Enlace Judío.- Cíclicamente, con una tenaz y engañosa insistencia digna de Goebbels, la Autoridad Nacional Palestina, ha exacerbado una insidiosa campaña de revisión histórica, que veleidosa y torpemente, pretende suprimir y negar más de 3000 años de historia judía en Jerusalén, que se remonta al año 990 AEC cuando el Rey David la proclamó la capital de su reino.
En esta ocasión, respondiendo a la declaración del Primer Ministro de Israel el domingo 8 de mayo al gabinete de su país donde expresó que las decisiones con respecto al Monte del Templo (Haram a -Sharif ) y Jerusalén serían tomadas por el gobierno de Israel, el portavoz presidencial de la Autoridad Palestina Nabil Abu Tudaineh, persistiendo en la falaz narrativa, contestó que “Jerusalén Este, con sus lugares sagrados islámicos, es la capital eterna del estado de Palestina”.
El vocero de Mahmoud Abbas añadió sobre los dichos de Bennet “Estas declaraciones son engañosas e incorrectas, como lo demuestran las continuas incursiones en la Mezquita de Aqsa y las restricciones a los fieles en la Iglesia del Santo Sepulcro durante las recientes celebraciones navideñas”.
Además de la falsedad de este aserto, ya que Israel es el único país de Medio Oriente donde existe absoluta libertad de culto y respeto por todas las confesiones, provoca indignación el descarado y cínico intento de granjearse la simpatía de los fieles cristianos, de parte de los consuetudinarios perseguidores de todas las religiones que no sean El Islam.La antiquísima Jerusalén, en el imaginario popular, es llamada con intenciones ciertamente encomiables, pero con poca justificación filológica o histórica, la “ciudad de la paz”. Sin embargo, ha sido escenario de más derramamiento de sangre, guerras, odios, conquistas y luchas cruentas que cualquier otra ciudad de la tierra.
Jerusalén, actualmente la ciudad más grande y poblada de Israel con 1.183.000 habitantes, es mencionada en la Torá 670 veces y su sinónimo Sion, en 154 oportunidades, mientras que en el Corán no se la menciona ninguna vez.
En la Biblia, el Salmo 137, expresa cabalmente su significado para el judaísmo: “Si me olvidase de ti, ¡Oh! Jerusalén, que olvide yo mi diestra. Si no te recordase, que mi lengua se pegue a mi paladar, si no es Jerusalén, superior a mi mayor alegría”.
El cántico del movimiento Sionista, que en 1948, se convirtió en el himno Nacional del Estado de Israel, el Hatikva, (La Esperanza) refiere “al Ojo que mira a Sión y de la esperanza milenaria de regresar a la tierra de Sión y a Jerusalén”, además de expresar un gran sentimentalismo, enfatiza sin duda, la relación y sentimiento indisoluble del pueblo hebreo, con su Capital eterna.
Para el Islam, Jerusalén no es una ciudad santa en el sentido en que la conciben los judíos. Los musulmanes tienen un lugar sagrado en Jerusalén y ello es suficiente para que la “ciudad santa” deba formar parte de “Dar al Islam.”
Jerusalén ha sido capital de un Estado judío en cuatro períodos de la historia y nunca de un Estado árabe o islámico.
La relación histórica de los islamistas con Jerusalén comenzó en el año 638, cuando los musulmanes conquistaron la ciudad. Para los árabes, que rezan en dirección a La Meca dándole la espalda a Jerusalén, la importancia religiosa de ésta, data del año 691 EC, cuando el califa Al Malik construyó la Cúpula de la Roca y con la erección de la mezquita Al Aqsa en el año 715.
Más contemporáneamente, en el plan de partición de las Naciones Unidas, Jerusalén recibió un status internacional especial, separado del Estado judío y del Estado árabe.
El quinto período de Jerusalén como capital de Estado se inició en el mes de diciembre de 1949 cuando el gobierno de Israel proclamó a Jerusalén capital de la nación y transfirió la Knéset, (El Parlamento) que había estado en Tel Aviv, al sector occidental de Jerusalén. La parte oriental de la ciudad fue conquistada en 1948 por Jordania, a cuyo rey, ni se le ocurrió, transferir su capital de Amán a Jerusalén. La ciudad permaneció dividida físicamente hasta el año 1967, cuando fue unificada como consecuencia de la Guerra de los Seis Días. Durante los 19 años que Jerusalén estuvo en manos árabes, los jordanos, contraviniendo los acuerdos, no permitieron que los judíos visitasen los lugares sagrados, destruyeron las sinagogas de la Ciudad Vieja, profanaron el cementerio judío y utilizaron las lápidas para construir letrinas. Al cartel que indicaba el camino al Kotel Hamaaraví, el último vestigio del Templo Sagrado de Jerusalén, conocido como El Muro de Los Lamentos, los jordanos lo sustituyeron por otro donde se leía El Burak, que fue el equino con el que, según la leyenda musulmana, Mahoma cabalgó hacia los cielos.
No obstante la enorme profusión de datos históricos, arqueológicos y religiosos, que demuestran inequívocamente la ligazón milenaria de los judíos con Jerusalén, los palestinos, maestros en el arte de la distorsión y la mentira, pretender negar esos hechos y escribir su propia y disparatada versión de la historia.
Quien fuera presidente del Tribunal Supremo de los tribunales religiosos de la Autoridad Nacional Palestina, el Dr. Tayseer Al- Tamimi, manifestó sin sonrojarse en 2009, que “Jerusalén es la capital religiosa, política y espiritual de Palestina y los judíos no tienen derecho a ella”. En consecuencia, toda la vida judía y el desarrollo en Jerusalén es etiquetado como “judaización”.
El jeque Tamimi dijo que “ninguna de las excavaciones llevadas a cabo por las autoridades de ocupación desde 1967 han revelado ningún hallazgo que confirme que los judíos tienen una historia en Jerusalén, o la existencia de su supuesto Templo, y esto es reconocido por los arqueólogos judíos. Las reclamaciones por los rabinos judíos y sus organizaciones extremistas no son más que mentiras y engaños y falsas afirmaciones, sin verdad en ellas».
No se puede judaizar, lo que siempre fue, es y será judío. El exabrupto de Tayseer Al- Tamimi, que en el afán de conseguir alguna adhesión, definía a Jerusalén como una ciudad exclusivamente musulmana y cristiana, es tan absurdo como si alguien pretendiera “cristianizar” al Vaticano.
El 3 de mayo de 2009, un documental emitido por la televisión palestina llamado “Las sinagogas que cercan Al Aqsa”, afirmaba que los judíos lloran y lloran sobre el muro occidental de la mezquita Al-Aqsa, ya que por autoengaño y debido a una falsificación, creen que se trata de un vestigio de la pared del imaginario Templo.
En su delirio, la ANP afirma que la zona del Muro de los Lamentos, es parte de Al- Aqsa, a pesar que hay una distancia de más de 80 metros entre ambos sitios.
Los organismos internacionales, contribuyen a defender los dislates palestinos. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) conjuntamente con la Autoridad Nacional Palestina, la OLP y la Liga Árabe, propiciaron reconocer a Jerusalén como «la capital de la cultura árabe para el año 2009».
Los recientes atentados terroristas en Israel responden en muchos casos a la incitación constante que hacen las autoridades palestinas, que esparcen rumores falsos sobre intentos israelíes de desacralizar la Mezquita de Omar en Jerusalén, para agregar al conflicto, el factor religioso.
Uno de los adalides de esa política es Yahya Sinwar, líder militar radical de Hamas que estuvo 23 años preso en cárceles de Israel y fue liberado junto a otros cientos de terroristas a cambio del soldado Guilad Shalit.
Las diferencias entre los partidos políticos de Israel, se deben zanjar en relación a Jerusalén.
Como concluyó Bennet en su alocución al gabinete «Por supuesto, rechazamos cualquier injerencia extranjera en las decisiones del gobierno de Israel, que por supuesto continuará manteniendo el debido respeto por todas las religiones en Jerusalén como lo hemos hecho y seguiremos haciendo. Jerusalén Unida es la capital de un solo estado, el Estado de Israel”.
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