Enlace Judío México e Israel- El conflicto entre Rusia y Ucrania resulta complicado. A pesar de los llamados y advertencias de muchos países del mundo, Rusia tomó la decisión de invadir Ucrania. En pleno siglo XXI, una guerra al estilo de las antiguas confrontaciones se desata en Europa ante la mirada impasible de todos.
ELÍAS FARACHE
Una mirada que, a diferencia de las mencionadas antiguas confrontaciones, ocurre en tiempo real y, además, de manera anunciada con mucha anterioridad y seguridad. Más de cien mil hombres en armas sobre las fronteras de Ucrania no presagiaban nada distinto. Mientras aún se mantengan las comunicaciones y las transmisiones vía internet, el dantesco panorama de la guerra en tiempo real nos impresionará hasta que todos se aburran, y nos acostumbremos.
La guerra en Ucrania deja ver las costuras de la estructura internacional de organismos y alianzas, pactos y acuerdos, solidaridades y enfrentamientos. Todas han resultado inoperantes para evitar una guerra. Al escribir esta nota, no se sabe con precisión el balance real de las hostilidades, siendo que las campañas de información y desinformación ocurren en paralelo.
La invasión rusa a Ucrania, precedida de advertencias en cuanto a que no ocurriera, es un hecho que preocupa por el efecto dominó que pudiera generarse. Ciertamente, las amenazas de sanciones, boicots, medidas no militares de castigo a Rusia no han sido suficientes para detener a Vladimir Putin.
Hay varios conflictos en ciernes en varias partes del mundo que podrían tomar un camino parecido, mortal y escalofriante.
A quienes seguimos de cerca la situación de Israel y el programa nuclear de Irán, esta guerra de Ucrania resulta en un fuerte llamado de atención y preocupación.
La comunidad internacional, encabezada por las grandes potencias, expresaron su solidaridad con la amenazada Ucrania y su presidente.
En sentidas declaraciones dejaron saber que no se permitiría una invasión, o que la misma traería graves consecuencias para Rusia. Esta última no se amedrentó, Putin ordenó la invasión, se han ido estableciendo sanciones y el presidente ucraniano ha manifestado ya que su país ha sido, en muy buena medida, abandonado a su suerte.
Desde hace mucho tiempo, quienes consideran que un acuerdo con Irán respecto a su programa de desarrollo nuclear es lo conveniente, manifiestan ante la preocupación de Israel, que la seguridad y supervivencia del Estado Judío es un compromiso de todos, al menos de muchos.
De los Estados Unidos de América, de las grandes potencias, de los países que se autodenominan civilizados. Benjamín Netanyahu, pero también su sucesor Naftalí Bennett, y muchos voceros israelíes, se han sumado a la posición en cuanto al derecho de Israel a actuar por cuenta propia para defenderse de una eventual agresión iraní, o más aún, de una amenaza cierta de ataque nuclear.
No se habla de soga en casa del ahorcado, y los judíos saben muy bien que las amenazas en contra de su vida se pueden hacer realidad en cualquier momento. Sanciones anunciadas, solidaridades de trámite y profundos sentimientos de lástima y compasión no salvan vidas. Condenas ante que pésames parece la consigna.
Lo que viene ocurriendo entre Rusia y Ucrania señala la realidad que vive Israel. Su supervivencia debe ser garantizada por ella misma.
Aunque la lógica dicte que las guerras no son convenientes, las consecuencias desastrosas, las sanciones incómodas… existen países y regímenes que optan por la vía de la agresión y la confrontación. Los agredidos, no son defendidos por terceros.
Las sanciones contra Rusia no lograron disuadir a Vladimir Putin de sus acciones. Las sanciones contra Irán no han detenido su carrera nuclear. Con las sanciones, sufren civiles que poco tienen que ver y decir respecto a las políticas de sus gobernantes. Anaqueles vacíos, trabas bancarias, suministros escasos…molestan, pero no impiden.
Israel se ve en el espejo de la situación entre Rusia y Ucrania. Sin entrar en los detalles, resulta evidente que, en caso de un Irán nuclear amenazante y potente, solo cuenta consigo misma a la hora de la verdad. Entre apaciguamiento y disuasión, ha de optarse por la disuasión efectiva. Es cuestión de vida o muerte.
Israel ve las barbas de un vecino virtual arder. Ha de poner las propias en remojo.
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