Enlace Judío – Septiembre nos viste de los colores nacionales; es el mes en que las calles visten de puestos con trompetas y banderas tricolores, y posiblemente porque también coincide con el retorno a clases se siente un ambiente más ordenado, cívico y sumamente patriótico.
Lo que sí es que me atrevería a afirmar que a todos los mexicanos nos emociona llegar al medio del mes para disfrutar de los suntuosos fuegos artificiales, de los esquites adornados de chile piquín, del pretexto para festejar en grande y del legendario grito de independencia que al sonido de las campanadas nos hace exclamar: ¡Viva México!
Pero, ¿y qué hay de ciencia en todos los festejos?, demos un breve paseo que sirve de excusa para aprender un poco y seguramente también para que dejes perplejos a los compadres.
YUM
Y, ¡qué es de una fiesta sin los alimentos! Por lo que empecemos esta travesía con el plato fuerte, que como dice la genial comediante Sofía Niño de Rivera en su emblemático chiste sobre la variedad en la comida mexicana, “toda tiene algo así como tortilla, queso, crema, salsa, y…frijol”, y aunque la infinidad de platillos usen en distinto orden básicamente los ingredientes mencionados, no cabe duda de que es la más deliciosa. No lo digo sólo yo, sino que en el ranking del US News & World Report la comida mexicana esta catalogada como la segunda mejor del mundo -evaluando 78 países- luego de la italiana, así que nada mal. Pero además, en el ranking del US News & World Report en Estados Unidos con mujeres de origen mexicano, investigadores encontraron que aquellas que consumieron una dieta mexicana por 24 días consecutivos tuvieron 14% menos insulina que quienes consumieron una dieta clásica americana con similar proporción de macronutrientes y cantidad de calorías. Así que un punto más.
BUM
A pesar de que posiblemente el origen de los fuegos artificiales data de hace 2200 años y los primeros eran bambús que tronaban al ser aventados al fuego, no fue sino hasta mil años después que los chinos los rellenaron de nitrato de potasio, carbón y azufre; es decir, de pólvora. Ruido, luz, humo y material incandescente flotante; eso son en resumen los fuegos pirotécnicos, o visto desde otro lente: son pura química. La luz viene por un lado de la luminiscencia al quemar –oxidar- el material combustible que emite luz por el intenso calor, y por el otro, de la incandescencia derivada de sales de distintos metales que al calentarse absorben y emiten cierta energía. Cuando se adicionan sales con calcio los fuegos artificiales se ven naranja, con el bario se ven verdes, ponle mercurio, aluminio, magnesio o titanio y da el color blanco, con el potasio se ve morado, agrega rubidio y vemos luces guindas, el cobre nos da azul, plomo para el lila, litio y estroncio para el rojo, cesio para el índigo, hierro para el dorado, y arsénico ó sodio para el amarillo. Uf. Por supuesto que no está de más aclarar que los fuegos artificiales son sumamente peligrosos –y que desgraciadamente constantemente hay trágicos accidentes – por lo que muchos países restringen su uso; pero también que animales como los pájaros son ahuyentados por su estruendo y pueden abandonar para siempre sus nidos. Pero el problema quizás mayor es la contaminación auditiva, pero también en humo y polvo tóxico por dichos metales.
REA
Pero hablando en sí del propósito mismo de la celebración, festejamos en el 16 de septiembre el nacimiento de una Nación libre e independiente. Y en el sentido estricto de la definición de “independencia” según la Real Academia Española de la Lengua significa “libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro”, que es precisamente lo que sucedió con el grito de Dolores. Pero en la tercera definición publicada por la REA para independencia se entiende como “entereza, firmeza de carácter”; lo cual me recuerda cómo a través de su acertado método educativo, la nominada al Premio Nobel de la Paz, la Doctora María Montessori (1870-1952) fomentaba precisamente la independencia, viéndola como una especie de medida del éxito en el desarrollo del niño: “nunca ayudes a un niño mientras está realizando una tarea en la que siente que puede tener éxito”, decía. Siempre he coincidido en que como padres buscamos darles a nuestros hijos las herramientas necesarias para que sean independientes.
MEX
Verde. Blanco. Rojo. La bandera. Tres colores que pintan nuestro corazón pero que en el consultorio de un oftalmólogo son parte de las pruebas de cajón. El médico especialista de los ojos evalúa nuestra visión de lejos al colocar letras de distintos tamaños en un fondo blanco y pidiéndonos que leamos el renglón más pequeño que conserve la mayor nitidez. Sin embargo para luego conocer la curvatura en nuestra corrección, colorea en la pared una sección de rojo y otra de verde para comparando la nitidez entre las letras analizarnos bien. Pero además de esta prueba duocromática, en el mundo de los ojos los colores verde y rojo son algunos de los que se pueden confundir en las personas daltónicas: en el 9% de los hombres y al 1% de las mujeres. No ver bien estos colores ocurre por defectos en los receptores de unas células oculares llamadas conos, el no distinguir el verde se conoce como deutoranomalía y la dificultad para observar el rojo es la protanomalía. Posiblemente o casualmente por ello los semáforos, inventados en 1868 por el ferroviario John Peake Knight en Inglaterra, usan estos colores tan contrastantes para el ALTO (en rojo, que indica peligro y que es el color con mayor longitud de onda por lo que se ve de más lejos) y el SIGA (en verde, justo su color contrario).
BIO
Finalmente, una de las maravillas que celebramos es a México mismo, su riqueza, su herencia natural y cultural. No por nada nuestro país está dentro del selecto grupo de países con mayor megabiodiversidad del mundo, es el quinto; resultado de la variedad de climas, ecosistemas y vastedad de lenguas –tenemos 66 lenguas indígenas-. México tiene 70% de las especies de anfibios, reptiles, aves, mamíferos y plantas conocidos en el planeta y es uno de los únicos tres países con costas tanto en el Pacífico como el Océano Atlántico. Colores, sabores, paisajes, animales, lenguas, tradiciones, plantas, costumbres. Somos de los países con más especies endémicas, más de 5,000 que sólo viven en nuestro territorio y no se encuentran en ningún otro sitio, que si bien es un regalo natural también conlleva una gran responsabilidad ya que si cualquiera de estas especies se extinguiera en nuestro territorio, desaparecería para siempre de la Tierra. Una las máximas autoridades que buscan precisamente conservar y comunicar sobre ello es CONABIO, quien alberga la mayor información sobre las especies vivas de nuestro país y entre su abanico de posibilidades ofrece la oportunidad de que los mexicanos participemos activamente en el descubrimiento y en su cuidado. Si bajas la aplicación iNaturalist –Naturalista- puedes participar en este proyecto de ciencia ciudadana y cuando salgas a tu jardín, al bosque, a la playa y encuentres cualquier insecto, molusco, hongo, ave o planta, compartes su foto en la plataforma para saber más de él y eso ayuda a los naturalistas y biólogos a ir mapeando nuestra riqueza natural vigente; en tiempo real. Gracias a esta aplicación personas no científicas mientras aprenden y colaboran, han descubierto nuevas especies nunca antes descritas. Hazlo, es de mis aplicaciones favoritas.
PAS
Y aunque no lo creas, más allá de la conocida colorida piñata de siete picos –por los 7 pecados capitales- que esta rellena de sorpresas y que llevó Marco Polo desde China a Europa, existe en la ciencia y en la cultura popular algunos intentos por usar este término pachanguero. En 1998 se describió el “Síndrome de la Piñata” para explicar el estrés y la saturación que el trabajo extremo puede provocar en algunos médicos, sin embargo a pesar de ser una situación real –hoy llamada burnout– el nombre propuesto no perduró. De forma similar pero distinta, en 2005 el publicista de Hollywood Howard Bragman también llamó “síndrome de la piñata” a lo que en ocasiones buscan lograr los medios para promover escándalos: “elevar a los artistas para darles golpes y ver entonces que sale”. Luego en 2020, se denominó PIÑATA a la tecnología que usando realidad virtual ayudaba a capacitar al personal de salud en la canalización de agujas intravenosas sin tener que practicar en personas o modelos de plástico. Y finalmente hace un mes, investigadores de la Universidad de Auckland en Nueva Zelandia, describieron como “piñata microbiana” a la relación simbiótica entre el protozoario que provoca la tricomoniasis vaginal y dos especies de la bacteria micoplasma. Sin duda un término que ha sido muy versátil, tanto como las formas y el contenido que de la piñata derivan.
TUM
Y pues ¡salud! Nada como una fiesta mexicana si no abordamos el tema de sus bebidas. Y hablando de la posiblemente la más emblemática, es el pulque, cuyo origen es prehispánico, originario de la cultura Tolteca, y que se elabora a partir del aguamiel del agave o maguey. Presente en mitos y leyendas antiguas, con altibajos, promociones y prohibiciones durante todas las épocas de México: la conquista, la Colonia, la Independencia, la Reforma, la Revolución y en la modernidad, el pulque se ha usado no solo como embriagante, y complemento de la dieta –como lo llamó Alexander von Humboldt, quizás por contener algo de proteínas- sino también como remedio en la medicina tradicional mexicana.
Con su color blanco, líquido viscoso, ácido y bajo grado de alcohol, el pulque sigue elaborándose en su mayoría en el estado de Hidalgo y consumido por una minoría de la población -4%-. Ésta bebida artesanal, no destilada, fue recientemente analizada por científicos de LANGEBIO del CINVESTAV para encontrar en su proceso de fermentación tantas como 2,855 bacterias distintas y 1,494 especies de hongos de los cuales aún no conocemos su labor e interacción. Pero es increíble esta multitudinaria diversidad. Para ponerlo en burda comparación, la cerveza involucra en su producción a una o dos levaduras –principalmente al hongo Saccharomyces cerevisiae– y un par de bacterias, el tequila a cuatro hongos conocidos y una bacteria, y el vino a cinco hongos y otra bacteria. Quizás por ello muchos opinan que el pulque es una especie de probiotico; ¿será?
Pues aquí termina nuestro paseo independentista por lo que te deseo felices fiestas patrias, moderación y celebración, y que ¡Viva México y la Ciencia!
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