Enlace Judío México e Israel- “Mitzrayim”, (el término hebreo con el que llamamos al Antiguo Egipto) significa límites y restricciones. Se refiriere a todas las limitaciones e inhibiciones que nos confinan, sean físicas, emocionales o espirituales.
Mitzrayim también significa opresión y agobio, y por extensión angustia, aflicción, agonía, y ansiedad.
La redención de Egipto representa la trascendencia, sagacidad, perspicacia, ingenio, que nos dan a cada uno el poder de alcanzar la libertad personal y colectiva de todas nuestras limitaciones, ya sea de una relación insana, de un estado de desesperación emocional o cualquier cosa que nos impida alcanzar nuestros objetivos.
Es el éxodo el que nos permitirá alcanzar los conceptos antagónicos de Mitzrayim: gozo, liberación, alegría, complacencia, gusto, desinhibición, y abandono de las adiciones. Es la renuncia a la inacción, eligiendo con valentía la libertad.
“Festejé Pesaj, pero, me quedé en Egipto junto a muchos amigos”
Llevar a cabo la práctica del Seder, sintiéndonos salir de los límites de Mitzrayim, no es nada fácil.
Muchas veces me equivoqué y no tuve la fuerza de superar los errores ni la valentía de confesarlos. A veces tardé en percibir que todavía estaba en Mitzrayim. Festejé Pesaj, pero, me quedé en Egipto junto a muchos amigos. Tengo una materia pendiente que necesito aprobar. Simplemente, salir.
Pésaj nos permite recorrer las mismas etapas que anduvieron los hebreos liderados por Moshé y Aarón, para que podamos aclimatarnos al proceso y alinear nuestros esfuerzos en consecuencia.
Detrás del velo aparente del bienestar, se ocultan las fuerzas de poder y dominio que enajenan más que nunca al ser humano. La veneración desmesurada con respecto al poder que ofrece la nueva tecnología, ha conducido a tener una visión instrumentalizada, automatizada y milimétricamente medida de todos los aspectos de la vida.
Todos los problemas de la vida comienzan al permitirnos ser sometidos y esclavizados. Cuando adoramos el dinero, el poder, las conexiones y el estatus social – hemos convocado un “maestro” imponente que nos subyugará y finalmente aniquilará nuestra dignidad.
La libertad es ser consciente que somos libres…
…aunque las circunstancias externas indiquen esclavitud. Ya sea a través de la opresión física o existencial, o de las pequeñas cadenas de la vida moderna que nos aprisionan como las deudas, los sobregiros, los teléfonos móviles, el correo electrónico y similares– si aprendemos en el alma, que nada ni nadie puede quitarnos la libertad de relacionarnos con Dios, de hacer lo correcto en cualquier momento, de descubrir la libertad.
El orden del Seder nos lleva pasito a pasito, a salir de la zona de la situación de abuso y adición que se convierten en una parte tan importante de la vida al grado que es difícil reconocer al “enemigo”, o incluso reconocer que hay un “enemigo”.
El pueblo judío aún permanecía en Egipto, bajo el efecto de una amplia exposición a su cultura depravada y difícilmente se hubiera podido liberar si las plagas –algunas sufridas también por él- no hubiesen roto con el dominio psicológico de ser “esclavo” durante tanto tiempo. Las plagas causaron un terrible sufrimiento, pero, en aquel entonces hicieron reflexionar.
La libertad no es simplemente la ausencia de esclavitud
No es solo alejarse del pasado y escapar de lo negativo. La verdadera libertad es un estado de ser por sí mismo – la capacidad de ser fieles a nuestro verdadero yo, y vivir de acuerdo con nuestra vocación interior y nuestro destino espiritual. Y aún si abandonamos el territorio del opresor, todavía no somos libres hasta que descubramos quiénes somos.
La libertad de los antiguos hebreos no se logró cruzando el Mar de los Juncos, sino en la Revelación del Sinaí, cuando descubrieron al fin que hay un “Anoji” que los sacó de la tierra de la esclavitud.
La libertad definitiva es no estar atado a los dispositivos humanos; descubrir nuestra vocación divina y servirla con todas las facultades y recursos.
La libertad es la opción de ser libres y elegir
La libertad es ser quienes somos verdaderamente…
Es asumir la responsabilidad de nuestras vidas y nuestras acciones, de nuestra felicidad y nuestra infelicidad; sabiendo que en todo momento tenemos la libertad de elegir el amor en lugar del miedo, la ira y el odio; la paz en lugar del conflicto y la guerra; y la alegría en lugar de la miseria – ¡no importa lo que pase! No importa lo que ocurra en nuestro mundo, en nuestro entorno, a nuestro alrededor, dentro de nosotros; o lo que otros puedan pensar o hacer. Sabemos quiénes somos y podemos permanecer fuertes.
Cuando internalizamos la revelación del Sinaí, descubrimos la opción de ser libres y elegir todas las cosas buenas que merecemos para encontrar la paz interior… Aprendemos a decir No, cuando sentimos que debemos negarnos a algo y a expresar SI, con vehemencia y convencimiento cuando realmente así lo deseamos sin que nadie nos lo imponga.
Dios no se ve en los avances milagrosos
Maimónides pregunta en Hiljot Teshuvá (capítulo 6): “¿Qué significa la frase de David: “Bueno y recto es .A.; por eso muestra a los pecadores el camino; conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero. Todas las sendas de .A. son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus dictámenes. Por tu nombre, .A., perdona mi culpa, porque es grande. Si hay un hombre que tema a .A., él le indica el camino a seguir” (Tehilim 25).
Rambam, sostiene que, precisamente porque Dios creó a los seres humanos con racionalidad, una vez que empezamos a buscar la rectitud y a realizar buenas acciones, tenemos un hambre natural de continuar. Aquellos que, por iniciativa propia, “llegan a purificarse”, reciben la ayuda de Dios. La “ayuda” de Dios, en este sentido, está incorporada a las leyes de la naturaleza, en este caso, a la propia esencia de la naturaleza humana.
Dios ha estructurado un universo en el que los seres humanos están impulsados por una capacidad innata de actuar con rectitud. Ese es el significado de la gracia divina. Dios no se ve en los avances milagrosos, sino en la propia estructura de la razón y la naturaleza humanas… Según esta lectura, Dios no endureció el corazón de Faraón, sino que creó un mundo en el que su continua negativa de liberar a los esclavos hebreos, dio lugar a una realidad que se perpetúa. Por ello, Faraón representa la antítesis de la libertad. Es la encarnación de la esclavitud, tanto del yo como del otro.
A veces nos sentimos como Faraón, pensando que .A. endureció nuestra alma, pero sabiendo en la profundidad de nuestro saber que únicamente se trata de no poder sacudirnos el autoritarismo, incluso cuando lo ejercemos contra nosotros mismos.
Después de que terminamos nuestro duro trabajo de permitirnos liberarnos de nuestros propios “Mitzrayim” personales – limitaciones, correspondientes a los niveles biológico, emocional, mental y trascendente del alma y nuestro espíritu, emerge otra dimensión unificada, la del nivel Esencial de la Divinidad que “te traerá a la tierra” (Shemot 6:8).
Este nivel no es accesible directamente por una decisión improvisada. Sólo sale a la superficie después de recorrer las fases que nos presenta el Seder, tarea nada fácil, por cierto, de romper las cadenas. El esfuerzo merece la pena.
Jag Hapesaj Casher y Sameaj, y fundamentalmente liberador.
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