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domingo 22 de diciembre de 2024
Aquiba

Rabbi Aquiba y los peces judíos

Desobediencia Civil

Alrededor del año 130 EC, 60 años después de la destrucción del Segundo Bet haMiqdash, los terribles decretos del emperador Adriano incluyeron la prohibición de aprender y enseñar Torá. Adriano sabía que mientras los judíos fueran fieles a Dios y obedecieran sus leyes, no lo considerarían a él como soberano de los judíos. Entonces, el imperio romano buscó borrar la ley judía de la mente y el corazón de los judíos. El decreto de Adriano dejó a los judíos con una sola alternativa: la desobediencia civil. Los judíos se rebelaron contra el decreto y muchos de ellos pagaron con su propia vida este acto de fe. Sin embargo, no todos los judíos estaban de acuerdo en que un judío tenía que luchar y arriesgar la vida para preservar la Torá.

Al igual que hoy, había judíos en esos días a los que no les importaba vivir como gentiles. Estos judíos asimilados criticaron a los sabios por “provocar a los romanos” y “aumentar el antisemitismo” al promover la Torá. La Guemará en Berajot 61b registra un encuentro fascinante entre dos judíos con puntos de vista opuestos sobre este tema. Uno de ellos era nada menos que Ribbí Aquibá, el rabino más destacado de la época.

El primer encuentro

Esta historia transcurre durante el año 134 o 135. Ribbi Aquibá nació en el año 50, por lo que debió tener alrededor de 80 años. Desafiando el decreto de los romanos, el rabino Aquiba enseñaba Torá en público. La Guemará nos cuenta de un judío asimilado llamado “Papos hijo de Yehuda” ( פפוס בן יהודה). Lo primero que notamos es que este individuo ya había adoptado un nombre latino, “Papos”, separándose de esta manera simbólica pero muy elocuente de su pasado judío, representado por el nombre icónico de su propio padre: “Yehudá” (que significa “de Judea” o “judío”). Esta persona, con un pasado hebreo y un presente romano, se enfrentó a Ribbi Aquibá cuando estaba enseñando la Torá y le dijo: “Aquiba, ¿no te preocupa que estés provocando a los romanos? ¡Te atraparán y te sentenciarán a muerte!”. Para Papos, los judíos que vivían como judíos “provocaban la ira de los romanos”. Y para él, la única forma en que los judíos podían vivir en paz y “evitar el antisemitismo”, es viviendo como los romanos.

Es increíble que esta historia de 2.000 años siga siendo relevante hoy en día, ya que, lamentablemente, millones de judíos en los Estados Unidos y en todo el mundo piensan o actúan de la misma manera que Papos en ese momento. Para Papos, conscientemente o no, el ideal más elevado del judaísmo no es vivir según nuestra Torá sino evitar el antisemitismo.

El zorro y los peces

Ribbi Aquiba le respondió a Papos con una parábola extraordinaria: Una vez un zorro caminaba cerca del río y vio a los peces correr de un lado a otro como si huyeran de algún peligro. El zorro, hambriento, y tratando de engañar a los apetitosos peces les preguntó: ¿De qué huyen?, los peces le dijeron: Nos escapamos de las redes de los pescadores. Entonces el zorro astuto les dijo: “¿Por qué no suben a la orilla? ¡Aquí ustedes y yo podemos vivir en paz y a salvo de las redes de los pescadores! Los peces le respondieron al zorro: No podemos creer que seas considerado el más inteligente de todos los animales. ¿Si en el agua, que es nuestro hábitat natural, tememos por nuestras vidas, crees que fuera del agua estaremos a salvo?”.

Ribbi Aquiba a continuación le explicó la metáfora a Papos: La Tora es para los judíos lo que el agua es para los peces. Mientras permanezcamos cerca de nuestra Torá y vivamos de acuerdo con ella, aunque nos expongamos al peligro, podemos seguir respirando y sobrevivir evitando las redes de nuestros enemigos. Pero si aceptamos la engañosa invitación del zorro y saltamos fuera del agua abandonando la Torá nos estaremos suicidando.

Dos clases de romanos

Ribbi Aquibá le insinuó a Papos que había dos tipos de romanos: el pescador y el zorro. Pero ambos tenían la misma intención: ¡tragarse a los peces , vivos o muertos!, la única diferencia era que los pescadores no ocultaban su intención. El ejército romano perseguía a los judíos extendiendo las redes a plena luz del día. El zorro, por otro lado, era más sutil. Los políticos e intelectuales romanos daban la bienvenida a los judíos a su mundo. Los invitaban a vivir juntos, pero fuera del agua, en términos romanos. Para disfrutar de la “Pax Romana” los judíos tenían que renunciar a la Torá. Ribbi Aquiba concluyó: “Prefiero exponerme a los pescadores y que me atrapen enseñando Torá que suicidarme espiritualmente saltando fuera del agua”.

Lamentablemente, Ribbí Aquiba fue capturado por los romanos y condenado a muerte. Pero mientras esperaba su ejecución tuvo un segundo encuentro con Papos ben Yehudá en un lugar completamente diferente: la prisión. Y esta vez Papos, había cambiado de opinión.

Continuará…


 

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