¿Por qué existe la Torá Oral? Una perspectiva

Enlace Judío – La Torá tiene muchas caras, al ser un camino espiritual y la expresión de D-os en palabras se abre constantemente a la interpretación y particularidad de las personas que la escuchan. Hay dos formas de llegar a ella: a través de la intelectualidad, o a través de la experiencia. La idea siempre ha sido que todo el que se acerca pueda vivirla en estas dos maneras, que a través de las creencias y las acciones uno cultive su propia espiritualidad, crezca y aprenda a actuar moralmente. Dicha simbiosis entre el pensamiento y la emoción ha existido en el corazón del judaísmo y la Torá desde su primera existencia y se expresa en la forma que fue entregada al pueblo judío y Moisés hace más de tres mil años. Dentro de sus clases, la rebetzin Tziporah Heller nos habla de la estructura de la Torá, de por qué fue entregada de forma oral y escrita y el proceso histórico de su enseñanza a lo largo del tiempo. A continuación hablaremos de ello, la información fue tomada de sus clases.

Tres formas de aprender

En la tradición judía se nos narra que tras el suceso del Becerro de Oro Moisés subió al Monte Sinaí para pedir el perdón divino y es tras Yom Kipur que D-os le enseña toda la Torá de principio a fin (I). Bajando de la montaña a lo largo de toda la travesía por el desierto del pueblo judío , él sería el encargado de enseñar y revelar la Torá al pueblo judío, paulatinamente bajo la guía de D-os. La escritura de la misma fue ordenada hasta el final de sus días. La pregunta que surge es por qué D-os decidió dar de esta forma al pueblo la Torá. La respuesta se encuentra profundamente ligada a la experiencia que surge en su observancia y transmisión. La rebetzin señala las diferencias entre recibir la Torá de forma escrita y de forma oral.

Hay tres formas de aprender, nos dice, a través de un libro, a través de un maestro o a través de lo que observamos por nuestra propia experiencia; cada una tiene sus virtudes y cada una sus desventajas. El aprendizaje a través de la experiencia es más cercano y más individual, es completamente integral no hay una división entre lo que la persona piensa y lo que vive, porque precisamente nace de lo que vive; sin embargo se abre a las conjeturas, las equivocaciones y las distorsiones a través del tiempo. El aprendizaje a través de la forma escrita, un libro por ejemplo, es más estable en el tiempo, no cambia y le permite a la persona regresar a las palabras, leer varias veces, integrarlo a su tiempo, pero al igual que la experiencia está abierto a la exploración y la conjetura. El aprendizaje por medio de un maestro por su parte (cuando éste es bueno y conoce a fondo la materia) cierra los errores que la conjetura personal genera y ayuda a la persona a profundizar en la materia con mayor eficiencia, pues el maestro abre al alumno a caminos que este último desconoce, cuando uno no sabe qué preguntar el maestro guía hacia las preguntas correctas.

La Torá fue hecha para que las tres formas de aprendizaje se preservaran a lo largo del tiempo. Cuando hablamos de que Moisés recibió toda la Torá en el Monte Sinaí, nos referimos a que había una sintonía en las acciones, las emociones y los pensamientos, la observancia de la Torá debe generar este mismo balance dentro de nuestra persona: debe ser la unión de nuestro cuerpo, nuestras emociones (corazón) y nuestro pensamiento. Por eso siempre se dio un gran respeto a la experiencia y la intelectualidad. Las formas en que la Torá fue trasmitida lo largo del tiempo muestran en su estructura este balance y el rol que las tres formas de aprendizaje trae.

Transmisión de la Torá

La época de los jueces

La forma en que la Torá fue enseñada en el desierto y durante milenios era a través de una estructura de jueces y cortes. Los jueces no sólo impartían justicia, también fungían como maestros y había un sistema de cortes jerárquico que iba desde quienes atendían los casos más pequeños y sencillos hasta el Sanedrín o Moisés en su momento. Bajo ese sistema cada padre era responsable de enseñarle Torá a sus hijos y uno atendía al juez en materias complejas. En ese tiempo los judíos eran una sociedad agrícola, por lo cual los hijos pasaban gran cantidad de tiempo con los padres. Quien era juez de una corte tenía conocimiento pleno de la Torá y maestría en ella, pues es justo a través de los jueces que la estabilidad de la enseñanza era conservada.

La escritura de la Mishná

El sistema de cortes se acabó una vez que los romanos conquistaron Jerusalén y deshicieron el Sanhedrín (la Asamblea de Sabios); pues éste era centro de la conservación de la Torá. Además gracias a la persecución, los judíos cayeron en una enorme pobreza, por lo cual la educación de los hijos declino significativamente. Se cambió de un modelo de enseñanza familiar a uno comunitario, se instauraron escuelas gratuitas. Los grupos eran de 12 a 25 alumnos y los maestros tenían asistentes. Era obligatorio que el maestro fuera una persona que le gustara enseñar, que le gustara el contacto con niños y gente joven y que se hiciera responsable de que el aprendizaje ocurriera, debía tener un interés especial por el desarrollo de cada niño.

Los niños empezaban a atender a clases a partir de los siete años de edad y dejaban la escuela cuando tenían las herramientas suficientes para aprender por su lado. Se distingue entre la labor de los padres y la labor del maestro, los padres son los encargados de darle las herramientas a los hijos necesarias para su sobrevivencia como enseñarle un oficio y enseñarle a nadar, por ejemplo.

En esta época es que se escribe la Mishná (siglo II e.C.), que es en sí un guión para no perder el centro de la Torá. Las historias, las discusiones, el método de interpretación, las enseñanzas siguieron conservándose de forma oral y trasmitiéndose a través de la enseñanza como en la época de los jueces. La diferencia es que ahora había una guía. En los dos sistemas se favorece la transmisión a través de un maestro.

El Talmud, era actual

Después de la época de la Mishná, la persecución se intensificó y vino el Exilio judío en el que los judíos se dispersaron a lo largo del imperio romano; quienes se fueron a África, Asia y el Sur de Europa se les llamó “sefaradim” y quienes se fueron al resto de Europa “ashkenazim.” Para que no se perdiera toda la información oral de discusiones, métodos de interpretación es que se escribe la Guemara (del siglo II al V) y se crea el Talmud que une la Guemara y la Mishna. Se hizo en una forma que se necesitará del estudio extenso del mismo. Por lo cual la trasmisión de la Torá siguió dependiendo de un maestro.

Alrededor del 70% del Talmud es ley y sólo el 30% es Agadá (explicaciones filosóficas, narraciones, etc). Leer diariamente dos páginas del Talmud, sin análisis, una lectura superficial toma alrededor de una hora; para completar el Talmud entero leyendo dos páginas diarias uno tarda siete años en lograrlo.
El formato además es divergente trae casos de otros tratados, discusiones, se necesita de alguien que ayude a trasmitir la lógica interna que éste tiene.

En los tres casos el objetivo es el mismo preservar la trasmisión de la Torá Oral a través del estudio con un maestro. Esto hace que el aprendizaje se vuelva personal, que haya una relación entre el que estudia y el que enseña y la trasmisión de la Torá no se vuelva fría y distante. Se busca que uno pueda acceder a ella a través de la experiencia o a través del intelecto.

Notas:

I) Este conocimiento surge de un midrash agádico (relato oral con enseñanza filosófica) hay discusión entre los rabinos del Talmud y los rishonim (comentaristas medievales) sobre qué recibió Moisés en ese tiempo, cuándo se fue revelando la Torá al pueblo judío y cuándo fue escrita; la información de esta nota se basa en la perspectiva e información que la rebetzin ofrece.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.