En la historia del pueblo judío, el milagro “es la norma, no la excepción”: la obra de Moisés Cohen Cohen

Enlace Judío México e Israel – Como una zarza resplandeciente que jamás se consume, el arte de Moisés Cohen Cohen nos lleva por la historia de los símbolos judíos, pero también por la línea de su caligrafía y la potencia inconsciente del trazo automático que puede ser pintura o escultura, monumental o discreta. Descubre más sobre su obra en esta entrevista exclusiva.  

 

Su obra puede apreciarse en centros comunitarios judíos pero también en el Paseo de la Reforma, en calles y plazas, en museos y galerías, en libros y en un sinfín de espacios. Se trata de un arte judío y no judío, según sus propias palabras, pues sabe que, como artista plástico, hay que privilegiar la forma como expresión de una verdad que no siempre puede expresarse lingüísticamente.

Para saber un poco más sobre su obra, sobre sus orígenes y formación, pero también sobre su visión del arte, del judaísmo y sobre cómo se visualiza en el futuro, conversamos en exclusiva con Moisés Cohen Cohen, quien generosamente compartió con Enlace Judío un poco de sus ideas, de su visión del mundo del arte y de su propia creación artística.

“Yo creo que la vida te va llevando desde el principio“, dice sobre cómo llegó a convertirse en artista. “Yo tenía la suerte, digamos, sin ser ninguna maravilla, pero digamos que dibujaba arriba del promedio de la clase. Entonces normalmente las comisiones pues eran para ti. Si había que hacer una escenografía para el festival de música (…)  o había que ver la caricatura de la maestra de química…”

Formado desde preescolar hasta la preparatoria en el Colegio Hebreo Sefaradí, Cohen Cohen estudió Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana, además de Administración de Empresas en la UNITEC. “Después estudié algunos diplomados de diseño textil en Carolina del Norte.”

Dibujo de Eduardo Cohen, tío de Moisés Cohen Cohen

Sus maestros

Pero fue lejos de las aulas donde este artista multifacético encontró la formación que necesitaba para convertirse en un referente del arte judío mexicano de nuestros tiempos. Sobrino de Eduardo Cohen, asegura que la influencia de su tío fue “vital porque en este original interés por la pintura, por las artes plásticas, empecé a tomar clases desde los 12 o 14 años, cerca de casa con un maestro muy bueno (…). Pero realmente Eduardo Cohen fue para mí el modelo.”

Recuerda de su tío aquellos cuadros que estaban en casa de su abuela. Recreaciones de Caravaggio y de otros grandes maestros. “Yo me volvía loco con ver cómo la piel de la figura del cuadro tenía morados y tenía azules y tenía verdes y decía ‘¿cómo pueden haber estos colores y que yo lo que esté viendo sea el color de piel?’. Para un niño, el color de piel que es el color de tu piel. Entonces, ¿cómo podía haber tantos colores?”

Pero había algo más que color en aquellos cuadros. Había “mucho drama”. Y ese joven aspirante a pintor supo abrevar de ahí. “Agarré el gusto por el drama también. Realmente es fuerte la pintura, el dibujo (de Eduardo Cohen). A mí me gusta mucho más su dibujo que su pintura. Realmente me conmueve su dibujo.”

Cohen Cohen nos muestra un dibujo de su tío para ejemplificar esa maestría técnica y expresiva que tanto admira de él. Recuerda sus enseñanzas y su ejemplo, y también un libro que junto con su esposa, la escritora Esther Shabot, le regaló a los 13 años. Un libro de arte en gran formato, que “se tornó en mi compañero de vida durante toda mi adolescencia. Yo copié a los grandes maestros de este gran libro. De hecho, cuando vi las obras en los museos, ya en Europa, me gustaban más las del libro que las reales.”

Lalo Cohen “fue una figura importante. Fue uno de mis maestros también, pero realmente, la cercanía con su obra en casa de la abuela, luego ese libro y luego verlo dibujar en las clases, yo creo que es una parte importante de mi formación, y me gusta el drama y me gusta un poco ese morbo. Si ves su dibujo es este amor un poco por el drama de la vida, por un lado, y en contraste, la alegría de la vida. Y entonces creo que tengo estas dos líneas que probablemente despertó él en mí.”

A finales de los años noventa, Cohen presentó su primera exposición individual, y “tuve la suerte que el maestro Cuevas me hiciera el prólogo de mi catálogo. Y mencionaba a Eduardo porque lo conocía bien. Y entonces decía ‘este Cohen es sobrino de este extraordinario Eduardo Cohen’. A mi parecer, era mucho mejor dibujante Lalo que Cuevas, lo considero muy superior. Y bueno, tuve la suerte de estar muy cerca de la pintura de Lalo.”

Cohen Cohen se siente agradecido por haber contado con muchos otros grandes maestros, entre quienes menciona a Betty Edwards, a Adrián Barrera, a Robin Bond y a Juan Álvarez del Castillo, de quienes aprendió el valor del accidente creativo, las técnicas del dibujo y hasta los fundamentos estructurales que le han permitido crear obra monumental en espacios públicos, en una ciudad donde los grandes terremotos son bastante frecuentes.

“Tú no puedes correr el riesgo de que una escultura de diez o de 12 o de 15 metros, en un sismo o en un movimiento de tierra, puede venirse abajo. Entonces tienes que tener a alguien… Normalmente los artistas no tenemos esa preparación. Hay calculista de por medio, hay ingeniería de por medio. Yo he tenido la gran suerte de además que lo considero mi amigo, a Juan Álvarez del Castillo, que me haya acompañado para que todas las obras que tengo en lugares públicos no tengan el menor riesgo para ninguno de los de los eventuales transeúntes.”

Un lugar para sentarse a pensar distinto

Fue justamente Álvarez del Castillo quien colaboró con Cohen Cohen para darle solidez a una de sus piezas fundamentales: es enorme banca de Paseo de la Reforma que, vista desde la Columna de la Independencia, pareciera una especie de firma: una C y un M que, sin embargo, resultaron accidentales.

Fue invitado a participar en ese proyecto por el doctor Isaac Masri, quien a decir de Cohen Cohen, “ha sido un tremendo promotor del arte en México.” La coyuntura fue política: “En el momento en que estaba el problema de que López Obrador había tomado reforma y Calderón había tomado la Presidencia, pues evidentemente faltaba diálogo. Y entonces el doctor Masri salió con la idea de hacer un diálogo de bancas donde uno se sienta y tiene comunicación con otro.”

Cohen Cohen fue uno de los casi cien artistas convocados para la creación de esas bancas, espacios para la interlocución y el diálogo, en un momento de tremenda confrontación y polarización política. “Yo tuve la suerte de que el curador la pusiera en el Ángel. Yo no tuve nada que ver con que la pusieran en el Ángel. No sabíamos tampoco si las bancas se iban a quedar permanentemente”, pero lo hicieron.

Para esa obra, Cohen recurrió a uno de sus motivos favoritos: la línea, y a un material del que habla con inmenso amor: el acero.”Es un material que me conmueve por la vida que tiene. O sea, llueve y se pone rojo, cambia de clima y se pone más ocre. Luego sube a los naranjas y es un material totalmente vivo, resistente. Muchas metáforas de lo que quisiéramos en la vida y me gusta además porque no requiere más mantenimiento.”

El impulso o quizás el accidente hizo que ese trazo inicial se convirtiera en pieza, una pieza que hasta hoy puede apreciarse, tantos giros de la historia después. “Es un trazo que hice a la ligera, que me gustó y luego hice 100 trazos más y volví al primero. Y creo que fue afortunado porque se ha utilizado durante todos estos años, se ha utilizado para patinar, para sentarse, para colgarse. Y tuve la suerte de que se convirtiera en un libro que se presentó en 2019; me hizo favor Elena Poniatowska de prolongarlo.”

Junto con ese libro, Cohen Cohen presentó, por primera vez, esculturas de tamaños más moderados. “Hubo gente que me decía ‘oye, yo quiero una escultura tuya, pero no la quiero de 15 metros, la quiero para la pared de mi casa’, Además, he descubierto que la cursiva de la lengua hebrea a mí me gusta mucho.”

Su caligrafía

Trabajar sobre la caligrafía, sobre la cursiva hebrea que aprendió en la escuela y no dejó de utilizar nunca, le ha permitido a Moisés Cohen Cohen usar esa otra herramienta que ama: el accidente. La creación intuitiva, inconsciente, que se manifiesta sin intermediación apenas de la mente racional.

Para permitir que los accidentes se conviertan en semillas que luego serán esculturas tridimencionales, Cohen Cohen se puso un reto interesante. “Lo que se me ocurrió fue agarrar el vehículo, que era una regadera (…) Moví dos o tres anchos de su boca (…) y luego empecé a jugar con el encausto en diferentes temperaturas, pero se me ocurrió agarrarlo con la mano izquierda en vez de con la derecha, para que el intelecto no fuera el que estuviera decidiendo qué hacer.”

Más aún: “se me ocurrió hacerlo en hebreo porque ya era más complicación: mano izquierda y hebreo, para entonces escribir de derecha a izquierda y empezaron a salir trazos muy interesantes. Y lo que hice después de eso es agarrar los trazos que más me gustaban, que estaban poco intelectualizados y los pasé a la computadora y en la computadora empecé a rescatar trazos que originalmente no habrían salido.”

En la escritura hebrea, asegura, hay “un fluir, una parte tan orgánica, tan hermosa de un trabajo que los siglos han hecho por mí. Ya en los siglos se ha ido depurando, digamos; puede ser hebreo y puede ser cualquier otra. A mí la verdad me gusta (la escritura hebrea) porque fue la que escribí toda mi vida. He hecho exposiciones del Rambam, por ejemplo, donde veo su escritura cursiva, de sus textos originales y plásticamente me parecen una belleza…”

Sobre Maimónides, justamente, Cohen Cohen no puede ocultar su admiración. Dice que le parece un pensador incluso más grande que Da Vinci, y recuerda que, apenas en 69 años de vida, pudo alternar su trabajo como médico con una creación literaria abundante y de gran significado para la civilización occidental. Fue justo con una obra sobre Maimónides que Cohen Cohen, esta vez convocado por el ingeniero Serur, participó en el Festival de México en el Centro Histórico.

Moisés no usaba kipá

Moisés y la zarza es una de las obras más representativas de Cohen Cohen. Sobre esta pieza, que puede verse en el Templo Shaaré Tefilá Abude Attie, el artista nos comparte un poco del proceso de gestación. “Mira, la verdad es que me gusta el drama, como te decía. Y tomé un poco de Eduardo, mi tío. Me gustan, por un lado, mucho los colores cálidos, los colores cálidos de fuego, de tierra, de piel humana (…) Entonces, todo lo que sean óxidos, ocres, naranjas, todo esto me llama, porque me parece que realmente nos acercan a la calidez.”

Le resultan propicios al artista para retratar los momentos épicos. Los momentos cargados de significado. Y esa imagen fundacional del pueblo judío no podía ser más significativa ni más épica. Cuando un rabino francés acudió a la inauguración en la sinagoga, le dijo: “no está completa. No tiene kipá”. Pero, como bien dice Cohen, la primera mención a la kipá es de hace 1200 años apenas, así que su Moisés, que se cubre el rostro para respetar la tradición de no mostrar “imágenes” en los templos, se quedó así, con la cabeza descubierta.

“Yo, en ese momento, le dije al rabino que estaba en funciones: ‘rabino ¿le gusta?’, me dijo: ‘mucho’, y le dije: ‘¿está consciente que alguien no los puede quitar?’ Me dijo: ‘nadie nos lo va a quitar porque me voy a quedar aquí para siempre’. A los dos años ya no estaba en la sinagoga, pero la obra se quedó y me gusta porque de verdad, como te digo que estudio antes las obras, los significados que yo encontré de ese momento para mí son muy enriquecedores.”

En la historia del pueblo judío, recuerda Cohen Cohen, el milagro “es la norma, no la excepción”. También la curiosidad y el asombro, como los que llevaron a Moisés a aproximarse la zarza ardiente que, sin embargo, no se consumía. La historia da cuenta de esta magia que inspiró al artista a crear su famosa pieza, una de las más emblemáticas junto con su Kotel, donde pretendió mostrar la unidad de una civilización de muchos rostros. “Es igual un soldado que un rabino ortodoxo, que una madre de familia, que un padre en el bar mitzvah del niño… Todo esto que nos conforma como sociedad.”

La conversación es apasionada e interminable, como la curiosidad y el sentido de asombro y fascinación que el arte y el judaísmo tienen para Cohen Cohen. En el video anexo puede escucharse completa, y si nuestros usuarios quieren echar un vistazo a su obra, pueden visitar www.cohencohen.art.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

 

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