Tradiciones de la Torá que nos recuerdan la importancia de la aceptación

Enlace Judío – Una vez en una de las midrashyot (casas de estudios toraicos) que estuve el rabino habló de la culpa y mencionó la importancia de dejar ir la culpa: “El yetzer hará (la tentación) más grande es la culpa” dijo. Fue una premisa que escuché varias veces en el ámbito que me movía y sin embargo, observé que la gente era incapaz de llevarla a cabo en su vida; gran parte de quienes me rodeaban se sentían culpables de forma constante. Creo que la razón es que había una falta enorme para poder aceptarse a sí mismos o un contraste muy fuerte entre quienes querían ser y a quien veían constantemente en el espejo. Si bien considero que es un defecto común en grupos religiosos de cualquier tipo, también es bastante presente entre grupos seculares, hoy en día es (o siempre ha sido) muy difícil aceptarnos, por eso me gustaría hablar de la importancia que tiene hacerlo, algunas estrategias para ello y tradiciones de la Torá que nos ayudan a poner en práctica estos principios. 

El auto cuidado, el amor propio y la aceptación

Hay muchas mitzvot (mandatos) en la Torá que parten de cuidar nuestra imagen y nuestro cuerpo, todas las leyes de tzniut (recato), por ejemplo que nos dan dignidad, la mitzva de los peyot (caireles) que nos recuerda que no es la imagen sino quienes somos o cómo nos comportamos lo que nos hace ser nosotros. El cuidar de nuestro cuerpo y el cuidar de nuestra imagen frente a nosotros es parte de cómo expresamos el cariño que nos tenemos, pero para procurarnos dignidad primero tiene que gustarnos quiénes somos. El acto de cuidado propio no debe partir de una imposición social, o de una regla externa sino de un disfrute genuino de nuestra cuerpo y nuestra persona. Las reglas de vestimenta incluyen también que sepamos escoger las prendas, los colores, los artículos que nos gustan y reflejan nuestra personalidad. Deberían ser un encuentro con nosotros, una aceptación de quiénes somos.

Gaba y Taba nuestras principales faltas

En la misma midrashá hablando sobre el objetivo del hombre se mencionó el hecho de que hay dos grandes cualidades que corrompen al ser humano, la gaba (soberbia) y la taba (carnalidad). Éstas no son malas en sí mismas al menos que se lleven hacia un exceso donde se lastima a uno mismo o al prójimo. Por ejemplo, Egipto y Babilonia son imágenes de sociedades basadas en la carnalidad, esclavizaron a los hebreos para satisfacer los deseos materiales que los rodeaban; mientras que Roma es la imagen de la soberbia: conquistaba a pueblos por expandir su ideología, por el dominio.

A nivel individual la gaba (soberbia) es creerse superior a los demás y desear imponerse sobre ellos; es no reconocer que las cosas nos son dadas y debemos trabajar para ellas. Es cuando la persona cruza la línea entre el amor propio y sano y el desprecio al de enfrente. Es muy mala porque cuando la persona se cree superior puede caer en maltratar al de enfrente, en usar, en engañar e imponerse sobre quienes lo rodean. Abarca desde una exaltación de la fuerza o cualidades personales hasta una imagen falsa de pureza que la persona tiene de sí misma.

En cuanto a la taba (carnalidad desbordada) puede llevar a la persona a lastimar los sentimientos de a quienes ama, ponerse en situaciones de riesgo por satisfacer un deseo no controlado o caer en egoísmo por la misma razón. Ambas son dañinas cuando se llevan de forma desmedida y en muchos sentidos parten de una falta de aceptación propia.

La falta de aceptación como agravante de la soberbia y los excesos

Quien pone un esfuerzo desmedido por destacar sobre los demás o imponerse sobre los demás es porque en el fondo cree que su valor como persona radica en ello. No es capaz de aceptar su propia vulnerabilidad frente al mundo y huye de ella. Mientras que muchas veces quien no limita una carnalidad desbordada es por falta de ver valor en sí mismo, no ve las cosas que pierde por perseguir sus pasiones o no confía en que pueda limitarlas. En ambos excesos la persona se priva a sí misma del acceso a realidades más profundas, de limitar el egoísmo y establecer una relación con el mundo que lo sobrepasa y es más grande que él mismo.

Aceptarnos implica recibir con brazos abiertos nuestra vulnerabilidad y decidir conectarnos con aquello que amamos. Las siguientes son algunas de las tradiciones de la Torá que me llevaron a crecer como persona y aceptarme dentro del mundo que me rodeaba. Todas ellas tuvieron un efecto positivo en mi vida porque las tomé como un camino individual, algo que quería probar y darme, en ningún momento fueron una imposición externa.

Tradiciones de la Torá que ayudan a la aceptación

Shabat

Shabat es el séptimo día de la semana dentro de la Torá es un día sagrado, se celebra de viernes en la noche a sábado en la noche. Es un día en donde no se trabaja y uno se abstiene de crear riqueza o cambios materiales hay 39 actividades que no realizamos. Para mí era de los días más bellos de mi semana y siempre fue un gran impulsor de mi espiritualidad y mi alegría. Lo que más me gustaba de Shabat precisamente era que me ayudaba a aceptar el mundo y aceptarme. Cuando llega Shabat estés preparado para recibirlo o no dejas de hacer las actividades prohibidas y disfrutas de lo que creaste, a nivel práctico-emocional más que racional te enseña a aceptarte y disfrutar sin aspiraciones de perfección. Puedes ver el mundo tal cual se abre frente a ti y a ti en ese movimiento aceptando y disfrutando de ambos.

Mode Aní

Todas las mañanas se le agradece a D-os habernos regresado a la vida, a este rezo se le llama el Mode Aní (Agradezco). Es muy bello porque antes de empezar el día te pone en contacto con tu existencia, contigo mismo y te hace agradecer por ella, te ayuda a aceptarla como algo deseable y disfrutable.

Berajot de la mañana

Después de decir el Mode Aní decimos una serie de berajot (formulas) donde agradecemos las cosas que nos rodean. Agradecemos por nuestro cuerpo, agradecemos por el poder de la vista, el poder de discernimiento, nuestra vestimenta y ciertas cualidades espirituales que D-os nos dota como humanos. Son muy bellas, al igual que el Mode Aní, el notar los elementos que nos rodean y vernos como parte de ellos nos llevan a la apreciación de nuestra persona.

Tzniut

En este mismo artículo ya hablamos sobre el tzniut éste no sólo incluye las reglas sobre la vestimenta de nuestro cuerpo, sino cómo decidimos presentarnos frente al mundo: cómo hablamos, cómo nos paramos, cómo nos comportamos. Todo está relacionado en la forma en que nos vemos y en decidir construir una imagen positiva de nosotros en nuestra propia persona.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.