Enlace Judío- En junio de 1391, se inició un pogrom antisemita en Sevilla, que acabo con cuatro mil víctimas judías, y que luego se expandió por varias ciudades de España, como Toledo, Córdoba, Barcelona, Valencia, etc., dejando a su paso a miles de judíos muertos en cada lugar.
Pero el 10 de agosto de ese mismo año, le tocó el turno a la ciudad de Gerona, lugar donde habían nacido grandes luminarias judías, como Rabi Moshe ben Najman o Najmanides, conocido como el “Ramban”, Rabenu Yona, autor del “Sefer Shaare Teshuvá”, y muchos grandes sabios más.
Ese día, una multitud de campesinos que habían llegado de los pueblos aledaños a Gerona, para la feria de San Lorenzo, atacaron la Judería de Gerona, donde la saquearon, robaron, y degollaron a cuarenta judíos que se habían negado a convertirse al cristianismo. Los asaltantes no satisfechos aún, se prepararon para volver a entrar a la ciudad, por lo que el gobierno decidió que todos los judíos fueran trasladados a la torre Gironella, el cual era el punto más protegido de Gerona, mientras ardían sus casas.
Entonces, ochocientas personas, entre hombres, mujeres y niños judíos, fueron encerrados por sacerdotes y feligreses en la Torre Gironella, según que con la intención de “protegerlos”.
Pero el refugio se convirtió en una prisión de la que los judíos solo podían abandonar una vez convertidos al cristianismo.
Allí permanecieron encerrados durante 17 semanas, teniendo que escuchar los sermones de los frailes, así como las promesas de que tendrían una vida mejor y de paz eterna, si es que abrazaban el cristianismo.
Entre los cautivos, había una mujer muy aferrada al judaísmo y a la Torá, por lo todos la apodaban “La Torana”. Ella, junto a su esposo Bonjua Saltell, permanecieron prisioneros durante muchas semanas en condiciones deplorables, con la incertidumbre y el miedo de lo que les podía llegar a suceder.
Entonces, el marido exhausto y atemorizado de vivir ese terrible calvario, le propuso a su esposa que ambos se convirtieran, para poder salir del encierro y seguir viviendo en Gerona, la tierra de su familia.
Sin embargo, “la Torana” se mantuvo en silencio, mientras que con una pequeña vara de madera dibujaba letras en hebreo, que hacían alusión al Salmo 23:
“HASHEM ROI LO EJSAR, BINOT DESHE YARBISENI, AL ME MENUJOT YENAALENI, NAFSHI YESHOVEV YANJENI BEMAAGUELE TZEDEK LEMAAN SHEMO” : “DI-s es mi pastor, y nada me faltara, en bonitas praderas me reposara y sobre aguas tranquilas me dirigirá, mi alma descansara y me encaminara por senderos de rectitud a causa de su nombre”.
En ese momento, su esposo comprendió que ella jamás se convertiría y que prefería morir como judía a vivir como cristiana. Sin embargo, él mismo no era tan fuerte en sus convicciones como lo era ella. Por lo que, al cabo de unos días, él acepto convertirse al cristianismo, cambiando su nombre judío original, Bonjua Saltell, por su nuevo nombre cristiano “Francesc Guillem de Vilaritg”, y sabiendo que su identidad ya no sería la misma que la de sus antepasados.
Entonces, la pesada puerta de la Torre se abrió y el esposo de “La Torana” salió ya convertido en cristiano.
Ahora, “Francesc Guillem” acudía cada noche a la torre, donde desde la puerta intentaba convencerla diciéndole: “Mi Torana….conviértete mi amor…y vuelve a mis brazos”.
Sin embargo, ella seguía firme en sus convicciones y nada la hacía cambiar de opinión. Incluso su esposo hizo redactar un documento ante notario, en el cual nombraba al sacerdote Francesc Cervera para que este se presente con su esposa en la torre Gironella, a fin de que la convenciera y aceptara volver a vivir con él, de acuerdo con las leyes de la iglesia.
Según figura en los registros, el 27 de septiembre de 1391, se presentó en la torre Gironella el sacerdote Francesc Cervera, acompañado de dos testigos cristianos, Pedro Cerda y Jaume Arlovi, junto con el judío Assanell Cerbero, para que en representación de su marido Francesc Guillem de Vilaritg, pediera a su esposa que volviese a convivir junto a él.
Sin embargo, ella firme en su judaísmo, le mando a decir a su esposo lo siguiente: “Al ser que tú ya eres un cristiano nuevo, mientras que yo sigo siendo una mujer judía, no hay manera de poder vivir juntos”.
Al otro día se presentó en la Torre el notario Luis Carbonel quienes, junto con los testigos Bernat de Fuente y Bernat Guixar, levantaron un acta, dejando constancia de la firmeza de las convicciones religiosas de la “judía Torana”, hija de Vidal Benveniste de Vilafranca, quien cuando se casó había traído en su dote la cantidad de mil liras, y que así figuraba escrito en su Ketubá, por lo que, tras su Guet (divorcio), ese dinero le correspondía a ella.
No obstante, La Torana había decidido donárselo a Mose Bellshom, su hijo de su primer marido, Bellshom Benet.
Esa misma noche, La Torana, consciente de que manteniendo su judaísmo jamás saldría con vida de la torre Gironella, aprovechó la distracción de un soldado para quitarle su espada; y pronunciando el “Shema Israel” se la clavó en su pecho y se suicidó
La mayoría de los judíos que habían quedado encerrados en la torre luego de 17 semanas de resistencia, terminaron convirtiéndose en cristianos nuevos. Poco tiempo después, finalizo el cautiverio.
Los escasos judíos que permanecieron fiele,s a su fe, pudieron salir de la torre al final, y volver a sus casas, aunque ya nada sería igual. Eso fue el comienzo del fin de la vida judía en la ciudad de Gerona, hasta su total desaparición en 1492.
“Sorprendentemente” luego de trece años, en 1404, la torre “se derrumbó sola”, quedando solamente su base hasta hoy en día.
Dice la leyenda que el alma de esta mujer judía pasea entre la muralla y los jardines, convertida en un tenue resplandor que apenas se percibe en las noches de verano.
Según escribe Carles Vivo, autor del libro “Leyendas y misterios de Gerona”, el alma de La Torana sale a pasear con cierta frecuencia por los rincones del casco antiguo de Gerona, pero no en forma visible, sino como una voz de mujer que, va cantando de manera ininteligible pero acogedora. También, en el museo de historia de los judíos de Gerona, se conserva un busto de bronce dedicado a “La Torana”.
Hoy, la Torre Gironella, es una cueva húmeda que conserva el recuerdo, la tristeza y el dolor de aquellas familias que fueron forzadas a convertirse o seguir en cautiverio.
Este suceso nos enseña y nos demuestra la fuerza y la determinación que tiene el pueblo de Israel, que no tiene ningún otro pueblo. Y en especial, La Torana, esta “Eshet Jail”, mujer virtuosa, que a pesar de todas las presiones en la que se encontraba y de todos los sufrimientos, nunca se doblegó ni se entregó a manos de sus opresores, sino que mantuvo su fe en DI-s, prefiriendo morir como judía, consagrada su alma limpia y pura al Kidush Hashem.
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