Enlace Judío – “Putin llevará al mundo a una guerra nuclear”, lamenta el rabino Reuven Stamov.
Mientras continúa el asedio a Kiev, miles de judíos huyen hacia el oeste. Algunos logran cruzar la frontera, otros permanecen en refugios. Conversamos con el empresario israelí y el rabino del movimiento Masortí (conservador) que los están ayudando a ellos y a gente de otros grupos étnicos.
La ciudad de Chernivtsí, a 25 kilómetros de la frontera que divide a Ucrania de Rumanía, es el escenario de uno de los aspectos más espeluznantes de la guerra: el éxodo masivo de personas que huyen de la violencia.
Dos hombres trasladan, albergan y alimentan a refugiados judíos y no judíos
Ahí, el empresario israelí Eyal Dali, colabora con el rabino conservador Reuven Stamov en una misión humanitaria: acoger a los refugiados judíos (y también a no judíos), darles techo, comida y oraciones para ayudarlos a enfrentar la difícil situación por la que atraviesan.
Chernivtsí “es una ciudad relativamente tranquila, a pesar de que ayer también aquí hubo alarmas y tuvimos que pasar la noche en los refugios”, narra Dali en entrevista con Enlace Judío.
“Hay tensión en las calles. La gente tiene miedo pero ha estado relativamente tranquilo. Y nosotros aquí decidimos no evacuar ni viajar porque aquí hay una gran comunidad que también necesita a su rabino y yo como buen amigo suyo le ayudo a recibir a la gente, orientarlos.”
El trabajo que realizan Dali y Stamov es fundamental para que un gran número de personas desplazadas encuentren un refugio relativamente seguro, en una zona menos asediada por la presión rusa, que ya ha cobrado víctimas civiles en ciudades como Kiev y Járkov.
Entre la aliá y la ley marcial
Muchas familias judías quieren salir de Ucrania para buscar mejores horizontes en Israel. Sin embargo, la ley marcial promulgada por el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, impide a los hombres de entre 18 y 60 años dejar el país. El mandatario ha convocado a su población civil a tomar las armas (hasta el momento en que esta nota es redactada, se habían repartido al menos 20 mil armas entre los civiles ucranianos) para resistir el asedio de las fuerzas de Putin, que hasta el momento no han conseguido tomar la capital, Kiev.
“Si, algunos quieren emigrar a Israel; estamos en contacto con representantes de la embajada y les ayudamos a acercarse a la frontera, aunque en la frontera las colas son muy largas y se requiere casi un día para cruzar, pero cuando atraviesan llegan a Varsovia, Bucarest, Kishinev en Moldavia y de ahí quien quiere puede emigrar a Israel” dice el rabino Stamov.
Además, “muchas mujeres y familias no quieren separarse, entonces, parte de la comunidad se queda aquí. Otros envían a las mujeres y los niños y se quedan aquí solos. Sé que unos regresan a Kiev porque sienten la obligación de luchar.”
Dali insiste en que la situación en el oeste de Ucrania es más o menos tranquila, sin embargo, recuerda que “hoy, nada es seguro. Ayer, la gente se asustó porque (Putin) amenazó con utilizar armas nucleares (…). Tratamos de calmarlos. Hacemos Shabat. Organizamos actividades para los niños (…) Vamos a la sinagoga. Rezamos juntos y apoyamos a la gente“.
Hasta ahora, el equipo formado por el rabino Reuven Stamov, su esposa Mijal y el empresario israelí han recibido a 60 familias judías, incluyendo a miembros no judíos, familiares políticos, cristianos y gente de todo tipo que ha buscado su ayuda.
Hacer aliá es una aspiración apremiante para muchas de estas familias desplazadas. Sin embargo, “tenemos muchos miembros aquí que están en proceso de conversión porque no pueden comprobar que son judíos y deben convertirse. Entonces, nosotros les ayudamos, junto con el rabino Reuven, pero no es un proceso de un día.”
Dali llegó a Ucrania con la idea de participar en un seminario sobre ídish. Pensaba visitar universidades, consultar libros y realizar actividades relacionadas con el judaísmo. Sin embargo, se encontró con una guerra.
¿Cómo llegan los judíos a la frontera?, se le pregunta. “Algunos en automóviles. Tratamos de transportarlos en autobuses (…). Sabemos que algunos miembros de la comunidad cruzaron la frontera con Polonia esta noche.”
Sin embargo, “las colas son muy largas. Quien viaja en coche espera un día para cruzar la frontera, y quien lo hace a pie es transportado hasta la frontera y tiene que esperar… También hay representantes de Israel y de la Agencia Judía, pero aún así tienen que esperar 5,6 horas en el frío, con niños, para cruzar la frontera a pie”.
Del otro lado de la frontera, según nuestro entrevistado, “los reciben muy bonito, con comida y abrazos. Los transportan adonde necesitan y reciben todo lo necesario.”
Agrega que “la comunidad Masorti mundial nos ofreció trasladarnos a Bucarest o a Polonia, y dijimos que nosotros ayudamos a quién lo desea pero, mientras, esperamos, porque aún tratamos de ayudar a gente aquí y no sabemos cuándo esto terminará.”
Judíos en Ucrania. Todos los rabinos se han quedado
Aunque muchos han logrado escapar de las grandes ciudades, la mayoría de los cientos de miles de judíos que viven en Ucrania siguen atrapados bajo el fuego.
La situación en Járkov es más difícil porque la ciudad está asediada por fuerzas rusas. Unas 150 personas, entre ellas mujeres y niños se concentran en el refugio de una escuela judía de la ciudad sin poder salir. La ciudad se encuentra bajo fuego continuamente.
“Nosotros estamos pensando cómo ayudarles, pero no hay mucho qué hacer”, dice.
El movimiento envió fondos pero ahora no pueden utilizarlos.
En Kiev mucha gente se quedó en sus hogares, muchos temen salir. El movimiento ha enviado fondos y es posible adquirir alimentos.
En el centro de la ciudad no hay ataques actualmente pero es difícil llegar a la gente porque está prohibido conducir. Tampoco hay transporte. Todo se hace a pie. La gente no puede recoger ni recibir ayuda.
Los rabinos han publicado anuncios buscando voluntarios para llevar alimento y medicamento a enfermos.
En Odessa hay tranquilidad y las tiendas están abiertas. No hay combates por lo pronto y la ciudad está abierta. Muchos judíos de Odessa lograron huir a Moldavia. Los hombres se quedaron. En algunos casos, las mujeres y los niños cruzaron la frontera y los hombres regresaron a Kiev para ofrecerse como voluntarios en el ejército.
En Dnipró, donde hay una extensa comunidad de Jabad, así como del Movimiento Masorti hay tranquilidad y libertad de movimiento.
Los judíos de Ucrania que llegan a Rumanía son recibidos por las autoridades locales y representantes del Joint Mundial. Otros llegan a Varsovia o Bucarest y quien lo desea puede emigrar a Israel.
El voluntario destaca la labor de la oficina del Primer Ministro de Israel, Naftali Bennett, y dice que, junto con la embajada en Ucrania, “hacen una estupenda labor.” Gracias a sus esfuerzos, algunos judíos han logrado cruzar la frontera con Polonia, mientras que otros han escapado hacia el oeste.
Ciudadanos israelíes y judíos han decidido sumarse al ejército ucraniano
Pese a que muchos judíos (y no judíos) han intentado escapar de la violencia, otros muchos han tomado las armas para defender su país. También ciudadanos israelíes, con formación militar obligatoria, han decidido sumarse a la resistencia.
“Sí, hay muchos judíos reclutados y también sé de algunos israelíes que llegaron para alistarse al ejército ucraniano y defender (…). Crearon unidades de la guardia civil que luchan en las ciudades. Hay muchos judíos que se unieron a las unidades de la guardia civil en Kiev, Járkov, Dnipró y dirigen la lucha en las ciudades. Yo estoy en contacto con ellos. Enviaron a sus familias aquí y se quedaron allá para defender sus ciudades.”
Los judíos de Ucrania se consideran parte del país y tratan de contribuir a su defensa, dice Dali, quien abunda sobre la situación que viven las esposas, madres, hijas de esos judíos, que han sido enviadas a sitios más seguros, como Chernivtsí:
“No veo a ninguna mujer sin lágrimas en los ojos. Lloran todo el tiempo pero tratamos de tenerlos ocupados. Ayer enseñamos hebreo, historia e ídish. Rezamos en la sinagoga. Tratamos de que vean menos noticias y no estén tan alertas de todo lo que ocurre.”
Los niños, en trauma
Se refiere no solo a las mujeres sino sobre todo a los niños que viajan con ellas, lejos de la zona de combate. “Todos saben que hay guerra. Los niños pequeños no saben lo que ocurre. Los que huyeron de las ciudades tienen mucho miedo pero la mayoría, los pequeños piensan que llegaron al seminario y siguen aquí.”
Para los adolescentes, la situación es más difícil. “Nosotros tratamos de quitarles los teléfonos, que estén más alejados de los teléfonos con las noticias y los mensajes (…). Pero los niños están en trauma. Ayer también fue una noche difícil porque de pronto se activó la alarma.”
Por otra parte, es una guerra distinta de aquellas sobre las que puede leerse en los libros de historia. Las telecomunicaciones han permitido que estas mujeres y estos niños se mantengan en contacto con los hombres que permanecen en las zonas de guerra, muchos de ellos, en las líneas de combate.
“La guerra del siglo XXI es algo excepcional. La comunicación funciona excelente. Incluso, si alguien ahora se encuentra bajo ataque en zona de combate, el teléfono funciona y siempre se puede llamar y hablar. La gente habla. Casi todo el tiempo hay comunicación. No sé cómo han logrado hacerlo pero también para nosotros es más fácil porque siempre podemos coordinar de dónde a dónde recoger a la gente y se puede llamar y hablar y todo funciona.”
No hay antisemitismo hoy, pero cuando la guerra termine…
Con un presidente judío y una sólida relación con Israel, Dali piensa que en Ucrania no hay antisemitismo. “Quieren mucho a los judíos, quieren mucho a los israelíes. Sé que muchos israelíes se ofrecieron como voluntarios en el ejército de Ucrania. No hay nada de antisemitismo.”
Pero advierte: “yo espero al día después. Porque en una semana o dos terminará la guerra y habrá problemas económicos, problemas para sobrevivir”, y la historia ha mostrado que es en esas circunstancias en las que afloran los prejuicios contra las poblaciones minoritarias.
Respecto a Zelensky, Dali opina que “será el gran héroe para el mundo (…). “Realmente todos se sorprenden de su desempeño hasta ahora y de cómo dirige la guerra; que viste una camisa normal y no como un general. Pero el gran reto será cuando todo termine, qué será cuando termine la guerra. Cómo podrá sostener el país. Mientras, mis respetos. Los judíos lo apoyan y todos lo apoyan y creen que lleva al país a un buen lugar”.
El gobierno de Israel, sin embargo, ha mostrado una cautela que para muchos resulta incompatible con la moral predominante entre la sociedad israelí, que ha repudiado a Putin abiertamente.
“Es complicado. Te diré… mi opinión es muy extrema. No odio a los rusos, no diré cosas malas de los rusos pero les digo a todos: el gobierno de Putin respalda a Irán, apoya a Siria, abraza a los representantes de Hamás. En mi opinión, un israelí, no importa de dónde sea, si eres judío y vives en Israel no puedes decir algo bueno de Putin porque respalda y financia a grupos terroristas, independientemente de lo que ocurre ahora en Ucrania.”
En cuanto a la ayuda internacional que llega hasta Ucrania, Dali dice que tanto Rumanía como Moldavia e Israel han enviado toneladas de suministros, además de recibir a los refugiados que huyen de la guerra.
“De Israel sé que hoy tiene que llegar un avión con 100 toneladas de ayuda humanitaria. Ayer salió una gran delegación de médicos de Israel. También todos los países vecinos envían asistencia.”
Un rabino en acción
“Todo es relativo”, dice el rabino Reuven Stamov, cuando se le pregunta por la situación en Chernivtsí. “Como dijo Einstein, y era muy inteligente”, agrega como si el humor todavía tuviera cabida, en medio de la desgracia.
Cuando se le inquiere respecto a su labor, cuenta que “todos los días tenemos a alguien con pánico o histeria e intentamos superarlo, aunque no tenemos psicólogos.”
Añade que “todos están preocupados. Hay miedo. Estuve en Ashdod durante varias guerras (pero) lo que sucede aquí en las grandes ciudades como Kiev y Járkov es mucho más difícil y mucho más temible que los cohetes desde Gaza, como yo lo recuerdo. Es mucho más fuerte. Es un ejército grande, no solo terroristas.”
Además de recibir a los desplazados, el rabino y su gente hace lo posible por traerlos desde las grandes ciudades. “Tenemos unos cuantos automóviles que saldrán hoy de Kiev y aquí buscamos apartamentos, hoteles, lo que se pueda (…). Necesitamos alimentos, entonces recaudamos fondos para comprar alimentos para quien los necesita.”
Y si los refugiados buscan dejar el país, el rabino y su equipo tratan de ayudarlos. “Pero eso también es bastante complicado porque las colas en la frontera son tremendas. Son decenas de kilómetros. Y puede tomar uno o dos días para cruzar la frontera.”
El sentido de comunidad y los contactos locales han permitido, hasta ahora, que los esfuerzos humanitarios del rabino Stamov no sean en vano.
“Afortunadamente, aquí tenemos a nuestra comunidad y aquí conozco gente. Trabajamos con ellos y también Eyal trabaja con las fuerzas locales. Tiene experiencia militar y sabe cómo luchar y les ayuda. Nosotros les ayudamos y ellos nos ayudan, colaboramos juntos en todo.”
Respecto al financiamiento de su causa, “el rabino es modesto y no lo dice”, interviene Dali. “Es un gasto muy grande, porque la manutención del hotel cuesta cerca de 8 mil dólares por semana, mantener a la gente. Además de los apartamentos el transporte y esas cosas.”
Sigue el empresario israelí: “mientras, utilizamos el presupuesto de la comunidad. Intentamos recibir dinero del exterior. Recibimos cualquier ayuda y sé que el rabino saca dinero de su bolsa para esto y todo lo que se puede.”
¿Hay algo que quieran decirle al mundo sobre su situación?
Sí. Presionen a los gobiernos de todo el mundo para que presionen a… Putin, a ese Hitler. Porque provocará una Tercera Guerra Mundial con armas nucleares y es peligroso para todos, para todo el mundo”, pide el rabino Reuven Stamov. “Ayuden al ejército ucraniano que lucha de manera excelente”, agrega Dali.
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