Enlace Judío México e Israel – Con la normalización de las relaciones entre Israel y Marruecos, este país asumió también el compromiso de rescatar un patrimonio judío que ayuda a comprender su complejidad cultural e histórica. Conversamos, en exclusiva, con una de las artífices de dicho rescate.
Apenas a finales de agosto se inauguró, en la medina (ciudad vieja) de Tánger, Marruecos, el museo Beit Yehuda, dedicado a la herencia cultural e histórica de los judíos marroquíes en la sinagoga Assayag. Un proyecto financiado por el gobierno, impulsado por el rey Mohamed VI y realizado por algunos de los muy pocos judíos que permanecieron en el país tras las migraciones masivas de la segunda mitad del siglo XX.
Sonia Cohén de Azagury es una de ellos. Su familia, como cientos de miles de judíos de Tánger, dejó Marruecos a lo largo de las diversas migraciones derivadas de lo que denomina un “ambiente tenso”, producido por las guerras entre Israel y sus vecinos árabes.
Desoyendo las súplicas de sus familiares, Cohén decidió quedarse en el país en el que había nacido y donde se encontraban sus raíces. “La gente te conoce y cuando te conoce, es la relación humana lo que vale, no es la política”, explica para Enlace Judío, en exclusiva.
“Había, digamos, un ambiente un poquito tenso, no se puede negar eso. Pero son gentes por los cuales yo no daba importancia (a los conflictos entre árabes y judíos). Mis amigos eran lo importante. Yo bajaba a la medina y ellos me decían: ‘Sonia, eres nuestra, cualquier cosa, te vienes aquí y nosotros te protegemos.”
No solo se quedó a vivir en Tánger sino que encontró ahí una meta de vida: recuperar, resguardar y restaurar los objetos que daban cuenta de la memoria histórica del pueblo judío de Marruecos.
Al rescate del patrimonio judío
A sabiendas de que las sinagogas antiguas eran constantemente saqueadas, y de que miles de objetos con un enorme valor histórico se perdían o quedaban en manos de comerciantes que, en los bazares, los vendían al mejor postor, Cohén convirtió su rescate en una misión de vida cuyos resultados hoy pueden apreciarse en pleno centro de la ciudad.
Los objetos que Cohén lograba rescatar fueron resguardados en una residencia para ancianos, bajo llave, en un sitio del que no podrían ser extraídos como sí lo eran de las antiguas sinagogas cerradas.
Pero llegó un día en que rescatar el patrimonio fue insuficiente. Entonces, junto con otros entusiastas, Cohén comenzó a labrar la idea de crear un museo que le mostrara a los jóvenes marroquíes la importancia de la herencia judía en su país.
Al encuentro con el pasado
“La nueva generación (de musulmanes marroquíes) no nos conoce. Ya no conocían a los judíos: se habían marchado todos.” Entonces, nos cuenta, buscó fondos en Nueva York para restaurar la antigua sinagoga de la medina, donde hoy se encuentra el museo.
La organización a la que pidió ayuda, y cuyo nombre no recuerda con exactitud, “estaba ocupada” en otros asuntos, aportando fondos para el rescate patrimonial histórico de los judíos en Europa del Este.
Finalmente, los fondos llegaron, pero de una dirección muy diferente: El gobernador de la región “estaba de acuerdo con mi idea de hacerlo aquí, en esta sinagoga. (Crear el museo) costó como 200,000 dólares, que pagó el gobierno, con este fondo que hicieron gracias a Su Majestad, el Rey de Marruecos.”
Si bien “Marruecos ha sido siempre un país muy tolerante, muy abierto a Europa y a Occidente”, la influencia del rey ha sido decisiva para que este país retome relaciones con Israel, sí, pero también con los cientos de miles de descendientes de aquellos antiguos judíos marroquíes que abandonaron el país masivamente.
Sobre la restauración de la sinagoga, Cohén explica: “Ellos (el gobierno local) pagaron la construcción Una vez que la construcción estuvo terminada y restablecida exactamente como estaba antes —porque teníamos fotos, se hizo exactamente réplica de lo que había, y lo que se pudo guardar se guardó. Por ejemplo, el suelo es de origen. Muchos de los azulejos son de origen—, Entonces nosotros, la comunidad de Tánger fue la que financió el llenar la sinagoga con todos los objetos que teníamos de lo que guardamos de las demás sinagogas.”
Entre los objetos más preciados para ella se encuentra una hermosa colección de trajes de berberisca, que usaban las novias judías en sus bodas y en toda ceremonia importante. Incluso hoy en día los siguen empleando las mujeres judías de origen marroquí en diversos países del mundo.
Una nueva era
Como esos objetos, Cohén permaneció en el país a la espera de que aquella situación “tensa” se relajara. Ahora puede ver el trabajo de su vida exhibido en las salas que conforman ese museo judío.
“Yo estoy encantada porque es dejar algo para la posteridad, para las futuras generaciones, para que los chicos marroquíes sepan cómo vivían los judíos aquí, y cómo era la artesanía y cómo era el arte y cómo eran todas las tradiciones nuestras, para que tomen consciencia.”
La entrada al museo es gratuita, y son muchos los jóvenes que lo vistan. Además, dice Cohén, “hoy en día, (en Marruecos) hay mucha admiración para Israel.” Por su parte, los descendientes de judíos marroquíes han comenzado a viajar a Marruecos para reencontrarse con su origen.
“Han venido los israelíes, muchísimos, están viniendo una barbaridad a visitar Marruecos y están encantados. Y no solamente contentos sino que en el fondo de su corazón es como si volvieran a sus raíces, a su tierra, que es su tierra porque aquí los judíos han vivido desde hace más dos mil años.”
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