Enlace Judío México e Israel – La cumbre entre Israel y países árabes, y el congelamiento del “asunto palestino” en la agenda internacional, podrían estar motivando a los radicales que, en las últimas semanas, han llenado de terror varias ciudades de Israel.
“Yo no sé si los atentados tienen que ver con la polarización, pero dentro de la sociedad, de la comunidad árabe en Israel, hay algunas tendencias entre ciertos grupos —que son grupos pequeños—, hay ciertas tendencias de radicalización y puede ser que esto se haya manifestado en los atentados que hubo”, dice Zeev Rosenhek, catedrático de la Universidad Abierta de Israel, en entrevista con Enlace Judío.
Este 7 de abril, Zeev Rosenhek habló sobre la polarización política de la sociedad israelí, en un evento privado que el embajador Zvi Tal organizó para promover la labor de la Universid Abierta de Israel, al que fueron invitados algunos miembros de la Comunidad Judía de México.
Al finalizar su ponencia el catedrático, especialista en sociología, ciencias políticas y de la comunicación, conversó con Enlace Judío sobre la reciente ola de atentados que ha dejado ya más de una decena de muertos en diversas ciudades de Israel. El último de ellos, ocurrido en Tel Aviv, apenas la víspera de la entrevista.
“Lo que sí yo creo que es muy importante acentuar es que según lo que se sabe, los atentados fueron iniciativas personales. No se está hablando de una organización dentro de los ciudadanos árabes en Israel que haya tomado prácticas terroristas, sino iniciativas personales de personas que posiblemente hayan atravesado un proceso de radicalización”, agrega el académico.
Sobre si el Estado Islámico pudo tener relación con los atentados, Rosenhek dice que, al margen de si después se demuestra lo contrario, estos “fueron a partir de la identificación personal de ciertos individuos” con el ISIS.
En diversos países del mundo, “individuos que están expuestos a propaganda radical, en este caso, de fundamentalismo islámico”, se ven influenciados y alentados a cometer actos de terrorismo, incluso si no pertenecen a organizaciones bien articuladas. Las plataformas sociales como Facebook, dice Rosenhek, podrían ser el vehículo propagandístico que acerca a algunos individuos a la radicalización.
Un callejón sin salida
La compleja situación geopolítica de Israel, y concretamente el estado de congelamiento de sus relaciones con Palestina, podría estar actuando como un detonador de acciones radicales que, en opinión del investigador de la Universidad Abierta de Israel, buscarían volver a colocar a Palestina en la agenda de la región.
“Hay que tener en cuenta también que el proceso, las relaciones entre Israel y los palestinos están desde hace muchos años en un deadlock (punto muerto), porque básicamente no ocurre nada. Y cuando en una situación conflictual, de conflictos tan profundos no ocurre nada, en realidad la situación empeora.”
Y ese deterioro se refleja en ambos bandos. “También hubo en los últimos meses, por ejemplo, ataques de judíos en los territorios a campesinos palestinos. Eso también es parte de la radicalización que está ocurriendo”, reflexiona Rosenhek.”
Se trata de un conflicto cuya resolución parece más lejana que nunca. “Hace 20 años había alguna esperanza de que podía llegar algún tipo de resolución. Esa esperanza desapareció por diferentes razones y hoy en día la situación de deadlock puede llevar a la radicalización y llevar eventualmente a actos terroristas o actos de violencia, en cierta forma también de ambos lados.”
En opinión del catedrático, el terrorismo puede verse, también, como una epidemia, “especialmente cuando estamos hablando de terrorismo individual, que no está organizado, que son iniciativas individuales.”
Epidemia de atentados
Aunque admite que no dispone de más información que la proporcionada por la prensa respecto a si los actos terroristas recientes han podido ser obra de organizaciones articuladas, Rosenhek dice que “cuando el terrorismo es individual, muchas veces hay un proceso de imitación social, como una epidemia.”
Tras un primer ataque, “una persona que había atravesado un proceso de radicalización ve este acto terrorista y le entra en la cabeza que él también lo puede usar. Y nuevamente, muchas veces hay dinámicas de imitación, dinámicas, se puede decir, de contagio de estas iniciativas de terrorismo individual.”
Al igual que con el covid, asegura Rosenhek, los actos terroristas llegan en oleadas. Esta última coincide, además, con el Ramadán, lo que ha llevado a algunos analistas a pensar que hay una relación entre ambos eventos.
Rosenhek, sin embargo, no lo cree así. “El Ramadán empezó, si recuerdo bien, hace tres días, y la ola (de ataques) empezó anteriormente. El Ramadán es como toda festividad religiosa. Muchas veces la gente que está radicalizada religiosamente lleva algún tipo de excitación, es una festividad religiosa que lleva a una excitación y en algunos casos, esa excitación puede llevar a actos violentos.”
No es que en el Ramadán haya algo inmanente que conduzca al terrorismo. Se trata, en cambio, de “una celebración familiar, más que nada. Pero, nuevamente, en una situación de radicalización y de imitación de actos terroristas, la excitación religiosa puede llevar a actos terroristas.”
Una cumbre y un pozo sin fondo
En cambio, el profesor universitario sí ve en la cumbre multinacional celebrada en Israel a finales de marzo, y que reunió a representantes de Emiratos Árabes, Baréin, Estados Unidos, Marruecos y el propio Israel, un posible detonador de esta nueva ola de terror.
“Esa es una explicación que yo creo que tiene más base. Digamos que para los palestinos, la cumbre esta que hubo en el Neguev es, digamos, una nueva manifestación de una realidad en la cual a nadie le importan los palestinos, que el tema palestino, el problema palestino básicamente desapareció de la agenda internacional.”
Tan es así, que “ni siquiera a los países árabes les importan los palestinos y por eso están dispuestos a crear nuevas relaciones cercanas con Israel, cuando el problema palestino no fue resuelto todavía y está muy lejos de ser resuelto.”
En ese sentido, los actos terroristas serían una manera de colocar el tema palestino en el centro de los intereses internacionales. “La lógica política del terror es poner un tema en la agenda de la política internacional. Eso es lo que el terror hace y esa es la meta del terror.”
Rosenhek se dice pesimista respecto a una posible resolución del añejo conflicto israelí palestino, y no ve en la academia, su ámbito profesional, la capacidad de incidir directamente en la reanudación de algún proceso de paz.
“Yo creo que la situación requiere una solución política (…). No creo que se logre a corto o mediano plazo, pero si va a haber una solución, la solución es una solución política.” Desde la academia, “alguna vez se pueden dar ideas de qué tipo de procesos tratar de llevar adelante, pero los procesos que se tienen que dar son procesos políticos”, insiste.
Imaginar una solución al conflicto en el contexto actual es difícil para cualquiera, especialmente si se considera que dentro de Israel la división política es una constante, y que la gran coalición que hace un año hizo fantasear a muchos sobre una nueva unidad nacional no fue sino un oasis.
La legendaria y polémica figura de Benjamín Netanyahu podría retomar un papel protagónico
Después de Pésaj, piensa Rosenhek, el gobierno israelí, que ayer perdió el apoyo de la Knesset, deberá enfrentar el enorme reto de estabilizar la política interna, “pero va a ser muy difícil estabilizar la coalición”, advierte.
“Fue una coalición (…) no natural y, de alguna forma, es una sorpresa que haya durado un año, es un logro que haya durado un año y ahora vamos a ver. Pero es muy, muy posible que esta coalición se rompa y los bloques sociopolíticos se reconfiguren como era antes.”
Es decir, una derecha nacionalista, por un lado, y un pequeño bloque de centroizquierda sionista, por el otro, además del bloque árabe. En esta nueva reconfiguración, la legendaria y polémica figura de Benjamín Netanyahu podría retomar un papel protagónico.
“Las posibilidades son que haya elecciones nuevamente o que haya un voto de desconfianza al gobierno y que la oposición pueda formar gobierno alternativo. Esa es la fórmula legal. Yo creo que como se ve la división de la Knesset, del Parlamento, hoy en día parecería como que la oposición, digamos Netanyahu, no podría formar una coalición alternativa”, observa Rosenhek, y aclara:
“Hoy en día…. Yo no sé lo que va a pasar después de Pésaj. La otra alternativa, si el gobierno cae, es (que haya) elecciones. Y digamos que la mayor probabilidad en las elecciones es que los resultados sean muy, muy similares, de alguna forma, en cuanto a la división entre los bloques de lo que fueron las elecciones pasadas.”
Un nuevo proceso electoral podría derivar en una situación parecida a la que vivió el país antes de que la coalición triunfara: procesos electorales consecutivos en los que ninguna figura logra formar gobierno.
En ese contexto, las posibilidades de que Netanyahu vuelva al poder son imaginables. “Netanyahu no perdió apoyo popular”, dice Rosenhek, “Netanyahu es un líder que tiene apoyo. Legalmente, puede ser primer ministro. El juicio de Netanyahu va a durar mucho (pero) yo no hago pronósticos políticos.”
El populismo de derecha
La fuerza política del exprimer ministro descansa en los sectores nacionalistas y ortodoxos de la sociedad israelí. “El sector de derecha populista es el sector identificado con el Likud de Netanyahu”, dice Rosenhek.
“Años atrás, siempre hubo en el Likud elementos populistas, pero la tendencia dominante dentro del Likud era una derecha conservadora. Netanyahu, su política en los últimos 15 años fue promover el ala populista dentro del Likud.”
Para explicar el carácter populista de Netanyahu, Rosenhek dice que utiliza una “retórica que habla en términos de ‘nosotros somos el pueblo. Nosotros somos el pueblo verdadero. Nosotros estamos en contra de las élites, porque las élites nos persiguen y nos quieren oprimir’.”
En este caso, las élites aludidas son “la élite académica, la élite del aparato judicial, de la prensa. Una de los principales metas del ataque del populismo en general es la prensa. Nuevamente, la retórica es que la prensa es parte de las élites que nos persiguen, que nos quieren oprimir.”
Se trata, en opinión de Rosenhek, de un discurso “muy similar al de Trump en Estados Unidos y de otras figuras populistas, populistas de derechas hoy en el mundo.”
Es un discurso “que yo califico como de derecha populista. Su retórica, su discurso y es un discurso clásico del populismo: ‘Nosotros defendemos o nosotros somos el pueblo. Defendemos a la nación. Los que están en contra nuestra no quieren a la nación. Son las élites apátridas que no se identifican con la nación’, etcétera, etcétera. Ese es el discurso populista.”
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