este domingo el proyecto de ley del ministro de Servicios Religiosos, Matan Kahana, para reformar el proceso de conversiones al judaísmo patrocinadas por el Estado, informó The Times of Israel.
La propuesta de Kahana pretende alentar la competencia sobre la conversión religiosa, permitiendo que las conversiones sean autorizadas por rabinatos regionales y municipales además del Gran Rabinato.
Kahana elogió la reforma tras su aprobación por el Comité Ministerial de Legislación de la Knéset.
“Juntos hemos dado un paso hacia la preservación de la identidad judía del Estado de Israel: una ley de conversión patrocinada por el Estado, de acuerdo con la ley judía, bajo los auspicios del rabinato”, escribió en Twitter.
Sin embargo, los críticos sostienen que la reforma tendrá poco efecto, ya que las autoridades locales están controladas por el Gran Rabinato y otras disposiciones del proyecto de ley pueden mantener igualmente la última palabra en manos del Gran Rabino.
La propuesta ha suscitado fuertes críticas de figuras ultraortodoxas, rabinos principales y miembros del campo nacional religioso, argumentando que la reforma dará lugar a conversiones menos confiables.
En respuesta a la aprobación del proyecto de ley, el Gran Rabino Asquenazí David Lau y el Gran Rabino Sefardí Yitzhak Yosef criticaron la medida en una carta dirigida a los ministros del gobierno.
“El gobierno está discutiendo una ley que afectará a muchos ciudadanos y a toda la sociedad israelí. Tomar decisiones sobre un tema tan sensible e importante como este, ignorando la postura de los rabinos principales y los jueces rabínicos de Israel provocará una ruptura en la nación y llevará a la formación de comunidades dispares”, dice la carta.
Según los rabinos, la propuesta de Kahana equivale a “maltratar al converso, ya que cualquiera que pase por este proceso no será considerado un converso justo por la mayoría de los rabinos y jueces rabínicos de Israel”.
Tras su aprobación por el gobierno, el proyecto de ley se someterá a una primera lectura en la Knéset. De aprobarse, pasará al Comité de Proyectos Especiales de Infraestructura Nacional y Servicios Religiosos Judíos para su revisión y posibles cambios, antes de volver al pleno para una segunda y tercera lectura final.
Unas 450,000 personas en Israel tienen algún tipo de ascendencia judía pero no son reconocidas como judías por el rabinato, en su mayoría inmigrantes de países de la antigua Unión Soviética. Aquellos que no son considerados legalmente como judíos pero que tampoco practican otra religión no pueden casarse o divorciarse a través del rabinato o de una iglesia, mezquita o cualquier otra institución religiosa en el país.
Una de las cuestiones clave es la conversión de los niños. Según algunas interpretaciones de la ley judía, niños menores de 13 años pueden convertirse al judaísmo independientemente del estátus religioso de sus padres. Debido a que la conversión de un niño suele considerarse más sencilla y rápida que la de un adulto, es una forma de acelerar la conversión de cientos de miles de inmigrantes que actualmente viven fuera de un marco religioso oficial.
Sin embargo, este enfoque no es aceptado actualmente por el rabinato, que mantiene que los padres del niño deben haberse convertido al judaísmo primero.
El proyecto de ley se elaboró con la asesoría de varios rabinos destacados del movimiento ortodoxo moderno, entre ellos el rabino Jaim Druckman, una de las principales figuras del sionismo religioso. Aún así, los rabinos ultraortodoxos han rechazado la reforma de Kahana.
Seth Farber, director de la organización liberal ortodoxa Itim, elogió a Kahana por impulsar la reforma de la conversión, pero dijo que socava potencialmente sus propios esfuerzos al ser demasiado condescendiente con el rabinato hasta el punto de no alterar verdaderamente el sistema.
“Kahana ha hecho un gran esfuerzo al tratar de apaciguar al rabinato”, dijo Farber. “Como resultado, según las disposiciones actuales del proyecto de ley, solo los rabinos que han sido aprobados por el Gran Rabinato podrán formar un tribunal de conversión a nivel municipal, lo que significa que, aunque los procedimientos se llevarían a cabo bajo los auspicios del rabinato local, la autoridad sigue en manos del Gran Rabinato”.
Farber también acusó a los críticos ultraortodoxos de vender “información errónea”, diciendo que sus afirmaciones de que no se puede confiar en los rabinos municipales para garantizar las conversiones adecuadas no se ajustan al hecho de que los mismos rabinos se encargan de supervisar cuestiones religiosas igualmente críticas. Estas incluyen la supervisión kosher, los matrimonios y el mantenimiento del eruv, una demarcación con el propósito de poder cargar objetos de un lugar a otro durante Shabat y festividades judías sin infringir la Halajá o ley judía.
“Los rabinos municipales fueron nombrados por los rabinos principales y con su aprobación. Así que si se encargan de la kashrut, el eruv y los matrimonios, ¿por qué no confiar en ellos para la conversión si están calificados?” preguntó Farber.
Farber encabeza una organización que dirige un programa llamado “Guiur Ke Halajá“, o en español “Conversión de acuerdo con la ley”, que está orientado a ayudar a los inmigrantes de la antigua Unión Soviética a convertirse al judaísmo. Farber sostiene que la reforma es fundamental para garantizar que Israel “mantenga su carácter judío”.
“Actualmente hay un desacuerdo fundamental sobre la naturaleza de la conversión en Israel. Vemos la conversión como parte de una respuesta necesaria para la ‘reunión de los exiliados'”, una frase religiosa que se refiere a la inmigración de judíos de todo el mundo a Israel, “y por eso hay un conjunto de leyes judías que pueden ejercerse para realizar las conversiones de acuerdo con la ley judía y al mismo tiempo satisfacer las necesidades de inmigrantes de la antigua Unión Soviética”, dijo.
Por su parte, el rabino Uri Regev, director general de la organización progresista Hiddush, criticó la propuesta como un golpe a la libertad religiosa.
“El proyecto de ley busca mantener el control ortodoxo sobre la reforma en Israel en lugar de respaldar el pluralismo judío”, dijo Regev en un comunicado.
Las conversiones reformistas y conservadoras realizadas en Israel no se reconocen a efectos religiosos, aunque sí se aceptan a efectos de ciudadanía, y el plan de Kahana mantendría esta situación.
“El enfoque correcto es dar el mismo estatus a las conversiones de todas las corrientes centrales del pueblo judío, acabar con las autoridades exclusivas de los tribunales rabínicos, y permitir los matrimonios civiles para que todo converso pueda casarse en Israel”, enfatizó Regev.
Tani Frank, director del Centro para el Judaísmo y la Política de Estado del Instituto Shalom Hartman y el Instituto Triguboff, elogió la aprobación de la Ley de Conversión en el gabinete, que “permitirá a muchas personas que llegaron a Israel bajo la Ley del Retorno unirse al pueblo judío”.
Sin embargo, haciéndose eco de algunas de las críticas de Farber, dijo que el gobierno debía garantizar que “una variedad de rabinos municipales” formen parte del sistema, reforzar “la independencia de los rabinos locales y establecer tribunales de conversión para que la ley pueda “cumplir su objetivo de ampliar las puertas de entrada al pueblo judío”.
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