Tres eventos milagrosos en la Torá y su significado simbólico

Enlace Judío – La palabra en hebreo para referirse a los milagros es “nes” que quiere decir “seña” o “signo” se considera un milagro todo evento que da testimonio de la acción de D-os en el mundo y lo muestra como Creador y guía de la historia. Todas las historias que la Torá narra en realidad muestran la Revelación histórica que D-os ha dado al hombre, la forma en que se manifiesta; cada una enseña un principio moral o una cara de la realidad que el hombre debe aprender a ver o integrar y trasmitir a lo largo del tiempo. Por eso dentro de ellas hay símbolos que nos ayudan a recordar los principios y los aprendizajes. Los eventos milagrosos en muchos casos se convierten en símbolos.

En el judaísmo se habla de dos tipos de milagros: aquellos que ocurren a través de medios naturales y aquellos en los que D-os altera la naturaleza; ambos nos enseñan que D-os se hace presente en el mundo. A continuación hablamos de tres eventos milagrosos que se volvieron un símbolo.

La vara de Aarón

En el libro de Bamidbar (Números 17) ocurre varias ocasiones que la congregación duda del liderazgo de Moisés o Aarón. En un momento particular, para disipar las dudas, D-os hizo un milagro frente a la congregación y se reafirma el sacerdocio de Aarón. Se pusieron doce varas, representando a cada uno de los líderes de la tribu (la vara de Aaron representando a la tribu de Levi) y se dejaron dentro de la Tienda del Tabernáculo. Al día siguiente Moisés entró a la Tienda y la vara de Aarón había dado flores y frutos, llevó la vara que era de un almendro y la enseñó frente al pueblo de Israel.

Por varias razones esta vara se convirtió en un símbolo de esperanza y fe, el almendro gracias a esta historia representa lo mismo. Varios comentaristas han preguntado cuál fue la enseñanza principal de este evento: se ve a este fenómeno como un milagro más natural que sobre natural, pues a la vara sólo se le dio vida nueva y se acelero el proceso de su florecimiento en una noche, pero en sí no se altero la naturaleza de la misma. Ello nos remarca la unión entre lo material y lo espiritual, el potencial interno que todos tenemos y se desarrolla a través del contacto con la divinidad y un trabajo interno. Según comentaba rab Fainstein las flores representan el trabajo que la espiritualidad requiere, el esfuerzo que uno pone en el cumplimiento de las mitzvot.

Josúe y el sol

Otro milagro que es bastante impresionante es el que ocurrió con Josúe (10): la noche estaba por caer y los hijos de Israel iban ganando la batalla. Josúe le pidió al sol y a la luna pararse, para que el paso del tiempo no transcurriera y el día se prolongará. Esto en efecto ocurrió, e Israel ganó la batalla; el pasaje mismo en el texto remarca el carácter milagroso del evento y el hecho de que algo así no volvió a ocurrir en otros contextos.

Éste fue un milagro sobrenatural, era una forma de recordar a los soldados la importancia de la lucha y el objetivo por el que peleaban. Era una forma de mostrar la compañía que D-os daba a ese Ejército particular en un momento de necesidad y recordarles que uno siempre puede sublimar su naturaleza.

El arcoíris

No estamos acostumbrados a ver el arcoíris como un milagro porque es algo que ocurre en nuestra cotidianidad. Sin embargo, existe una halaja que nos invita a bendecir y agradecer cada vez que vemos un arcoíris, esto es porque el arcoíris recuerda el pacto que D-os tiene con el ser humano. Cuando las aguas del Diluvio disminuyeron y Noé, su familia y los animales pudieron salir del Arca, lo primero que ocurre es que Noé hace un sacrificio; tras éste D-os hace un pacto con el ser humano y la Tierra de no volver a destruir la vida en ella y como símbolo hace aparecer un arcoíris. Desde entonces el arcoíris se convierte en un símbolo de la Divinidad.

Tiene varios significados: por un lado nos recuerda la Presencia Divina y la intervención divina en la Tierra y nuestras vidas, una muestra de que D-os está presente. Por otro lado recuerda también el Diluvio y es una señal de advertencia, le recuerda al hombre sus pecados; pero también le recuerda el poder de purificarse y de la superación personal; es una invitación a recordar nuestras mejores cualidades.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.