El rabino pirata, “el Gran Judío” y el ‘Pirata que salvó a América’: aterrorizaron los mares por vengarse de España

Enlace Judío- Aunque parezca insólito, los piratas judíos del Caribe sí existieron y fueron valientes judíos sefaradim de la época de la Inquisición que, convirtieron el dolor de la expulsión de los judíos de España en venganza.

Algunos se volvieron a la piratería como una forma de luchar contra España y Portugal, creadores de la brutal Inquisición. Muchos eran contratados por Gran Bretaña y Holanda. A estos se les conocía como corsarios.

Aunque la vida de estos piratas judíos es un misterio, hay algunos detalles de sus vidas que nos dan una idea de cómo vivían, y de esa manera podemos sumergirnos al mundo poco conocido de los piratas judíos.

El rabino pirata

Comencemos entonces con Samuel Pallache, “el rabino pirata”, quien se había formado como rabino a finales de los años 1500 en Fez, Marruecos, pero luego prefirió la vida marinera trabajando como corsario, tanto para el gobierno holandés, como para el sultán de Marruecos.

Pallache fue el que negoció uno de los primeros tratados entre las naciones europeas y de Oriente Medio.

En 1614, Marruecos y España estaban en guerra, y Samuel Pallache dirigió una flota marroquí que capturó varios barcos españoles.

Cuando murió en 1616, todos los miembros de la comunidad judía de Ámsterdam marcharon en su “Levaya” (procesión fúnebre), junto con el príncipe Mauricio de Nassau.

El pirata David Abrabanel

Otro de estos famosos piratas judios fue David Abrabanel, descendiente del rabino Don Isaac Abrabanel.

Después de que su familia fuera asesinada en América del Sur, a principios de 1700, David adoptó el apodo de “Capitán Davis” y navegó con corsarios británicos. Pero luego comandó su propio barco, al que llamo “The Jerusalem”. De acuerdo con las bitácoras de los viajes que se conservan en el Museo Marino de Chile y que están escritas en hebreo, se ordenó a su tripulación aguardar hasta finalizar el día de Shabat, para atacar a las naves españolas, e incluso la comida que se les daba a la tripulación era Kasher.

Es difícil imaginar a un judío ortodoxo con botas, sombrero de capitán y un parche en el ojo, sin embargo, el Capitán David no fue el único pirata judío en la historia.

Sinan Reis, imagen de historiaislamica.com

Sinan Reis, “el Gran Judío”

Él y su familia huyeron de la Inquisición española a principios del 1500, instalándose en la ciudad de Esmirna, Turquía.

Sinan Reis alcanzó el rango de “almirante de la flota turca” y se convirtió en el brazo derecho de uno de los piratas más famosos de todos los tiempos, conocido como Barbarroja, entre 1550 y 1553.

Ambos navegaron bajo una bandera que llevaba una estrella de seis puntas, muy parecida al Maguén David. Su mayor victoria fue en 1538, frente a las costas de Grecia, cuando las fuerzas otomanas lideradas por Sinan Reis y Barbarroja, derrotaron a una flotilla de barcos armados de países cristianos reunidos por el Papa Pablo III, asegurando la dominación otomana en el Mediterráneo.

El gran valor de Sinan en esa batalla le valió el sobrenombre de parte de sus enemigos españoles, como “el Gran Judío”. Incluso el Imperio Otomano lo recompensó nombrándolo como “comandante Supremo de la Marina”.

Caracteres hebreos en documentos de de Subatol Deul, foto de www.mnhn.gob.cl

Subatol Deul

Este otro pirata judío se convirtió en uno de más temidos del mundo. En uno de sus viajes, se encontró con Henry Drake, hijo de uno de los más famosos piratas de la época, Sir Francis Drake, y ambos hicieron una alianza anti española que, en la historia de la piratería se le conoció como “Black Flag Fraternity” (la fraternidad de la bandera negra).

Sus barcos se llamaban “Profeta Samuel”, “Reina Esther” y “Escudo de Abraham”.

Simón Fernández

En el siglo XVI aparece registrado como uno de los piratas sefaradíes. Se trato de un judío oculto, llamado Simón Fernández, quien logró escapar de la Inquisición y trabajó junto al pirata galés John Callis.

Simon Fernández llegó a convertirse en el capitán piloto del célebre pirata y corsario inglés Sir Walter Raleigh, aunque finalmente fue ahorcado en Newport, en el año de 1576.

Abraham Cohen Henriquez

No menos famoso fue Abraham Cohen Henriquez.

Era un judío portugués y fue uno de los piratas más notables del siglo XVII. Corsario al servicio de Holanda, quien en 1628 junto al almirante holandés Piet Hein ataco y capturó una flota de dos barcos españoles frente a la costa de Cuba, donde logró apropiarse del oro y la plata que traían los españoles de América, por valor de 11.509.524 florines, alrededor de mil millones de dólares al dia de hoy.

Fue el mayor golpe de la historia para la flota española. Moshe Abraham Cohen se asoció con uno de los piratas más temidos de la época, Sir Henry Morgan, y se convirtió en asesor financiero del más famoso pirata de todos los tiempos. Más tarde, el pirata Cohen Henríquez compro su propia isla en Brasil para traer a los judíos e instalar allí una Yeshivá y sinagogas.

Mas adelante, Abraham Cohen renunció a la piratería en la vejez, cuando Henry Morgan se convirtió en gobernador de Jamaica; y los dos vivieron sus últimos días allí. Moises Abraham Cohen Heriquez nunca pudo ser capturado.

Jean y Pierre Laffitte, imagen de www.nostalgiacuba.com

Jean y Pierre Lafitte

Los hermanos judíos piratas más famosos de aquellos tiempos, fueron Jean y Pierre Lafitte, quienes vengando las persecuciones de la Inquisición, lucharon en México contra los españoles.

Los hermanos Laffite, habían nacido en Francia en 1780.

En su diario personal, que se conserva hasta el día de hoy, Lafitte describe su infancia en la casa de su abuela, Sara Levy Madrimal. Además, escribió acerca de los relatos de algunas familias judías que escapaban de la Inquisición y de su matrimonio con Cristina Levine, una judía de Dinamarca. Tambien escribió que sus abuelos eran judíos y que fueron torturados por la Inquisición.

Esto despertó en el pirata Jean Laffite un odio por España y lo inspiró a recurrir a la piratería para atacar las posesiones españolas en el Nuevo Mundo.

Trasladándose a la colonia francesa de Nueva Orleáns, Jean Laffite y su hermano Pierre, fundaron una herrería, pero tenían una segunda profesión secreta. Durante la Guerra de 1812, Laffite ofreció la ayuda de sus piratas al general Andrew Jackson, para la defensa de Nueva Orleans a cambio de un perdón por sus actividades piratas.

El general Jackson estuvo de acuerdo y la banda de Laffite luchó con distinción. Hasta su muerte en 1825, Jean Laffite permaneció como uno de los más temidos piratas del “Spanish Main”.

Su hermano Pierre falleció en 1821, en Yucatán, México.

Yaacov Mashaj

Así también, en Bridgetown, Barbados, descansan los cuerpos del pirata Yaacov Mashaj y su esposa Déborah, cuyas lápidas exhiben un Maguén David, junto a calaveras y letras hebreas con símbolos de piratas. Este tipo de tumbas también podemos encontrarlas en Jamaica, donde siete lápidas del antiguo cementerio de Kingston llevan inscripciones que, además de la escritura hebrea se puede ver un cráneo, y una bandera pirata.

Lápidas con huesos y cráneos, foto panoramacultural.com.co

En otras islas del Caribe, como Bridgeport, Bahamas, y en el antiguo cementerio judío de Curazao, también se han encontrado tumbas similares. Si esto le parece increíble, mas se sorprenderá cuando viaje a Curazao y vaya al antiguo cementerio judío, donde encontrara la tumba de “Leah Jana Shneur”, esposa de un pirata judío, y vera una calavera con huesos cruzados en la lápida que lleva su nombre.

Es difícil saber cuántos piratas judíos existieron, dado que no todos exhibían abiertamente su judaísmo.

Sin embargo, en los antiguos cementerios judíos de las islas del Caribe se encuentran muchas tumbas con escrituras hebreas y símbolos de la piratería que, parecieran sacados de la película de Disney “Los piratas del Caribe”.

Un dato muy curioso que involucra la profecía del Profeta Ezequiel

El símbolo de los huesos cruzados que se observa en los cementerios de judíos del caribe, simboliza la profecía del Nabi Yejeskel (Profeta Ezequiel) acerca de los huesos secos, que se refiere a la resurrección de los muertos al final de los días, y que tanto añoraban para el dia de su redención los exiliados de Sefarad. El símbolo terminó siendo relacionado exclusivamente con los piratas del caribe, solamente que, al final, eran los piratas sefardíes.

Jacob Curiel

Por último y el más sorprendente de los piratas judíos del Caribe, fue Jacob Curiel. Nacido de una familia judía convertida al cristianismo bajo la presión inquisitorial cuando él aún era un niño.

Durante su juventud, sirvió como capitán de la flota española hasta que, fue capturado por la Inquisición. Más tarde fue liberado por sus propios compañeros marranos, y por su deseo de venganza se dedicó a la piratería, llegando a poseer tres barcos piratas bajo su mando.

Cuando Jacob Curiel, conocido como “Diego Pérez de Acosta”, hizo Teshuvá, (se arrepintió de sus labores) abandonó esta actividad, y se dirigió a Tsfat, Israel, donde se dedicó por completo al estudio de la Torá. Incluso se convirtió en alumno del Rabino Itzjak Luria, el “Ari´Zal”, y se especializó en el estudio de la cabalá en dicha ciudad, donde luego falleció.

El rabino Jaim Vital, afirmo que Yaakov Curiel está enterrado junto a el Arizal.

¿Por qué?

El Rebe de Kotz explica el Pasuk :“VAYAREHU OTANU HAMITZRIM”

Este Pasuk Literalmente, Significa que “nos dañaron los egipcios”. Sin embargo, el Rebe de Kotz explico que: “Nos hicieron malos”.

Durante el Galut “la diaspora”, de tanto que nos castigaron, a veces nosotros mismos nos volvimos malos también, como bucaneros, como piratas o corsarios.

Pero la Neshamá (el alma) de un Yehudi nunca se pierde del todo. Es por eso que, a veces vemos gente tan alejada que, de repente se acercan a la Torá, porque esa chispa de la Neshama de un Yehudi nunca se apaga.

Nosotros no podemos hacer la apología de los piratas; aunque, en venganza, como descendientes de aquellos que tanto sufrieron, la historia los arrojó a este tipo de actividades. Pero debemos saber que la Neshamá de un Yehudí es un diamante, y aunque esté en el lodo, o en el en el barro, el diamante sigue siendo un diamante.

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