Los croatas, más brutales que los nazis

Enlace Judío México e Israel – En 1941 se instauró con el apoyo de Alemania un régimen fascista en Croacia. El dictador fue Ante Pavelic que ordenó el asesinato de un millón de judíos, serbios y gitanos. Su brutalidad asusto al propio Hitler y hubo informes internos alemanes que alertaban de los excesos de sus aliados. Tras la Guerra se refugió primero en Argentina y luego en España donde falleció y está enterrado. Poco después de asumir la cartera de Educación y Cultura en 1941, Miles Buda definió el carácter macabro que iba a tener el recién instaurado Gobierno croata: «Para minorías como los serbios, judíos y gitanos tenemos tres millones de balas». Las consignas estaban claras, hasta el punto de que el dictador Ante Pavelic (1899-1959), es considerado hoy en día el líder del movimiento fascista más cruel de la historia con más de un millón de asesinatos.

Ante Pavelic

Pavelic era un abogado sin mucho éxito que había comenzado su carrera política en el movimiento nacionalista croata. Había sido elegido diputado nacional en 1927, en el incipiente Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. Con 28 años de edad ya solicito en el parlamento la independencia de Croacia, que no llegaría hasta la invasión del país por parte de Hitler, más de una década después.

En 1922, se refugió en Italia en el primer régimen fascista de la historia. Fue allí, durante su estancia en Verona, donde creó la Organización Revolucionaria Croata Insurgente, la Ustacha, un pequeño grupo terrorista.

Las actividades terroristas de la Ustacha llegaron a su punto álgido con el asesinato del Rey Serbio Alejandro de Yugoslavia en Marsella en 1934. En el atentado también falleció el ministro francés de Asuntos Exteriores Louis Barthou.

Pavelic había contratado a un sicario para perpetrar el magnicidio y organizó un comando de ustachas para que nada fallara. Después de aquello, Pavelic adoptó un discurso mucho más antisemita, al tiempo que comenzó a establecer lazos más sólidos con los fascistas italianos y a difundir la idea de un estado nacionalista y católico croata.

Mussolini le acogió bajo su protección

Durante los siguientes años, Mussolini le acogió bajo su protección e, incluso, se negó a cumplir la orden de extradición solicitada por los franceses. Eso no impidió que fuera juzgado en París y condenado a muerte, sin estar presente.

En marzo de 1941, Pavelic se reunió formalmente con Mussolini, quién le ofreció hacerse con el poder si respaldaba la ocupación alemana. El líder ustacha aceptó y, siete días más tarde, las tropas del «Führer» entraban en Yugoslavia. La aviación alemana bombardeo Belgrado matando a 17.000 personas.

La invasión permitió hacer realidad el sueño de Ante Pavelic. Croacia se convirtió en un Estado independiente. Comenzaba el infierno para los gitanos, serbios y judíos, con aquel antiguo abogado autoerigido en la versión autóctona del «Duce» o el «Führer».

Copió el culto a la personalidad y la parafernalia propagandística propia de los regímenes fascistas

Al asumir el Gobierno, no solo se hizo con el control de la mayor parte de Croacia sino también de Bosnia-Herzegovina. Aunque las tropas italianas y alemanas controlaban militarmente la zona, dieron a Pavelic toda la autonomía para que organizara un Estado totalitario a su antojo. Copió el culto a la personalidad y la parafernalia propagandística propia de los regímenes fascistas. El problema, según Pedro Arturo Aguirre en «Historia mundial de la megalomanía: Desmesuras, desvaríos y fantasías del culto a la personalidad en la política» (Debate, 2014), es que este líder no tenía ni la mitad de personalidad de aquellos líderes a los que admiraba y le habían ayudado: «El pobre carisma de este tirano dificultó mucho las cosas. Era un hombre gris, pésimo orador, un acomplejado irremediable que por más que estudiaba para imitar las gesticulaciones y las poses de Hitler y Mussolini, jamás lograba prender a sus auditorios», explica.

Poco después de subir al poder, Pavelic siguió la senda abierta por los nazis e impuso leyes antijudías y anti serbias. En ese momento, los serbios constituían un tercio de una población total de seis millones de habitantes. Comenzó una persecución brutal contra judíos y serbios con el objetivo de eliminar al menos a una tercera parte de ellos y convertir al resto en católicos, una manera directa de que perdieran el principal elemento diferenciador de su identidad. La jerarquía de la Iglesia católica croata acogió su llegada al poder como una buena noticia, ya que convertía al país en el último baluarte de los Balcanes contra los ortodoxos.

Los principales objetivos del dictador croata fueron los sacerdotes ortodoxos, las mujeres y los niños. El aumento de las ejecuciones y los métodos empleados para llevarlas a cabo escandalizó incluso a sus aliados alemanes e italianos, muy acostumbrados estos al exterminio de minorías durante la Segunda Guerra Mundial.

Poco después de la llegada de Pavelic al Gobierno, el obispo de Mostar escribió al arzobispo de Zagreb informándole de la detención y asesinato de serbios recién convertidos. Muchos de ellos, mujeres y niños incluidos, fueron arrojados vivos por despeñaderos o ejecutados al borde de grandes pozos. Este clérigo, además, se enteró de que Pavelic estaba conspirando con los nazis para deportar y, también, de que algunos frailes franciscanos estaban participando en las atrocidades que se perpetraban en Jasenovac.

Jasenovac

En ese campo de concentración, el más activo de los más de 25 que se construyeron en Croacia durante la Segunda Guerra Mundial fueron masacrados 700.000 inocentes serbios, judío y gitanos. Algunas de las víctimas no habían cumplido el año. Muchas otras rondaban los diez. Los relatos que llegaron de los supervivientes cuentan escenas terribles como niños quemados vivos en presencia de sus padres, otros ahogados en el río, niñas de 12 o 13 años violadas delante de sus madres y bebés en pañales acribillados o asesinados a hachazos, apuntan investigadores como Dragoje Lukic.

La crueldad de los croatas se extendió más allá de los campos de exterminio. Algunos serbios recordaban años después las matanzas de campesinos que habían presenciado en sus pueblos. El historiador alemán Alfred Miller contabilizó en más de un centenar los niños empalados que fueron encontrados en varios pueblos. Otro historiador, Karl Jans Geischer, describe también algunas torturas practicadas por los ustachas: «Antes de asesinar a los prisioneros, les metían agujas debajo de las uñas y ponían sal en las heridas abiertas. Les encantaba cortar la nariz y las orejas a las víctimas mientras estaban vivas. Luego mutilaban sus cuerpos».

Hasta los mandos nazis enviados a Croacia expresaron su horror ante tanta crueldad

Consideraban los métodos «excesivos y poco eficaces», y se lo comunicaron a Hitler. El responsable de la «Solución final» no daba crédito a las escenas que describían los informes que le llegaban desde aquel país. El mismo Herman Neubacher, principal representante político y diplomático del Tercer Reich en los Balcanes, hablaba del «crimen más feroz de la historia, solo comparable al infierno de Dante». Mientras, el historiador austriaco y general de la Wehrmacht Edmund Glaise von Horstenau dejaba descrito en su diario, en 1942, el siguiente episodio: «Los ustachas degollaban cientos de personas en los dos lados del río Sava. Cuando degollaban en nuestra parte, nosotros difícilmente podíamos soportar los gritos de hombres, mujeres y niños. Les degollaban y les abrían el abdomen antes de tirarlos al río».

El historiador Deschner sostiene que el apoyo de la Iglesia católica al régimen de Pavelic nunca decayó. Según este autor probarían este apoyo, entre otras cosas: el silencio del papa ante los crímenes del régimen, las bendiciones papales a Pavelic, incluso tras su muerte; el trato cordial o incluso preferente de la curia y del propio papa hacia los altos cargos ustacha; el visible apoyo al régimen de parte del episcopado croata, con obispos y clérigos que escaparon del país junto con Pavelic; y la participación directa de muchos clérigos, especialmente franciscanos, en las matanzas de serbios.

Se mataban a los judíos, a los serbios ortodoxos y a los gitanos pero se respetaba a los musulmanes que constituían la mayoría de la población de Bosnia

Lo más sorprendente de las matanzas fueron las victimas elegidas. Se mataban a los judíos, a los serbios ortodoxos y a los gitanos pero se respetaba a los musulmanes que constituían la mayoría de la población de Bosnia. Quizás sorprenda menos si tenemos en cuenta que los musulmanes apoyaron a Hitler en la Segunda Guerra Mundial. La situación se parece a la caída de Constantinopla ante los turcos. El Papa católico de Roma y los católicos en general no apoyaron a los ortodoxos cristianos contra los turcos y dejaron que Constantinopla fuera arrasada y pasara a ser una ciudad musulmana del Imperio Otomano, situación que permanece hoy tras cambiar el nombre de la ciudad por Estambul.

Pavelic huyo a Roma, donde la Iglesia católica lo ocultó a pesar de su condición de criminal de guerra. Llegó a la capital italiana en 1946, disfrazado de monje y con pasaporte español. Los servicios secretos estadounidenses sabían que residía en Roma pero no estaban interesados en la detención de ningún anticomunista de zonas del este de Europa, debido a la creciente tensión con el bloque soviético.

Fue después de uno de estos intentos de asesinarle cuando escapó a España

De Roma se fue a la Argentina de Juan Domingo Perón, hasta donde le persiguieron los servicios secretos de Yugoslavia, quienes atentaron contra su vida en varias ocasiones. Fue después de uno de estos intentos de asesinarle cuando escapó a España. Llegó a la capital en secreto en 1957. Vivió en Madrid hasta su muerte. Tenía un piso alquilado junto al retiro y paseaba a diario por el centro de Madrid. Hay fotos suyos en la Puerta del Sol.

EL dictador croata eligió Madrid por su cercanía ideológica con el dictador español Franco que le ofreció todo su apoyo y protección pero le pidió que llevara una vida discreta.

Murió en Madrid en 1959 y fue enterrado en el cementerio de San Isidro, donde aún hoy permanece su panteón, en el que también están enterrados su esposa Maria y su hijo Velimir y Visnja

Tras morir el Dictador su mujer e hijos siguieron viviendo en la capital de España. Les gustaba mucho Alicante y hay fotos familiares en la población de Santa Pola a 15 kilómetros de la capital de la provincia.

Su hija Visnja estaba absolutamente obsesionada con su padre y vivía sólo de su recuerdo

Estaba informada de todo ya que compraba a diario, El País. El mundo y ABC. Murió en 2015 y poco antes de fallecer ofreció una entrevista a El País en la que negó todos los crímenes de su padre diciendo que eran invenciones de los serbios.

Todos los días acudía al cementerio a visitar la tumba de su padre “Iba con una sillita de tijera, se sentaba y se pasaba las tardes protegiendo su sepultura”, recordaba hace tres años Almudena Moreno, gerente de San Isidro. Como temía que los serbios fuesen a profanar su tumba, colocó una lápida muy pesada y pidió al cementerio que no se diesen señas a extraños de dónde estaba enterrado. “Transmitía pánico”, contaba Moreno. “Yo le decía: ‘Usted tranquila, que a España no van a venir a buscarlo”. Su desasosiego se extendía hacia la posteridad y dejó hechos trámites ante el Ministerio de Justicia prohibiendo que en un futuro los restos de su padre pudieran ser exhumados.

La figura de Pavelic ha sido reivindicada por un sector de la población croata hasta épocas muy recientes

Una vez expulsado del poder, la figura de Pavelic ha sido reivindicada por un sector de la población croata hasta épocas muy recientes. En 1991, ABC recordaba como la figura del «Führer» ustacha era todavía un mito para una parte del país: «El responsable de la mayor matanza de serbios de la historia es aún cantado en himnos patrióticos entonados con las armas en la mano”. Su tumba en Madrid, donde murió en secreto, es considerado un símbolo mítico, una “tumba de oro” de la que el temido caudillo debe levantarse algún día».

El recuerdo de las matanzas estuvo muy presente en la guerra entre Croacia y Serbia de 1991. Serbia invadió Croacia tras declarar esta su independencia. Se firmó un acuerdo de paz en 1995 en Estados Unidos auspiciado por el Presidente Bill Clinton.

La relación hoy entre Croacia y Serbia sigue siendo tormentosa y llena de rencores. Serbia esta gobernada por un presidente ultranacionalista que apoya a Rusia en la guerra con Ucrania. Se somete por tanto a su antiguo aliado Rusia y ha habido manifestaciones favorables a Putin portando fotos gigantes del genocida ruso. Sin embargo Croacia forma parte de la OTAN y de la Unión Europea y tiene una política totalmente pro occidental y europeísta. Ya no caen bombas en Belgrado y los serbios no son asesinados pero en la capital de Serbia los vecinos croatas no son bienvenidos. Los serbios ni perdonan ni olvidan.

 

El autor es Presidente de la Asociación Europea de Abogados.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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Pedro Beltran: