Enlace Judío México e Israel – No solo fue el primer cónsul de Israel en México sino que ayudó a fundar aquel Estado mientras impulsaba la formación de instituciones judías que siguen siendo relevantes hoy en día, a 70 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Se trata de Adolfo Fastlicht y hoy lo recordamos a través de la voz de su hijo, Marcos, en una entrevista exclusiva.
Adolfo Fastlicht nació en Galicia en 1905. Su hijo lamenta que de los primeros años de su vida no conserve mayor información. Sabe que su abuelo abandonó a su familia y que, en 1925, su padre llegó a México, país que adoptaría como propio y donde desempeñaría una importante labor en la constitución de instituciones que fortalecerían a la comunidad judía.
“Desgraciadamente, la juventud de la comunidad judía hoy, en México, ya no tiene mucho conocimiento de lo que se hizo en aquellos años difíciles de lucha”, dice Marcos Fastlicht. “De inicios del país, primero como Palestina y, a partir del 48, por la aceptación de las Naciones Unidas para convertir a Israel en un Estado. Pero realmente, ese grupo de de hombres de aquella época son, yo diría, los héroes desconocidos hoy en día.”
Adolfo Fastlicht fue uno de esos héroes
Comprometido con la causa sionista, ejerció una importante influencia para que, desde México, Israel recibiera un apoyo que resultaría decisivo para su constitución. Su hijo intenta reconstruir la historia y, así, rendir homenaje al nombre de su padre, olvidado hasta cierto punto porque han pasado ya casi 60 años de su muerte. “Obviamente, yo no había nacido, pero sí tengo de eso memorias de lo que platiqué con él, mucho con mi mamá y con amigos de él. Y digo amigos de él porque mi padre murió muy joven.”
Tenía 57 años cuando murió, pero le había alcanzado el tiempo para integrar Kadima, para presidir la Federación Sionista, para ser parte de la Liga Anti Difamación y para promover los primeros liderazgos del naciente Comité Central de la Comunidad Judía de México. Además, fue una pieza clave en la constitución del Instituto Cultural México-Israel, y fue presidente honorario de la Cámara de Comercio Israel-México.
Su habilidad política y su pasión sionista le valieron un nombramiento ambicionado por muchos otros, personajes de la comunidad a los que su hijo, Marcos, no se quiere referir por nombre, pero de quienes dice, contaban con más recursos económicos y no veían con buenos ojos que Fastlicht se convirtiera, como lo hizo, en el primer cónsul de Israel en México.
“El que en mi casa haya ondeado por primera vez la bandera de Israel en nuestro país, pues es muy significativo. Él, como el único representante oficial del gobierno de Israel en México, pues firmaba las visas, recibía dignatarios… Me acuerdo desde aquellos tiempos, tengo vívidas memorias de que en mi casa fue el Consulado —antes de siquiera tomar una oficina porque no había ni presupuesto—, pues se recibieron grandes personajes.”
Políticos, diplomáticos, intelectuales… Por aquella improvisada representación de Israel en México desfilaron figuras importantes de aquella época. Marcos Fastlicht recuerda, por ejemplo, a Moshé Dayán, secretario de Defensa; a Abba Eban, ministro de Relaciones Exteriores; y a Eleanor Roosevelt, la esposa del presidente Roosevelt, quien “dio una plática en mi casa. Mi mamá fue la traductora de esa plática.”
Nacida en Nueva York, Thelma Sackler fue también importante para que su esposo, Adolfo Fastlicht, pudiera conquistar tantos logros. Su hijo la recuerda como una mujer educada, formada en la academia, que podía leer hasta dos libros al día. Era “una mujer muy preparada, muy inteligente y que ayudó muchísimo a toda esa labor que mi papá hizo en todas las áreas. Y creo que también sería por lo menos justo que mencionara yo eso, aunque sea en un párrafo.”
Fundar un Estado
La fundación del Estado de Israel, concretada en 1948, fue el producto de grandes esfuerzos emprendidos desde diversos rincones del mundo.
México fue uno de ellos.
No solo había que ir a esos territorios, entonces denominados Palestina, y adquirir tierras para colonizarlas. También era necesario conseguir el respaldo de las diversas naciones miembros de la ONU para que esta institución otorgara el reconocimiento oficial a un país que, desde entonces, no dejaría de estar en conflicto permanente con sus vecinos.
“En aquel entonces, lograr cada voto en las Naciones Unidas para la Independencia de Israel era un triunfo”, recuerda Marcos Fastlicht. “En México, el presidente era Miguel Alemán y tenía muchos nexos con ciudadanos árabes. Entonces, todo el mundo veía como un milagro el que se lograra el voto positivo de México, pero realmente se logró por lo menos una abstención.”
Dado el precario equilibrio del concierto de naciones, las abstenciones eran importantes para la causa sionista. “Y mi papá, en varias juntas con el aquel entonces presidente y con el doctor Jorge White, lograron que el gobierno de México se abstuviera de votar y realmente para los que no conocen del caso, las abstenciones fueron las que le dieron a Israel el paso a la independencia. Entonces, fue una época de muchísima tensión, de una labor extraordinaria de este grupo de judíos que tengo el orgullo de decir que eran comandados por mi papá.”
También recuerda que “mi papá en esa época se había juntado con muchos intelectuales mexicanos, con Andrés Guerra Rojas, con Alejandro Carrillo Marcor, con Martín Luis Guzmán, una serie de personalidades muy importantes del mundo intelectual y político de aquella época y ellos ayudaron muchísimo en esa causa.”
“Aprendí a decir ‘Israel’ antes de decir ‘mamá’
No sabe Marcos si el amor por la causa sionista de su padre había nacido ya desde sus primeros años en Galicia, antes de migrar a México, pero sí recuerda que “aprendí a decir ‘Israel‘ antes de decir ‘mamá’. O sea, realmente vivimos con eso desde el primer día de nuestra existencia. Todo era Israel, todo era sionismo, todo era lograr que el país se fundara, que caminara, que no dejara de existir por las constantes guerras.”
La primera de ellas sobrevino tan pronto como la ONU decidió dividir la vieja Palestina en dos Estados para dos pueblos. Y si ya había sido difícil conseguir el reconocimiento para Israel, lograr que el país sobreviviera en un entorno hostil, asediado militarmente por los países árabes que se oponían a su existencia, fue todavía más duro, y en esa misión Adolfo Fastlicht también jugó un papel importante.
“Se mandaban en cajas de paletas Mimí, que era un dulce muy conocido. En esa época ya existían las Salvavidas y las paletas Mimí, donde las embarcaban como dulces, les regalaban a los aduaneros muchas paletas y muchos dulces. En fin, mira, con muchos artificios de aquella época y obviamente buscando ciertas compensaciones ahí, porque había que pasar una serie de aduanas no oficiales. Me imagino que me entiendes lo que te quiero decir, ¿no? Pero se las ingeniaban de una manera que, ¡caray!, hoy en día serían catalogados como héroes.”
“En mi casa fue una fiesta nacional”
Para Adolfo Fastlicht, la recompensa por su infatigable labor por la creación de Israel llegó en forma de un nombramiento honorario, el de cónsul de Israel en México, y vino “directamente de Ben Gurión. Le pasaban listas de prospectos. No había muchos prospectos. Y no quiero decir nombres para no herir susceptibilidades, porque hay gente que se ofendió y gente que tenía dinero y que pensaba que con el dinero iban a recibir ese nombramiento. Pero mira, no sé. Ahí no se trataba de dinero, se trataba de quién podría ser el mejor representante de Israel en México en ese momento y en el gobierno, en la alta esfera del gobierno de Israel recién creado con Ben Gurión, pues ahí sí, de ahí llegó el nombramiento. Me acuerdo la noche que le hablaron a mi papá. Fue uno de los primeros embajadores en Estados Unidos, Moshé Tov, el que le habló. Y bueno, pues en mi casa fue como fiesta nacional.”
Sobre la relación entre Ben Gurión y Fastlicht, su hijo Marcos recuerda que fue “muy buena, porque mi papá viajó en esos años, pues empezó a viajar por lo menos una vez cada año, año y medio de Israel y obviamente se entrevistaba con él.” Sobre aquellos encuentros y sobre ese mítico líder, Adolfo Fastlicht decía que era “un ser de otro planeta; de una inteligencia descomunal, con una visión del mundo que muy pocas gentes nacen con eso. Obviamente un gran luchador social. Y pues nada, que los impresionaba mucho. Siempre hablaba con la verdad, que para él no había imposibles. En fin, que era un ser extraordinario.”
Con la fundación del Estado de Israel comenzaba una nueva fase para la vida de los judíos en el mundo. “Se empezaban a abrir representaciones oficiales. Los judíos ya no podían vivir en guetos, había que abrirse al país, querían abrirse a la sociedad del país donde los habían recibido y ayudado.”
Con esa encomienda, Fastlicht “pensó en que tenía que hacerse de apoyos intelectuales, empresariales e inmigración para aceptar a más judíos que vinieran. Porque la situación en Europa y en Israel todavía estaba muy mala. Entonces, por ejemplo, la creación del Instituto Cultural (México-Israel), pues abría un gran campo para tener el apoyo de la intelectualidad más alta que existía en esa época. Y fueron muchos de ellos amigos de mi papá al día de su muerte.”
Más aún: “Cuando él fundó también la Cámara de Comercio México-Israel. Pues fue una gran visión futurística de mi padre, donde sabía que Israel tenía que empezar a ser parte de ese conglomerado universal. Ahora sí que un tratado de libre comercio a la antigüita.” Y aunque sus múltiples obligaciones le impidieron presidir él mismo el Comité Central, “de su boca salieron los primeros presidentes.”
Dentista de profesión, Adolfo Fastlicht debía alternar su trabajo diplomático, político y comunitario con su profesión. “Apenas empezaba, vivíamos de eso, vivía la familia de eso, y los dentistas no ganaban en esa época lo que ganan hoy. A veces no comíamos. En la casa había plátano nada más, de postre, y te lo digo con certeza. Es muy duro. Muy duro.”
Sin embargo, todavía tuvo tiempo de ayudar a la creación del Centro Deportivo Israelita, de impulsar la participación de México en los Juegos Macabeos y de sostener reuniones “siete días a la semana. No exagero: era un trabajo descomunal. Dedicó su vida a eso.”
Incluso cuando ya había un embajador oficial de Israel en México, el trabajo de Fastlicht para fortalecer las relaciones entre ambos países siguió siendo importante. Aquel primer diplomático “echó a perder muchas de las relaciones que había aquí, y lo digo sin ninguna culpa de conciencia. Fue un fracaso como embajador. Entonces él deshacía cosas y mi papa, con su grupo de apoyo las volvía a armar.”
Han pasado ya 70 años desde que ambos países establecieron relaciones diplomáticas. Desde entonces, la Comunidad Judía de México ha consolidado un gran número de instituciones y goza de una salud que muchas comunidades judías de mundo toman como ejemplo. Para Marcos Fastlicht, el trabajo de su padre para que todo eso fuera posible es un ejemplo que lo impulsa a contribuir desde su posición.
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