El Edén, la exaltación de la sensualidad humana

Enlace Judío – Una de las caras humanas más caótica y más profunda es la expresión y búsqueda de la sensualidad. No hay cultura, arte o religión que no haya abordado este tema. Ya sea en los mitos griegos a través del poder de Zeus que se desborda en Europa, las fiestas bacanales con vino o el retrato de Parvati en templos indios; la aceptación de que tenemos un cuerpo, el placer y la necesidad de vivir y disfrutar ese cuerpo es universal en el hombre. Como también lo es la conciencia de lo caótica y nociva que puede ser la carnalidad. Así como se busca el disfrute, de igual manera se fomenta la mesura: frente a Dionisio siempre hay un Apolo. La carnalidad desbordada es brutal, puede romper lo más sagrado y lastimar las interacciones privadas.

En el judaísmo el cuerpo se ve como un vehículo del alma en este mundo y se busca una santificación de la sensualidad más que una represión de la misma, finalmente es a través del cuerpo que el alma siente y se expresa. Se busca un balance entre los placeres materiales o sensoriales, las emociones y la mente, es en este balance que la espiritualidad y el bienestar pueden desarrollarse. Los pasajes que describen el Jardín del Edén y la expulsión del mismo nos muestran dos caras distintas de la sensualidad y la materialidad que la Torá expone.

El Edén como exaltación de la sensualidad

Toda la descripción del jardín del Edén en la Torá es un elogio a la sensualidad (entendida ésta como exaltación de los sentidos físicos), en el texto se resalta el carácter placentero de los árboles y las frutas que lo conformaban, se remarca la desnudez del hombre y la mujer y la aceptación absoluta de su cuerpo en ella y la Presencia de la voz de D-os en el jardín; el mismo nombre “Edén” se refiere a un tipo particular de belleza y placer. Lo que el lugar representa es la sintonía entre el espíritu y el cuerpo, es la materia mostrando su perfección y sentido ulterior para reflejar la luz de D-os.

Según remarca rab Hirsch, para la Torá el Edén no es un lugar fantástico separado del mundo, el Edén es la realidad y como tal vamos a regresar a él, incluso tiene un lugar geográfico. Lo que el Edén representa es la sensualidad exaltada a través de la espiritualidad D-os pide “cuidar y atender” del jardín. El tipo de placer que se presenta es aquel en que hay una armonía y un balance perfecto en todos los elementos que conforman al hombre, guiados por una relación con D-os y una espiritualidad. El Edén en realidad es a lo que aspiramos como seres humanos a crear esa sintonía y sentido en la materia, a que el mundo sea un vehículo perfecto entre D-os y el hombre; cuando logremos construir esa realidad entraremos nuevamente al Edén.

La razón por la que el hombre y la mujer no sienten vergüenza de la desnudez, es porque hay una aceptación absoluta del cuerpo; ésta era posible porque el cuerpo estaba en completa sintonía con su persona, la expresión más pura de su espiritualidad.

La carnalidad desbordada

El fruto del cual comen el hombre y la mujer representa la carnalidad desbordada: cuando el placer físico se vuelve más importante que la ruptura que genera en la persona. La fruta se ve apetecible y bella frente a los ojos de ambos y es la serpiente que con promesas vacías la vuelve irresistible. Comer de la fruta representa una separación activa de D-os y por eso es nociva, porque rompe la proximidad con la Divinidad.

“ “Shejina” de “Shejen” (vecino), es la expresión más íntima de la cercanía de Dios al hombre, como la sabiduría judía lo expresa, era la cercanía “vecinal” de D-os que originalmente debía permanecer en la tierra. Esta proximidad divina en la vida del hombre (D-os hablando con el hombre) nos parece algo antinatural, imposible. Es todo lo contrario: Las conversaciones de D-os con Moisés y todo Israel, la misión de los Profetas-eso no es no es antinatural. Lo antinatural es la separación cada vez mayor del hombre de D-os.” (Hirsch)

La vergüenza

El hombre y la mujer sienten por primera vez en sus vidas vergüenza por su cuerpo, porque éste se ha convertido en una barrera entre D-os y el hombre, resalta su parte más animal. La voz de D-os que era cotidiana para ellos ahora se vuelve un recordatorio de su vergüenza y son incapaces de tolerarla, por eso se esconden porque han dejado de sentirse merecedores de la bendición divina y temen la naturaleza con la que se han confrontado. La pregunta “Aieka” “¿Dónde estás?” que hace D-os al hombre es abrir nuevamente la puerta a la cercanía. Parte de una posición de aceptación y enseñanza; le enseña caminos nuevos que puede tomar frente a esta realidad nueva que lo asusta.

“No hay un término especial en hebreo para prohibir. Todas las leyes son “mitzvot”, instrucciones de Dios sobre lo que cada uno debe hacer en su puesto; “mitzvot ase” y “mitzvot lo tase”, instrucciones sobre lo que debemos hacer y lo que no. Incluso las prohibiciones son “mitzvot”. Todas las leyes de Dios son en el fondo acciones. Incluso las prohibiciones no nos dejan inactivos, sino que apelan a nuestra energía más cálida, a nuestra actividad más positiva, para contenernos, para superar las inclinaciones, los impulsos y las pasiones. Ésta es una actividad enérgica, que a menudo exige un desarrollo de fuerzas mucho mayor que la realización de una buena acción, el cumplimiento de una “ase”. Por lo tanto, debemos sentirnos estimulados a una actividad tan alegre cuando Dios nos prohíbe hacer algo como cuando nos manda hacer algo.” (Hirsch)

El pasaje es muy bello y habla al corazón más profundo del hombre. Siempre hay un lado de nuestra naturaleza que nos asusta, siempre habrá un momento donde sintamos un terrible arrepentimiento por nuestras acciones, que desconozcamos nuestra forma de comportarnos. En esos momentos oscuros es bello saber que hay una puerta y que podemos luchar por restablecer una cercanía, que D-os no está totalmente separado del mundo. También es bello saber que podemos encontrar alegría en limitar ese lado de nosotros y que podemos santificar los instintos al reconocerlos y decidir darles un sentido más profundo; limitar nuestra carnalidad, cada quien dentro de su propia cosmovisión del mundo.

La sensualidad recuperada

Según remarca el comentarista para el hombre y la mujer la aceptación y el trabajo se convierten nuevos medios en que pueden superarse. En cuanto a la sensualidad la sintonía que había en el Edén se recupera dentro de la relación marital. Al perder la eternidad en ellos mismos, reconocen la vida; aunque ellos mueran, la vida continua y ésa es una gran bendición. El nombre de Java (Eva) quiere decir “dadora de vida.”

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.