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domingo 22 de diciembre de 2024

Enlace Judío México e Israel – Cáceres es una ciudad española situada en el centro de la comunidad autónoma de Extremadura, capital de la provincia del mismo nombre, que se encuentra en el límite con Portugal. La ciudad está habitada desde tiempo inmemorial, incluyendo muestras de arte rupestre de posible origen neandertal, aunque la actual localidad tiene su origen en la colonia romana Norba Caesarina, fundada en el año 34 a. e. c.

Es a principios del siglo XIII cuando se documenta por primera vez un asentamiento judío, al ser conquistada la ciudad por Alfonso IX en 1229, quien le otorga el llamado fuero de Cáceres, en el cual se dedican ocho capítulos a los ciudadanos judíos a los que otorga un tratamiento bastante favorable, incluyendo derechos como el de participar en el mercado o el de probar su inocencia jurando sobre la Torá en la sinagoga. Sin embargo, hay quienes apuntan a unas huellas judías anteriores, ya que se han encontrado vestigios de lo que podría haber sido un mikvé del año 1100.

Lo que está plenamente probada es una presencia judía durante más de 250 años, que deja una huella aún rastreable, especialmente en la que fue la primera judería de Cáceres: lo que hoy en día es el barrio de San Antón. Como en el resto de la geografía española, la convivencia se quebró a raíz de las revueltas antijudías de 1391. No obstante, durante el siglo siguiente hasta la expulsión, la judería de Cáceres vivió el que probablemente fue su mejor momento y se fue convirtiendo en una de las más importantes de Castilla, como demuestra que en 1474 se recaudasen en impuestos 8.200 reales, tal y como cuenta el repartimiento hecho a los judíos de Rab Jacob Aben Núñez, juez mayor de los judíos durante el reinado de Enrique IV de Trastámara, que consigna en ese documento la parte que cada comunidad debe aportar de la fantástica suma total que los sefardíes pagaron en aquel año al rey de Castilla: nada más y nada menos que 450.000 maravedíes.

Además de esa presión fiscal, que incluso llegó a provocar que en 1477 un grupo de judíos cacereños se reuniese con la reina Isabel la Católica para pedirle un reparto más justo de la carga impositiva, la comunidad hebrea de Cáceres vio como en 1470 se les expulsaba de la que había sido su judería durante dos siglos y medio, siendo obligados a partir de entonces a vivir más allá de la protección de la muralla. Pocos años después, en 1478 se les agrupa en una segunda judería en los alrededores de la Plaza Mayor, en la que hasta 1492 vivieron unas 130 familias, es decir, unas 700 personas del total de entre ocho y diez mil habitantes que tenía la ciudad.

Más de cinco siglos después, aún es posible sentir la presencia de aquel Cáceres sefardita, especialmente en lo que hoy se llama la judería vieja y que también es el Barrio de San Antón, precisamente por la ermita que ocupa el solar en el que estaba la sinagoga. El mencionado San Antón nos habla de una comunidad que no quiere hacer ostentación de su bienestar y prefiere pasar desapercibida, en su pequeño rincón de la ciudad, pegado a la muralla, que ahora se llena de orgullosas estrellas de David y tiene el encanto de lo auténtico, de lo que ha resistido a través de los siglos.

Como el arco del Cristo, que aún conserva sus sillares romanos y es la puerta más antigua de la muralla, por la que muchos sefardíes debían entrar y salir todos los días. Se cree, además, que al otro lado del pequeño barranco formado por el arroyo de la ribera debe encontrarse un cementerio judío que nunca ha sido hallado, pero que quizá espera aún a su arqueólogo. Precisamente muy cerca de este arco está otro lugar imprescindible de la Cáceres sefardita: el huerto de la judería, se dice que parte de la casa de una importante familia que tenía su hogar justo al pie de la muralla.

Hoy, un delicioso jardín recuerda y homenajea a aquellos cacereños que tuvieron que dejar su ciudad y su amada Sefarad.

Al otro lado del Cáceres monumental está la judería nueva, a la que se puede entrar a través de otro arco, este aún más modesto, que une la Plaza Mayor con la calle Paneras. Este asentamiento tan provisional -estuvo ocupado sólo durante catorce años, si bien algunos judíos decidieron quedarse al dictarse la expulsión en 1492- contó también con su sinagoga, justo en el solar en el que poco después, pero ya en el siglo XVI, se construyó el espléndido Palacio de la Isla, una joya renacentista. Y también hubo, en algún momento, viviendas de familias judías junto a un tercer arco, el de la estrella en la Plaza Mayor. En todos estos lugares se pueden encontrar ahora las marcas de la red de juderías de España, símbolos de cómo Cáceres quiere recuperar, ahora sí con orgullo, ese hermoso pasado sefardí.

El autor es Director de Radio Sefarad


 

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