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viernes 22 de noviembre de 2024
Gulliver

Elías Farache S. / Así es Israel. Un Gulliver en tierra de liliputienses

Enlace Judío México e Israel – Los conflictos bélicos en Europa son de vieja data.

A estas alturas del siglo y de la historia, con la extensa experiencia acumulada, mucha de ella muy reciente, parecía improbable que se desatara un conflicto de la magnitud del que se vive entre Rusia y Ucrania. Potencias mundiales, instituciones internacionales, diplomacia de alto nivel y gran poder de disuasión de muchos, parecían anunciar a la humanidad el fin de guerras convencionales a la vieja usanza, con víctimas por doquier, destrucción de infraestructuras civiles, movimiento de refugiados y todo aquello que tanto se ha de lamentar.

Este triste episodio de la historia le toca a los judíos vivir en circunstancias bien curiosas, por llamarlo de alguna forma. En primer lugar, siendo una situación que se presenta en una zona de Europa donde los progromos brillaron por su cantidad, frecuencia y violencia, son precisamente los judíos quienes han tenido el primer chance de salvarse. Si es por tener la nacionalidad de Israel, ser ciudadanos israelíes, la ventaja de consulados y representaciones diplomáticas a su disposición. Si es por ser judíos, el derecho a la emigración a Israel en virtud de su ascendencia. Esto no deja de ser una curiosidad histórica, o señal clara que los tiempos mesiánicos están cercanos.

Con la existencia de un estado judío en el concierto de las naciones, la posición de los judíos es sustancialmente distinta y mejor. Es muy distinta una guerra en Europa para los judíos con Estado de Israel a una sin contar con el estado judío.

Llama la atención la importancia de Israel en el panorama mundial. Es un estado pequeño, una potencia regional circunscrita a un limitado ámbito geográfico. Con una población escasa en comparación a cualquier otra población. Con recursos suficientes, pero comparativamente escasos. Sin embargo, su papel en estos momentos rebasa a la proporcionalidad de su tamaño y fuerza.

Es lógico. En Ucrania existen comunidades judías de importancia que cuentan con el apoyo virtual y real de Israel. Es algo de lo cual los gobernantes israelíes no se desentienden porque es parte constituyente del estado. Rusia es un factor importante para la seguridad de Israel. Su presencia en Siria lo convierte en casi país fronterizo de Israel, y los intereses de la seguridad de los ciudadanos israelíes dependen en mucho de la buena voluntad rusa en permitir las incursiones israelíes que desbaraten ciertas iniciativas peligrosas en territorio sirio.

Pero hay más. La ética judía obliga a un compromiso moral con los agredidos y una condena a los agresores. Entre el pragmatismo y la ética, la senda se convierte en difícil de transitar. El presidente de Ucrania apela a su condición judía, el presidente Putin asoma su postura benevolente, los Estados Unidos recuerdan su rol de amigo incondicional de Israel. Muchas aristas de un conflicto para el pequeño estado judío, su primer ministro, su gabinete. Para gobierno y para oposición.

El sábado pasado, en flagrante violación del Shabat judío, día de descanso, donde se prohíbe cualquier actividad cotidiana, el primer ministro Naftali Bennett fue al encuentro de Vladimir Putin para servir de mediador. Tremendo reto para un primer ministro, enfrentarse a alguien como el poderoso Putin, bajo la mirada de un mundo ávido de críticas y resultados. La ley judía permite desacrar el Shabat en aras de salvar vidas. Muchos se refirieron a salvar vidas de ucranianos, vale la pena incluir en esta dispensa la vida también de todos aquellos que dependen de un equilibrio mundial entre las potencias, de la buena voluntad de gobernantes poderosos y de potencias imperialistas. Esa era la misión de Benett.

Con todo y lo anterior, el rol de Israel estos días recuerda la famosa obra satírica del irlandés Jonathan Swift, “Los Viajes de Gulliver”. Gulliver llega a Lilliput donde es un gigante, y en otro viaje llega a una tierra donde es doce veces menor en tamaño que sus habitantes. Bennett e Israel se asemejan a unos liliputienses a la hora de entablar conversaciones de tú a tú con el imperio ruso, servir de mediador y dar la cara al mundo. En otro sentido, debido a los quilates morales y las responsabilidades del estado judío con sus ciudadanos, los judíos y con la humanidad, son el Gulliver que llega a tierra de liliputienses.

Así es Israel. Un Gulliver en cualquiera de los escenarios.

 

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