Enlace Judío México e Israel – Tradicionalmente cuando un ser querido está muy grave y cerca de morir, lo que sus familiares y amigos cercanos hacemos es rogarle a la persona y/ó a Dios ó a alguna fuerza exterior que no muera, inclusive tomar de la mano al ser querido y pedirle que no se vaya, explicarle que lo necesitamos, que sin él o ella la vida no tendrá sentido para quien se queda.
Es muy entendible que hagamos esto. Después de todo, queremos mucho a la persona y no nos cabe ni en la cabeza ni en el corazón, como vamos a seguir adelante sin ella o sin él. Tal vez es nuestra pareja, un hijo, nuestro padre o nuestra madre ó un amigo o pariente muy cercano. No es fácil. De hecho, una de las cosas más, más difíciles que afrontamos en la vida es despedirnos de un ser querido.
Por otro lado, si logramos entender que la persona ya acabó el ciclo de su vida, que tal vez está sufriendo, inclusive que no está entendiendo tus súplicas, que está listo o lista para descansar y que lo mejor que le puede suceder en ese momento es precisamente que lo dejes ir, que lo dejes descansar, podremos entender la importancia de ya no rogarle que no se vaya, de ya no suplicarle que se quede unos días o semanas más.
Esa estancia adicional puede ser muy difícil para la persona que está al borde de la muerte. Inclusive muchas veces mantenemos viva a una persona de manera artificial durante largos períodos de tiempo por nuestra propia incapacidad de dejarlo ir. En ocasiones, inclusive los médicos nos dicen que ya no hay nada que hacer, pero nosotros nos aferramos a su vida, y al hacerlo lo estamos conduciendo a que ella o él se aferren a su vida.
Una alternativa más saludable para todos es aceptar que llega el momento en el que tenemos que soltar, que despedirnos. Una manera de hacerlo es primeramente meditando, estando con nosotros mismos reflexionando o rezando para buscar paz interior. Una vez que estamos más en paz, podemos ayudar a nuestro ser querido a soltar diciéndole frases como: “Mi amor, suelta, nosotros estamos bien”, “te quiero, siempre estaré contigo, vete en paz”, “no te preocupes por mí, yo estoy bien, yo se que llegó tu momento, descansa, descansa en paz”. Palabras de aliento de este tipo te ayudan a soltar a ti y le ayudan a soltar a ella o él. No es fácil, pero si más sano para todos.
Sé que no es fácil leer estas palabras, se que implican niveles muy, muy profundos. Sé también que lograrlo es un alivio para todos. Tal vez no de inmediato para quienes se quedan, pero si a la larga. Un abrazo lleno de amor.
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