Enlace Judío México e Israel – Cuando analizamos la expulsión de los judíos de España, cuesta pensar en el rápido deterioro que tuvo la comunidad sefardita desde un siglo antes de la famosa fecha del 31 de marzo de 1492. Las aljamas eran asociaciones civiles poderosas que enriquecían cultural y comercialmente a los reinos cristianos. El detrimento de dichos grupos se aceleró desde los ataques a las juderías incitados por el dominico Raimundo Martí en 1391, fecha en la que las aljamas se redujeron drásticamente.
Pero aún con estos duros golpes a la vida judía sefardita, existieron momentos en los que el judaísmo y el cristianismo buscaron puentes de tolerancia y amistad. Dentro del mismo panorama de la destrucción de las aljamas y de los debates teológicos en los que el judaísmo era vilipendiado, surgió un fenómeno digno de mención: La Biblia de Alba.
La biblia de Alba o de Arragel fue la primera biblia traducida del hebreo al romance o castellano hacia 1433. El proyecto fue encomendado por el maestre de la Orden de Calatrava, Luis González de Guzmán. Esta obra es importantísima, toda vez que no habían existido traducciones previas al castellano, siendo ésta la primera y, además, producto de una traducción directa del hebreo y no de la versión latina de la Vulgata como era el caso común.
Luis González de Guzmán era un noble castellano muy apegado a la fe cristiana pero con un panorama bastante abierto para el momento. El maestre de la Orden de Calatrava siempre estuvo interesado en conocer la versión original de la Biblia Hebrea o Tanaj. Esta búsqueda de conocimiento judaico no era raro, ya que en las altas esferas de la Iglesia, los religiosos intelectuales habían desarrollado el concepto de la Hebraica Veritas, es decir, la verdad original resguardada en el texto sagrado judío, mismo que debía de ser conservado y perpetuado por el pueblo de Israel. Claro está que después de las destrucciones de 1391 citadas con anterioridad, dicho concepto de Hebraica Veritas fue decayendo hasta ser obliterado de la esfera intelectual cristiana.
El maestre González de Guzmán ideó todo un proyecto en el cual el rabino Moshé Arragel de Guadalajara tradujo palabra por palabra. No obstante, la tarea fue difícil, toda vez que la exégesis o interpretación midráshica de origen talmúdico también tenía que estar incluida. Los comentarios de jajamim de gran relevancia como Maimónides, Najmánides, Rashi y Nissim de Barcelona entre otros, fueron plasmados en las fojas de este ejemplar, después de ser revisados por el franciscano Arias de Encina, el arcediano de la catedral de Toledo Vasco de Guzmán y el dominico fray Juan de Zamora. El trabajo en conjunto que puede ser considerado como uno de los primeros diálogos interreligiosos, se desarrolló entre 1422 y 1430.
El móvil inicial de Luis González de Guzmán fue ahondar en el estudio de las fuentes originales en hebreo y en los comentarios de los principales religiosos cristianos para que, conociendo el texto que hermana a los pueblos, se llegara a un estadío de paz, de tolerancia y de concordia entre ambos credos. Los cristianos podrían ver en los textos el origen de la fe judía y con ello llegar a una vida de tolerancia e inclusión. Definitivamente son ideas muy avanzadas para la época, y más aún dentro de un panorama de movimientos antijudíos.
El texto se compone de 530 folios con una caligrafía gótica de gran valor estético. Además, la Biblia cuenta con 334 láminas que ilustran el texto sagrado, cosa importante, ya que el aniconismo judío no está presente, toda vez que se trata de un texto para el uso cristiano. Sin embargo, los especialistas han encontrado evidencia de que los dibujos que acompañan la obra fueron revisados y aprobados por el rabino Arragel. Incluso hay relación de dibujos provenientes del Zohar, ejemplo de ello es la escena donde Caín asesina a su hermano Abel no con un golpe en la cabeza, sino Caín aparece mordiendo a su víctima como si fuese una serpiente, tal y como el Zohar lo establece.
Finalmente, la obra que sobrevivió a la Inquisición, fue sometida a un proceso de investigación, mismo que culminó en la elaboración de una edición facsimilar auspiciada por Mauricio Hatchwell, presidente de la Fundación de Amigos de Sefarad. Dicho facsímil tuvo un tiraje de 500 ejemplares, mismos que fueron presentados en el marco de los 500 años de la expulsión de Sefarad.
La Biblia de Arragel terminó dentro del acervo de la Casa de los Duques de Alba, de donde deviene su nombre actual. Al día de hoy, este importante documento con una valía histórica, artística, religiosa y filológica se encuentra resguardado en el Palacio de Liria en la capital española. El texto nos recuerda que aún en tiempos de crisis, la visión culta y educada de una persona como el maestre Luis González de Guzmán se alza como una luz en medio de un panorama tan desalentador. Para mí, la Biblia de Alba representa a esas voces de conciencia y de concordia en un mundo de intolerancia.
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