Enlace Judío México e Israel – Uno de los espectáculos más bellos en el mundo, en cualquiera de sus formas, es la reproducción que uno o dos seres vivos puedan producir vida. Todas las especies se reproducen y eso es lo que las mantiene en existencia, sin embargo, en el caso humano la situación es mucho más compleja porque creamos lazos emocionales estables a lo largo del tiempo. No buscamos sólo reproducirnos como lo hacen plantas o las tortugas, queremos tener relaciones duraderas y enriquecedoras con nuestros hijos y buscamos por medio de todos los medios que tengan plenitud y felicidad. Por eso la paternidad y maternidad son tan complicadas, porque proyectamos en ellas mucho de lo que somos, lo que anhelamos y tememos; son un reflejo de cómo vemos el mundo y tocan las fibras más sensibles de nuestra persona, como tal son distintas en cada persona.
La Torá reconoce esa pluralidad, la perspectiva que presenta de la maternidad y la paternidad es a través de una gran variedad de ejemplos; a través de ellos nos muestra varias caras que hombres y mujeres han presentado frente al hecho de ser padres. Y a través de ellos no deja de mostrar lo importante que esas relaciones son para nuestras vidas y nos da modelos tanto morales como espirituales con los cuales relacionarnos. En honor al Día de las Madres me gustaría hablar de distintos ejemplos de maternidad que aparecen en la Torá a través de personajes femeninos, cada uno de ellos nos muestra una cara distintas de lo que ser madre puede implicar y una forma nueva de relacionarnos con la maternidad.
Uno de los elementos que encuentro fascinante en estos relatos es que la maternidad también es reflejo de la personalidad que las mujeres demuestran en la narrativa; es parte del reto espiritual que cada una enfrenta y una de las formas que viven el contacto con D-os.
Madres en la Torá
Java. Eva
El primer ejemplo que tenemos de una madre en la Torá es Eva, su nombre en hebreo Java proviene de Jaya (vida) y como el texto señala quiere decir madre de toda vida. Concentra en sí misma la esencia de la vida y la posibilidad de reproducir esa vida. Esto involucra no sólo la parte biológica sino también el nutrir y cuidar de todas las facetas que la vida representa, es la mujer que fomenta el crecimiento.
Hagar
Otro personaje significativo en la Torá es Hagar, la segunda esposa de Abraham, sirvienta de Sara. Ella destaca su humildad y curiosamente también es el mayor reto que enfrenta. Según los midrashim, Hagar era princesa en Egipto, la hija misma del faraón, tras los sucesos ocurridos entre Abraham y el faraón en Egipto, donde este último reconoce que Abraham tiene el favor de D-os Hagar es dada como regalo a la casa de Abraham y se convierte en la sirvienta de Sara. Más adelante queda embarazada de un hijo de Abraham y eso la lleva a portarse de forma altanera con Sara, pues se siente favorecida por D-os. Al ser reprimida por su ama decide huir y no regresa hasta que un ángel se lo pide.
Los diálogos con el ángel nos muestran a Hagar como profeta y su regreso a la casa de Abraham es muestra de su gran humildad. Es por este mérito que D-os escucha a su hijo años después y es salvado en el desierto. Durante este evento Hagar e Ishmael se encuentran sin agua y ella llora pidiendo no ver a su hijo morir, entonces se le aparece un ángel que le muestra un pozo y la consuela diciéndole que de su hijo nacerá una gran nación. El pozo representa la experiencia de D-os como milagro, muestra a Hagar como quien dirige a su hijo hacia la vida y la salvación.
Sara
Sara es la antítesis de Hagar a diferencia de ésta es estéril; a sus noventa años le es revelado que será madre y ríe, por su risa su hijo se llama Isaac. Ella representa fortaleza, es capaz de educar a Isaac de tal forma que logra prepararlo para subir al monte Moriá y dejarse atar para ser sacrificado. En muchas partes se habla de su belleza y su recato, la modestia que presentaba frente al mundo.
Rebeca (Rivka)
Es uno de los personajes más complejos que vemos en la Torá. Su gran virtud es la habilidad de aceptar la dicotomía entre la maldad y la bondad, lo verdadero y lo falso y poder actuar en mundos complejos. Desde su embarazo se le revela que sus hijos serán padres de naciones distintas de las cuales gobernará una sobre la otra (en cierto sentido se anuncia una futura lucha); y en los pasajes vemos la diferencia que crece entre los hermanos. Hasta el punto en que ella se ve obligada a tomar partido y favorecer a Jacobo sobre Esaú. Ama a sus dos hijos y como tal es capaz de verlos por quienes son y no por quien pretenden ser y encarna en ella misma las luchas y diferencias de los dos hermanos.
Lea
Lea es el modelo de la maternidad en la Torá de todas las matriarcas es la que más vemos en un ambiente familiar, pues dedica su vida a construir el amor que comparte con su esposo y la constancia es la característica que más la distingue. El nombre de cada uno de sus hijos muestra la forma en la que ella evoluciona emocionalmente y el hogar que construye con Jacobo. Es amada por la intimidad que construyen juntos no por su espontaneidad primera.
Raquel
Una de las cosas que más se destacan de Raquel es su belleza, el amor de Jacobo hacia ella es instantáneo, se presenta como una mujer fácil de amar y que ama fácilmente. Protege a su padre Laban escondiendo por él lo ídolos, incluso después de haber presenciado las vejaciones que éste cometió contra Jacobo, poniéndose en riesgo a sabiendas de que es Laban quien demora su viaje. Lo hace como un acto de amor y compasión. Esta belleza interna de Raquel de poder ver a D-os en el mundo y actuar en sintonía con la belleza del mundo creado se la hereda a Yosef y por eso éste se convierte en el hijo más amado de Jacobo y tiene las pautas para convertirse en tzadik.
Tzipora
Finalmente otro personaje enigmático de la Torá es la esposa de Moisés Tzipora. Ella salva la vida de su hijo circuncidando al infante cuando Moisés y ella abandonan Midian y se dirigen a Mitzraim.
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